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Reír para no llorar: las 4 maneras en que la risa ayuda al cuerpo y a la mente

Después de un año muy difícil, encontrar el espacio para reír, a carcajadas o con risitas, puede renovar nuestros procesos emocionales y hasta mejorar nuestras conexiones sociales. Conozca cómo.

Por Janet M. Gibson - The Conversation

La diversión y las sorpresas agradables, con la risa que pueden desatar, le dan textura al tejido de nuestra vida diaria.

Esas risitas y risotas pueden parecer cualquier cosa. Pero la risa, en respuesta a eventos graciosos, en realidad es un trabajo muy demandante porque activa muchas áreas de nuestro cerebro: partes que controlan funciones motoras, procesos emocionales, asuntos cognitivos y hasta sociales.

Los investigadores toman en cuenta ese poder de la risa para mejorar el bienestar físico y mental, como descubrí al escribir An Introduction to the Psychology of Humor (Introducción a la psicología del humor).

El poder físico de reír

La gente empieza a reírse desde su infancia, lo que ayuda con el desarrollo muscular y de la fuerza corporal del tronco superior. Reír no es solamente respirar ruidosamente: detrás hay una combinación compleja de músculos faciales que se mueven comúnmente junto con los ojos, cabeza y hombros.

La risa –ya sea que la presenciamos o la compartimos– activa varias de nuestras regiones cerebrales: la corteza motora, que controla los músculos; el lóbulo frontal, que ayuda a entender tu contexto, y el sistema límbico, que modula las emociones positivas. Activar todos esos circuitos fortalece las conexiones neurales y ayuda a que un cerebro sano coordine sus actividades.

Personas con cáncer reciben una sesión de risoterapia en un hospital de Manila, Filipinas
Personas con cáncer reciben una sesión de risoterapia en un hospital de Manila, FilipinasReuters /

Al encender las redes neuronales de emociones como la alegría y el júbilo, la risa puede mejorar nuestro estado de ánimo y hacer que las respuestas físicas y emocionales al estrés se sientan menos.

Por ejemplo, reír puede ayudar a controlar los niveles en el cerebro de la serotonina, similar a lo que hacen los antidepresivos.

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Al minimizar la respuesta de nuestro cerebro a lo que percibe como amenazas se limita la liberación de neurotransmisores y hormonas como la cortisona, que pueden afectar a los sistemas cardiovascular, metabólico e inmunitario con el paso del tiempo.

Es decir, la risa actúa como un antídoto al estrés, el cual debilitaría esos sistemas del cuerpo y nos dejaría más vulnerables a las enfermedades.

El poder cognitivo de la risa

Tener un buen sentido del humor y las risas que eso promueve dependen en gran medida de nuestra inteligencia social y de los recursos que tenemos para generar memorias.

La risa, como el humor, usualmente surge de reconocer que una situación no tiene sentido o es absurda.

Hay entonces que reaccionar al evento o conducta que nos sorprendieron; de otro modo no nos vamos a reír o pudiéramos más bien quedar confundidos.

Por eso es que lograr inferir qué intenciones tenían los demás al decirnos algo o actuar de cierta manera, tomando en cuenta su perspectiva, puede fortalecer el qué tan intensas son la risa y la diversión que sentimos.

Para “entender” una broma o una situación humorística es necesario poder verle el lado “menos peor” a las cosas. Hay que creer que hay posibilidades más allá de lo muy literal, como poder divertirnos con animales de caricaturas que hablan y se cuentan chistes.

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El poder social de la risa

Muchas herramientas sociales y de nuestro pensamiento trabajan en conjunto para ayudarnos a monitorear cuándo y por qué surge la risa durante una conversación. Ni siquiera es que necesitemos escuchar una risa para reír: el idioma de señas que usan las personas con sordomudez incluye un signo para denotar los jajajas, como el equivalente de poner un emoji al final de una oración.

La risa es capaz de crear y fortalecer los vínculos que tenemos con otras personas.

