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Refugiados ucranianos en la frontera entre México y EE.UU. denuncian burocracia para solicitar asilo

Tras bloquear inicialmente la entrada de refugiados ucranianos a través de México, EE.UU. comenzó a admitir a algunos solicitantes de asilo hace casi tres semanas. La frontera continúa cerrada por la norma del Título 42, que se espera sea eliminada el 23 de mayo.

Por Alicia Victoria Lozano - NBC News

SAN DIEGO — Equipado con una mochila y un teléfono, Ihor Solomko se paseaba de un lado a otro el martes por el puerto de entrada de San Ysidro, en la frontera entre Estados Unidos y México, esperando ansiosamente noticias de su hija mayor, que fue detenida por agentes fronterizos cuando intentaba cruzar a Estados Unidos a primera hora de la mañana tras huir de Ucrania, bajo el asedio de Rusia.

La familia ha estado separada desde 2016, cuando Solomko y su esposa obtuvieron la residencia y se trasladaron permanentemente a Wisconsin con su hija menor. La mayor se quedó en Ucrania con su marido y no había visto a sus padres en dos años.

"Estoy muy estresado. No puedo pensar con claridad", dijo Solomko. "Sólo quiero abrazar a mi hija".

El hombre es uno de los cientos de ucranianos que viven en Estados Unidos y que se apresuraron a recoger a sus seres queridos en la frontera entre Estados Unidos y México, que se ha convertido en las últimas semanas en un punto álgido para los europeos del este que esperaban ser recibidos inmediatamente en Estados Unidos. 

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Pero la confusión y la frustración están ensombreciendo los esfuerzos humanitarios, ya que la información contradictoria de la Administración Biden deja a miles de personas atrapadas en un limbo legal, sin una forma directa de solicitar asilo y dificultando que los seres queridos en Estados Unidos se pongan en contacto con los familiares que están siendo detenidos o procesados por los funcionarios de inmigración.

"Están enviando un mensaje para que no vengan aquí", aseguró Julia Bikbova, una abogada de inmigración con sede en Chicago que trabaja gratuitamente en la zona donde llegan los inmigrantes.

Una familia ucraniana que huyó de Kiev el 24 de marzo espera con su equipaje antes de que se le permita cruzar el puerto de entrada de San Ysidro a Estados Unidos para pedir asilo, el 22 de marzo de 2022.
Una familia ucraniana que huyó de Kiev el 24 de marzo espera con su equipaje antes de que se le permita cruzar el puerto de entrada de San Ysidro a Estados Unidos para pedir asilo, el 22 de marzo de 2022.Mario Tama / Getty Images

La frontera de Estados Unidos todavía está oficialmente cerrada a los solicitantes de asilo debido al Título 42, una política de salud pública promulgada bajo la Administración Trump que expira el 23 de mayo.

El levantamiento de la medida coincidirá con los nuevos planes de la Administración Biden para agilizar las solicitudes de asilo en la frontera, permitiendo que los funcionarios de inmigración concedan este beneficio en lugar de esperar la decisión de los jueces.

Tras bloquear inicialmente la entrada de refugiados ucranianos a través de México, Estados Unidos comenzó a admitir a algunos solicitantes de asilo en libertad condicional humanitaria hace casi tres semanas.

Un memorando del Departamento de Seguridad Nacional con fecha del 11 de marzo indicaba a los funcionarios fronterizos que los ucranianos podrían quedar exentos de los amplias limitaciones para conseguir el asilo, diseñadas para evitar la propagación del COVID-19, en función de cada caso.  

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La semana pasada, el Gobierno de Biden anunció planes para acoger hasta 100,000 ucranianos a través de diversas vías, como el Programa de Admisión de Refugiados, visados de no inmigrante e inmigrante y otros medios.

La combinación de ambos anuncios despertó la esperanza de miles de personas deseosas de estar con amigos y familiares en Estados Unidos y provocó una oleada de llegadas a la frontera.

Sin embargo, una vez llegados a la frontera, muchos ucranianos no han recibido la acogida que esperaban. Sin saber que los inmigrantes de otros países llevan semanas o más esperando para ser procesados, los ucranianos se ven a veces sometidos a un riguroso sistema de investigación que puede durar hasta un día o más antes de que se les deje entrar en Estados Unidos. 

Mientras tanto, esperan en una zona de espera improvisada en el lado mexicano de la frontera de Tijuana. Amontonados en una larga fila con comida y agua, cientos de ucranianos se hacinaron en los últimos días para protegerse del viento y la lluvia.

