Por Alexander Smith — NBC News
Cualquiera que busque señales de que la asediada y aislada Rusia podría suavizar su posición no encontrará mucha esperanza en las palabras cada vez más beligerantes de su líder, Vladimir Putin.
Con su invasión de Ucrania empantanada y la economía al borde de la catástrofe, Putin redobló el miércoles su ira contra los rusos que están en contra de la invasión o simpatizan con Occidente.
“El pueblo ruso siempre será capaz de distinguir a los verdaderos patriotas de la escoria y los traidores, y simplemente los escupirá como un insecto en su boca sobre el pavimento”, dijo, con los hombros encorvados y mirando fijamente a la cámara.
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Su discurso que ha sorprendido y alarmado a muchos expertos: desde que invadió Ucrania hace tres semanas, ha adoptado lo que dicen es un tono emocional y airado, que lo aleja de la imagen de persona calculadora que cultivó este antiguo oficial de la KGB.

“Está claramente enojado, emocionado y siente la necesidad de hablar en ese tono tan agresivo”, aseguró John Lough, miembro del grupo de expertos Chatham House de Londres.
Lough cree que el discurso estaba claramente dirigido a las élites rusas, algunas de las cuales, según cree, están consternadas por el fracaso de la guerra y la crisis económica que ha provocado en casa.
Según Lough, Putin estaba diciendo: “No piensen en tener dudas. Estamos todos juntos en esto y si yo caigo, ustedes caen”.
Putin tocó temas ya comunes, comparando a Occidente con la Alemania nazi y alegando, aunque sea mentira, que Ucrania ha estado cometiendo un genocidio contra los rusos étnicos. Pero adoptó una retórica aún más dura cuando dirigió su atención a los propios rusos, a los que ha sometido a una amplia represión de la disidencia en contra de la guerra en las últimas semanas.
Casi 15,000 manifestantes han sido detenidos en Rusia desde el inicio de la guerra, según OVD-Info, un grupo de derechos humanos en Moscú que hace un seguimiento de los arrestos policiales.
Otros miles han huido del país, ahuyentados por la creciente represión estatal de las protestas, del periodismo independiente y de las redes sociales, así como por una economía en caída en espiral afectada por sanciones internacionales y boicots empresariales.
El régimen ruso opinó el jueves que estas personas son “traidoras”.
“Desaparecen de nuestras vidas”, dijo su portavoz, Dmitry Peskov, según informa la agencia de noticias Reuters: “Algunos abandonan sus puestos, otros dejan su vida laboral activa, otros dejan el país y se trasladan a otros países. Así es como se produce esta limpieza”.
“En tiempos tan difíciles”, añadió, “mucha gente muestra su verdadera cara”.
El tono de Putin contrastó con el de los equipos negociadores ruso y ucraniano, que señalaron avances tentativos en sus negociaciones.
Algunos expertos consideraron su discurso como una señal escalofriante: “Putin, de forma orwelliana, ha dividido a los ciudadanos de Rusia en limpios e impuros”, señaló en Twitter Andrei Kolesnikov, analista político con sede en Moscú.
Constanze Stelzenmüller, investigadora de la Brookings Institution de Washington, comparó el discurso de Putin con la perorata ficticia de Adolf Hitler desde el búnker en la película de 2004 Downfall, cuyos subtítulos han generado innumerables memes.
Putin reservó una ira especial para los oligarcas, muchos de los cuales son multimillonarios vinculados al régimen que hicieron su fortuna durante la división de la Unión Soviética y ahora gastan gran parte de ella en yates y otros lujos en Occidente. Algunos han desmarcado recientemente de la guerra lanzada por Putin.
Sin nombrar a nadie en concreto, el líder ruso se refirió a los “traidores nacionales” que “tienen villas en Miami o en la Riviera francesa, que no pueden prescindir del foie gras, de las ostras o de la libertad de género, como ellos la llaman”, en referencia a su aparente desprecio por los valores democráticos.
Criticó su “mentalidad servil” y occidental, y que no estén "aquí con el pueblo ruso", y pidió “una desintoxicación natural y necesaria de la sociedad”, que “fortalecerá el país, la solidaridad y cohesión”.
Gran parte del resto del discurso de Putin detalló las drásticas contramedidas económicas que su régimen está introduciendo para combatir sanciones y boicots de Gobiernos y empresas.
“Ciertamente, es difícil para nosotros este momento”, reconoció.
Lough, que fue el primer funcionario de la OTAN destinado a Moscú en la década de los 1990, asegura que los contactos que tiene allí le transmiten en privado “sorpresa, conmoción e incredulidad por el hecho de que Rusia” esté involucrada en la guerra.
Ahora hay una “aceptación de que esto va a marcar el comienzo de un periodo de aislamiento extremo de Rusia, de empobrecimiento y vuelta a muchas de las características de la Unión Soviética”, afirmó.