El lingüista Don Nilsen señala que es poco frecuente que haya risitas o carcajadas cuando estamos solos, por lo que se refleja que tienen un papel social.

Desde el inicio de nuestras vidas, la risa en la infancia es una demostración hacia otros de que estamos a gusto, lo que ayuda a mejorar la relación entre un bebé y quien lo cuida.

Más adelante en nuestras vidas la risa se vuelve una demostración de que apreciamos alguna situación. Por ejemplo, quienes hablan en público o los comediantes intentan hacer reír al público para sentirse menos alejados de la audiencia.

Si nos reímos un poco cada día es posible reforzar herramientas sociales que puede que no nos sean fáciles. Cuando nos reímos en respuesta a una broma, por ejemplo, estamos compartiendo cómo nos sentimos con otras personas, con lo que aprendemos de habernos arriesgado a reír que nuestra respuesta es aceptada o compartida en vez de rechazada o desagradable.

Una sesión de yoga de la risa para adultos mayores en un parque de Ahmedabad, India
Una sesión de yoga de la risa para adultos mayores en un parque de Ahmedabad, IndiaReuters /

El poder mental de la risa

Investigadores en psicología de conducta positiva estudian cómo la gente puede tener vidas que les sean importantes y en las que prosperen. La risa produce emociones que ayudan en eso.

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Sentimientos como la diversión, la felicidad, el júbilo o la alegría nos hacen más resilientes y capaces de pensar con mayor creatividad. Mejoran nuestra percepción de qué tan bien nos sentimos y de qué tan satisfechos estamos con nuestras vidas, según diversos estudios.

Los investigadores indican que tales emociones positivas, cuando surgen acompañadas de humor y risa, tienen correlación con apreciar la vida; también ayudan a los adultos mayores a tomarse con más filosofía las dificultades que tuvieron en años previos.

Reírse en respuesta a algo divertido es además una reacción que facilita sobrellevar distintos temas. Cuando nos reímos nos estamos tomando a nosotros o a una situación con menos seriedad, lo que nos posibilita poder resolverla.

Por ejemplo, psicólogos midieron la frecuencia y la intensidad de las risas que 41 personas tuvieron durante dos semanas junto con sus autocalificaciones del estrés físico o mental que sentían.

Los investigadores encontraron que mientras las personas reportaron menos estrés conforme más se reían.

No importó si esas risas eran vociferantes, más moderadas o hasta cortas.

Quizá es momento de que tomemos en cuenta estos beneficios y hagamos que la risa nos funcione.

Cada vez más terapeutas promueven usar el humor y la risa para ayudar a los clientes a confiar más en sí mismos o para mejorar sus ambientes laborales.

Una revisión científica de cinco estudios clínicos distintos encontró que, en conjunto, las medidas de bienestar aumentaban después de intervenir con “risoterapia”. Las intervenciones, a veces llamadas juego en casa en vez de tareas en casa, incluyen realizar actividades humorísticas diarias, como hablarle a una amistad que cuenta chistes, ver una comedia o escribir tres cosas que fueron graciosas ese día.

La risa puede practicarse también cuando estamos solos. Asumamos la perspectiva de que muchos eventos tienen el lado gracioso y busquémoslo.

También hay yoga de risa, una técnica que usa respiraciones específicas (que suenan como jaaa jaaa jooo jooo) para que el cuerpo responda a los movimientos similares y positivos de soltar una carcajada.

Así que no hay que reírnos de la sugerencia de que la risa sirve.

Claro que hasta ahora buena parte de la investigación respectiva sobre el bienestar en la salud mental y física parte de cómo reportan estar las mismas personas que participan en estudios. Se requieren análisis psicológicos más experimentales, en contextos en los que las risas surgen con más naturalidad, para respaldar la idea de que reír a lo largo de nuestro día nos puede llevar a sentirnos mejor, literalmente.

Janet M. Gibson es profesora de psicología cognitiva en Grinnell College, en Iowa