Los voluntarios repartían pizza y otros pasabocas, y utilizaban el dinero de las donaciones para pagar el acceso a los baños en sitios cercanos.

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Muchos de los que esperan para entrar en Estados Unidos viajan con niños pequeños o familiares mayores. El equipaje no es un problema: varios se apresuraron a salir de sus casas con sólo una pequeña mochila o lo que pudieran llevar.

"Es horroroso", dijo Bikbova el martes por la tarde. "Se está llegando a una situación de crisis en este momento como ningún otro día que haya visto".

El teléfono de Bikbova no ha dejado de sonar desde que llegó a la frontera. Dijo que está lleno mensajes de personas que se preguntan cuándo se permitirá finalmente a sus seres queridos entrar en Estados Unidos.

A principios de esta semana, conoció a Mark Lehmkuhler, que llevaba esperando desde el domingo que su prometida ucraniana fuera procesada. El lunes por la tarde aún no tenía noticias de ella. 

"Sólo hay un chulo de verificación en WhatsApp", dijo, indicando que el último mensaje que le envió aún no había sido leído. "Ella no tiene acceso a un teléfono. No tengo ni idea de lo que pasa ahí".

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Lehmkuhler voló con su prometida desde Cancún a Tijuana el domingo. Ambos llevaban varias semanas en casa de unos amigos en México y se apresuraron a ir a la frontera tras conocer la noticia de que los ucranianos serían admitidos caso por caso. Lehmkuhler, que es ciudadano estadounidense, pasó por inmigración en 15 minutos. Su prometida, de nacionalidad ucraniana, fue detenida el domingo por la noche y obligada a dormir en una celda de retención con otras nueve mujeres, dijo. Durmieron en un espacio bancos de metal y un retrete abierto en la habitación. 

El lunes, la mujer fue liberada en Estados Unidos y enviada a un hotel cercano a la frontera, donde se le practicó la prueba de COVID-19. Tras dar negativo, la pareja volvió a reunirse. 

"No hay ninguna razón para tratar a la gente así", dijo Lehmkuhler. "Nadie estaba preparado".

Los voluntarios y los abogados de inmigración que trabajan en la frontera dicen que el número de ucranianos que intentan entrar en Estados Unidos crece por momentos.

Natalie Moores, una abogada de negocios de la cercana localidad de Rancho Santa Fe, California, que ha ayudado a crear una coalición informal de organizaciones de voluntarios para los solicitantes de asilo ucranianos, estimó que ella y su red de unos 90 voluntarios han estado en contacto con unos 800 ucranianos que intentan cruzar de Tijuana a San Diego sólo esta semana.

Bikbova dijo que alrededor de 300 personas estaban esperando para cruzar el martes por la mañana y otras 350 el miércoles. Varios llevaban esperando desde la noche anterior, mientras que otros habían aterrizado recientemente en vuelos procedentes de Ciudad de México y Cancún. 

La hija de Solomko fue una de ellas.

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Huyó de Ucrania a principios de marzo, dejando atrás a su marido y sus sueños de formar una familia en su país. Se dirigió a Polonia y esperó durante tres semanas hasta que recibió la noticia de que Estados Unidos aceptaría a los solicitantes de asilo ucranianos, dijo su padre. Se subió a un tren a París, voló a Ciudad de México y luego a Tijuana para cruzar a pie. 

"No se ha duchado en cuatro días", dijo Solomko parado frente al puerto de entrada.

Varias horas después, el hombre se desmayó. Los voluntarios que estaban preparados para ayudar a los solicitantes de asilo ucranianos se apresuraron a socorrerle mientras el ex profesor de historia casi se destrozaba una rodilla y evitaba golpearse la cara contra el concreto, dijo Moores.

Los médicos de urgencias comprobaron más tarde sus signos vitales y le dieron el alta mientras tenía los brazos y los labios cubiertos de sangre.

"Estaba muy preocupado por mi hermana", dijo la hija menor de Solomko, Marina Solomko, desde la casa de su familia en Green Bay, Wisconsin. "Iba de un lado a otro intentando averiguar qué hacer y no había comido ni dormido en 24 horas".

Cuando se enteró de la noticia, Moores corrió a recoger a Solomko en el hospital. Los voluntarios cercanos a San Diego le consiguieron una comida y una habitación de hotel con su propio dinero, dijo. En el lado de la frontera de Tijuana, la red de voluntarios se puso en contacto con la hija de Solomko y la ayudó a agilizar los trámites.

A la mujer se le concedió la libertad condicional humanitaria y, el martes por la noche, pisó suelo estadounidense.