Por Mstyslav Chernov - The Associated Press
Una ambulancia ingresó a toda velocidad a un hospital de la ciudad portuaria de Mariupol, en el sureste de Ucrania, este domingo con una niña de 6 años herida de muerte por un bombardeo ruso.
Estaba pálida. Su cabello castaño estaba recogido hacia atrás con una banda elástica. Sus pantalones de pijama estaban decorados con unicornios de dibujos animados. La trajeron con su padre, también herido, con la cabeza ensangrentada y vendada.
Un equipo médico le hacía maniobras de reanimación sobre el pecho, luchando desesperadamente por salvarle la vida. Su madre estaba parada afuera de la ambulancia, llorando.
“¡Sáquenla fuera! ¡Sáquenla fuera! ¡Podemos lograrlo!” gritó un trabajador del hospital, empujando una camilla hacia la ambulancia.
La niña fue llevada adentro a las corridas y los médicos y enfermeras la rodearon. Uno le puso una inyección. Otro intentó reanimarla con un desfibrilador. Una enfermera lloraba. Un médico con uniforme médico azul, bombeándole oxígeno, miró directamente a la cámara de un periodista de la agencia de noticias The Associated Press al que se le había permitido entrar.
“Muéstrale esto a Putin”, dijo enojado, “Los ojos de esta niña, y los doctores llorando”.
La niña, cuyo nombre no se conoce, no pudo ser salvada. Un médico se acercó despacio a su cara para cerrarle los ojos.
Su cuerpo quedó solo en la habitación, cubierto por su chaqueta de poliéster de colores brillantes, ahora salpicada de sangre.
Más de un centenar de muertos
La letal invasión rusa ha avanzado sobre el territorio ucraniano, con bombardeos continuos desde el primer día, dejando más de un centenar de muertos en la población civil, entre ellos, la niña de seis años que intentaron salvar los médicos del hospital en Mariupol.
La jefa de derechos humanos de la ONU, Michelle Bachelet, dijo el lunes que se calcula que 102 civiles han muerto en Ucrania desde que Rusia lanzó su invasión el jueves pasado, 304 civiles han resultado heridos, aunque se teme que la cifra real sea “considerablemente mayor”.
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Aunque imágenes de edificios de apartamentos en llamas y ciclistas desprevenidos abatidos por disparos han colmado las redes sociales, expertos coinciden en que la cifra real de víctimas es difícil de establecer por las limitaciones de los observadores internacionales para trabajar sobre terreno y por la desinformación en torno al conflicto.
Organizaciones indican que la cantidad de muertes entre civiles parece ir en aumento. “Es una situación increíblemente preocupante. No tenemos idea de la escala total de las muertes en este momento”, dijo Mirella Hodeib, portavoz del Comité Internacional de la Cruz Roja en Kiev. “Solo que están aumentando exponencialmente”, señaló al periódico The Washington Post.
El ejército ruso ha sido acusado de usar bombas de racimo, las cuales se abren y expulsan un gran número de pequeñas bombas, contra la población civil. Las submuniciones de estas bombas pueden ser muy dañinas y matar a varias personas al mismo tiempo de manera indiscriminada.
Una escuela preescolar en el noreste de Ucrania fue atacada con municiones de racimo el 25 de febrero, según denunció Amnistía Internacional. Tres civiles resultaron muertos, de los cuales uno era un niño.
El ataque parece haber sido llevado a cabo por las fuerzas rusas, indicó la organización. Un cohete Uragan de 220 mm arrojó municiones en racimo sobre una guardería y un jardín de infantes de la escuela, ubicada en la localidad de Okhtyrka.
La invasión de Rusia también ha obligado a los ucranianos a dejar sus hogares y trasladarse hacia el oeste o abandonar por completo el país. El jefe de la agencia de refugiados de la ONU dijo el lunes en una entrevista con NBC News que más de 500,000 personas han huido de Ucrania desde que comenzó la invasión rusa la semana pasada, y más de la mitad han escapado hacia Polonia.
Polonia ha aceptado a la mayoría de los ucranianos, con 281,000, dijo el lunes a NBC News un portavoz global de la agencia de refugiados de la ONU. Hungría ha acogido a casi 85,000 refugiados, mientras que Moldavia, Rumania y Eslovaquia han aceptado entre 30,000 y 36,000 cada uno. Cerca de 35,000 han huido a otros países europeos.