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La inteligencia artificial del ChatGPT obligará a las universidades a buscar nuevas soluciones para evitar trampas

Los usuarios ya pueden conversar por escrito con la herramienta de la empresa OpenAI obteniendo respuestas más naturales que la mayoría de programas similares. Estos son los retos que afronta el mundo académico frente a esta tecnología.

Por Kalhan Rosenblatt - NBC News

Tras su lanzamiento viral la semana pasada, el chatbot ChatGPT fue elogiado en internet como un espectacular paso adelante para la Inteligencia Artificial (IA) y el futuro potencial de las búsquedas en línea.

Pero estos elogios también suscitaron preocupación por su posible uso en entornos académicos. ¿Podría el chatbot, que ofrece respuestas coherentes, extravagantes y conversacionales a preguntas sencillas, incitar a más estudiantes a hacer trampas?

Los estudiantes llevan décadas copiando en sus trabajos a través de internet, lo que ha dado lugar a herramientas destinadas a comprobar si su trabajo era original. Pero ahora se teme que ChatGPT deje obsoletos esos recursos.

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Ya hay quien ha probado en internet si es posible hacer que el bot complete una tarea. “holyyyy, resolví mi tarea de redes informáticas usando chatGPT”, tuiteó una persona, que más tarde aclaró que la tarea era antigua. Otros sugirieron que su existencia podría suponer la muerte de la redacción universitaria. Un tecnólogo llegó a decir que con ChatGPT, “la universidad tal y como la conocemos dejará de existir”.

La empresa de inteligencia artificial OpenAI, que desarrolló ChatGPT, no respondió de inmediato a una solicitud de comentarios sobre la preocupación por las trampas.

Sin embargo, varios expertos que enseñan en el campo de la IA y las humanidades dijeron que el chatbot, aunque impresionante, no es algo sobre lo que estén listos para hacer sonar la alarma en lo que se refiere a posibles trampas generalizadas de los estudiantes.

“No hemos llegado ahí, pero tampoco estamos tan lejos”, aclaró Andrew Piper, catedrático de Lengua, Literatura y Cultura y profesor de Inteligencia Artificial y Narración en la Universidad McGill. “No estamos en la fase de que, de repente, [la IA] escriba un montón de redacciones de estudiantes y nadie sea capaz de notar la diferencia”, reiteró.

Piper y otros expertos que hablaron con NBC News, cadena hermana de Noticias Telemundo, compararon el miedo a hacer trampas y al ChatGPT con las preocupaciones que surgieron cuando se inventó la calculadora, cuando la gente pensaba que sería la muerte de los humanos aprendiendo matemáticas.

Lauren Klein, profesora asociada de los departamentos de Inglés y Teoría y Métodos Cuantitativos de la Universidad de Emory, llegó a comparar el pánico con el temor del filósofo Platón a que la escritura disolviera la memoria humana.

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“Siempre ha existido la preocupación de que las tecnologías acaben con lo que mejor sabe hacer la gente, y la realidad es que la gente ha tenido que aprender a utilizar estas tecnologías para mejorar lo que mejor sabe hacer”, afirmó Klein.

Las instituciones académicas tendrán que ser creativas y encontrar formas de integrar nuevas tecnologías como ChatGPT en sus planes de estudio, al igual que hicieron durante el auge de la calculadora, señaló Piper.

En realidad, herramientas de IA como ChatGPT podrían utilizarse para mejorar la educación, según Paul Fyfe, profesor asociado de Inglés en la Universidad Estatal de Carolina del Norte.

Según él, hay muchas posibilidades de colaboración entre la IA y los educadores.

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“Es importante hablar de esto ahora mismo e incluir a los estudiantes en la conversación”, afirma Fyfe. “En lugar de intentar legislar desde el principio que esto es extraño y da miedo, por lo que tenemos que cerrarlo”.

Y algunos profesores ya están adoptando programas de IA en el aula.

Piper, que dirige .txtlab, un laboratorio de investigación sobre inteligencia artificial y narración de historias, dice que ha hecho que sus alumnos analicen la escritura con IA y ha descubierto que a menudo pueden distinguir qué trabajos han sido escritos por una máquina y cuáles por un humano.

En cuanto a los educadores preocupados por el auge de la IA, Fyfe y Piper afirman que la tecnología ya se utiliza en muchas facetas de la educación.

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Ya existen herramientas de escritura asistida por ordenador, como Grammarly o Google Doc’s Smart Compose, y muchos estudiantes las utilizan desde hace tiempo. Plataformas como Grammarly y Chegg también ofrecen herramientas de comprobación de plagio, para que tanto estudiantes como profesores puedan evaluar si un ensayo ha sido, en parte o en su totalidad, tomado de otro sitio. Un portavoz de Grammarly no devolvió la solicitud de comentarios. Un portavoz de Chegg declinó hacer comentarios.

Los que hablaron con NBC News dijeron que no son conscientes de ninguna tecnología que detecte si una IA escribió un ensayo, pero predicen que alguien pronto capitalizará la construcción de esa tecnología.

Por el momento, Piper afirma que la mejor defensa contra las redacciones escritas por la IA es que los profesores conozcan a sus alumnos y su forma de escribir para detectar discrepancias en el trabajo que entregan.

Cuando una IA alcance el nivel de cumplir todos los requisitos de las tareas académicas y si los estudiantes utilizan esa tecnología para ir a toda velocidad por la universidad, Piper advirtió que eso podría ser un gran perjuicio para la educación de los estudiantes.

Por ahora, sugirió una tecnología más antigua para combatir los temores de que los estudiantes utilicen ChatGPT para hacer trampas.

“Reavivará el amor por el lápiz y el papel”, afirmó.