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La NASA estrellará una sonda contra un asteroide para probar un plan que algún día podría salvar a la Tierra

La misión de defensa planetaria, que se llevará a cabo el 26 de septiembre, es un experimento para saber cómo y cuándo actuar si se acerca un ente cósmico que pueda impactar contra la Tierra. Aunque las probabilidades son bajas, la devastación sería enorme.

Por Svetla Ben-Itzhak - The Conversation

La NASA planea cambiar la órbita de un asteroide este 26 de septiembre.

El gran asteroide binario Didymos y su luna Dimorphos no suponen actualmente ninguna amenaza para la Tierra. Pero al estrellar una sonda de 1,340 libras contra la luna de Didymos a una velocidad de aproximadamente 14,000 mph, la NASA completará la primera misión de defensa planetaria a gran escala del mundo como prueba de concepto. Esta misión ha sido bautizada como Prueba de Redirección de Asteroides Dobles, o DART (por sus siglas en inglés).

Para llevar a cabo este experimento, hay que preguntarse cuál es la probabilidad real de que un objeto se estrelle contra el planeta, y si los Gobiernos están gastando suficiente dinero para prevenir tal evento, según explica Svetla Ben-Itzhak, profesora adjunta de Espacio y Relaciones Internacionales de la Universidad del Aire de Alabama.

Para encontrar las respuestas a estas preguntas, es necesario saber qué objetos cercanos a la Tierra existen. Hasta la fecha, la NASA sólo ha rastreado un 40% de los más grandes. Los asteroides sorpresa han visitado la Tierra en el pasado y sin duda lo harán en el futuro. Experimentos como la misión DART pueden ayudar a preparar a la humanidad para un evento de este tipo.

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La amenaza de los asteroides y cometas

Millones de cuerpos cósmicos, como asteroides y cometas, orbitan alrededor del Sol y a menudo chocan con la Tierra. La mayoría de ellos son demasiado pequeños para suponer una amenaza, pero algunos pueden ser motivo de preocupación. Los objetos cercanos a la Tierra incluyen asteroides y cometas, cuyas órbitas los sitúan a menos de 120 millones de millas del Sol.

Los astrónomos consideran que un objeto cercano a la Tierra es una amenaza si se acerca a menos de 4.6 millones de millas del planeta y si tiene al menos 460 pies de diámetro. Si un cuerpo celeste de este tamaño se estrellara contra la Tierra, podría destruir una ciudad entera y causar una devastación regional extrema. Los objetos más grandes -0.6 millas- podrían tener efectos globales e incluso provocar extinciones masivas.

El impacto celeste más famoso y destructivo tuvo lugar hace 65 millones de años, cuando un asteroide de 6 millas de diámetro se estrelló en lo que hoy es la península mexicana de Yucatán. El impacto acabó con la mayoría de las especies vegetales y animales de la Tierra, incluidos los dinosaurios.

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Pero los objetos más pequeños también pueden causar daños importantes. En 1908, un cuerpo astronómico de aproximadamente 164 pies explotó sobre el río Podkamennaya Tunguska, en Siberia. Arrasó con más de 80 millones de árboles en 830 millas cuadrados. En 2013, un asteroide de sólo 65 pies de diámetro estalló en la atmósfera a 20 millas por encima de Cheliábinsk (Rusia). Liberó el equivalente a 30 bombas de Hiroshima, hirió a más de 1,100 personas y causó daños por valor de 33 millones de dólares.

El próximo asteroide de tamaño considerable que podría chocar con la Tierra es el asteroide 2005 ED224. Tiene 164 pies y cuando pase por la Tierra el 11 de marzo de 2023, la probabilidad de impacto es de 1 entre 500,000.

Vigilando los cielos

Aunque las posibilidades de que un cuerpo cósmico de mayor tamaño impacte contra la Tierra son escasas, la devastación sería enorme.

El Congreso reconoció esta amenaza y, en el Estudio de Vigilancia Espacial de 1998, encargó a la NASA que encontrara y rastreara el 90% del total estimado de objetos cercanos a la Tierra de 0.6 millas o más grandes en un plazo de 10 años. La NASA superó el objetivo del 90% en 2011.

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En 2005, el Congreso aprobó otro proyecto de ley que exigía a la NASA ampliar su búsqueda y rastrear al menos el 90% de todos los objetos cercanos a la Tierra de 460 pies o más para finales de 2020. Aunque ese año ya pasó, por falta de recursos financieros, sólo se ha cartografiado el 40% de esos objetos.

Hasta el 18 de septiembre de 2022, los astrónomos han localizado 29,724 asteroides cercanos a la Tierra, de los cuales 10,189 tienen un diámetro de 460 pies o más y 855 tienen al menos 0.6 millas de diámetro. Cada semana se añaden unos 30 nuevos objetos.

En 2026 está prevista una nueva misión financiada por el Congreso y aprobada en 2018 con el lanzamiento de un telescopio espacial infrarrojo, el Neo Surveyor, dedicado a la búsqueda de asteroides potencialmente peligrosos.

Sorpresas cósmicas

Podemos prevenir un desastre solo si sabemos que se acerca, y los asteroides se han colado en la Tierra antes.

Un asteroide del tamaño de un campo de fútbol pasó a menos de 45,000 millas de la Tierra en 2019. Otro del tamaño de un avión 747 se acercó en 2021, al igual que uno de 0.6 millas de ancho en 2012. Cada uno de ellos fue descubierto sólo un día antes de pasar por la Tierra.

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La investigación sugiere que la rotación de nuestro planeta crea un punto ciego, ocultando algunos asteroides de la detección o haciéndolos parecer estacionarios. Esto puede ser un problema, ya que algunos asteroides sorpresa no se nos escapan. En 2008, los astrónomos detectaron un pequeño asteroide sólo 19 horas antes de que se estrellara en una zona rural de Sudán.

El reciente descubrimiento de uno de 1.2 millones de diámetro sugiere que todavía hay objetos grandes al acecho.

¿Qué se puede hacer?

Para proteger el planeta de los peligros cósmicos, la detección temprana es clave. En la Conferencia de Defensa Planetaria de 2021, los científicos recomendaron un tiempo mínimo de preparación de cinco a diez años para montar una defensa exitosa contra los asteroides peligrosos.

Si los astrónomos encuentran un objeto peligroso, hay cuatro maneras de mitigar un desastre. La primera consiste en adoptar medidas regionales de primeros auxilios y evacuación. La segunda consiste en enviar una nave espacial a volar cerca de un asteroide de tamaño pequeño o mediano; la gravedad de la nave cambiaría lentamente la órbita del objeto. Para cambiar la trayectoria de un asteroide más grande, podemos estrellar algo contra él a gran velocidad o detonar una ojiva nuclear cerca.

La misión DART será el primer intento de desviar un gran asteroide. Pero no será la primera vez que la humanidad envíe algo a un asteroide. La misión Deep Space Impact de la NASA estrelló una sonda contra el cometa 9P/Tempel en 2005 para realizar mediciones científicas, mientras que en 2018 la misión Hayabusa2 de Japón recogió muestras del asteroide Ryugu y las trajo de vuelta a la Tierra, pero ninguna de ellas fue diseñada como una prueba de defensa planetaria.

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La misión DART debería aportar mucha información útil. Estos datos procederán de una cámara a bordo de la nave DART que enviará imágenes a la Tierra hasta el momento del impacto. Además, un diminuto satélite llamado LICIACube, que se desplegó desde DART el 11 de septiembre de 2022, tomará fotos del impacto. Una misión de seguimiento de la Agencia Espacial Europea, llamada Hera, será lanzada en 2024 y se reunirá con Didymos en 2026 para empezar a recoger datos.

Gasto en defensa planetaria

En 2021, el presupuesto de defensa planetaria de la NASA fue de 158 millones de dólares, apenas el 0.7% del presupuesto total de la NASA y el 0.02% de los aproximadamente 700,000 millones de dólares del presupuesto de defensa de Estados Unidos.

¿Es esta la cantidad adecuada para invertir en la vigilancia de los cielos, dado el hecho de que alrededor del 60% de todos los asteroides potencialmente peligrosos permanecen sin detectar? Es una pregunta importante si se tienen en cuenta las posibles consecuencias.

Invertir en la defensa del planeta es como comprar un seguro de hogar. La probabilidad de sufrir un evento que destruya tu casa es pequeña, pero aun así la gente compra un seguro.

Si un solo objeto de más de 460 pies impacta contra el planeta, la devastación y la pérdida de vidas serían extremas. Un impacto mayor podría acabar literalmente con la mayoría de las especies de la Tierra. Aunque no se espera que ningún cuerpo de este tipo impacte contra la Tierra en los próximos 100 años, la probabilidad no es nula. En este escenario de baja probabilidad frente a altas consecuencias, invertir en la protección del planeta frente a objetos cósmicos peligrosos puede dar a la humanidad cierta tranquilidad y podría evitar una catástrofe.