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Beckham: una “marca” más allá de los campos de futbol

Beckham tuvo algo que ninguna de estas leyendas del futbol tuvo: el ser un nombre, una “marca” más allá de los campos de futbol.

Columna de opinión Por Carlos Rajo

David Beckham llegó a Los Angeles en 2007 atraído en parte por el vagón de dinero que le garantizaban en pago. El futbolista inglés por su cuenta, ofrecía no sólo la fama y el talento futbolero que lo caracterizaba, sino algo que quizá no estaba en el contrato pero que era la esperanza de quienes lo habían traído: que con su presencia diera el empujón que siempre le ha faltado al futbol en Estados Unidos para alcanzar su mayoría de edad.


Hoy que Beckham anuncia su retiro como futbolista a los 38 años de edad y luego de haber ganado dos títulos con el equipo que jugó todo el tiempo que estuvo en Estados Unidos -Los Angeles Galaxy-, vale preguntarse si el jugador que es llamado un “ícono” del deporte de los tacos y los pantalones cortos cumplió con esa cláusula no escrita en su millonario contrato. 


Un ícono por cierto, por su fama global tanto dentro como fuera de las canchas. Aun cuando siendo un gran jugador, Beckham no tuvo nunca la calidad o el talento tipo genio de un Messi, de un Cristiano Ronaldo o algunas de las estrellas del pasado como Maradona, el holandés Cruffy y ni hablar de Pelé. 


Sin embargo, Beckham tuvo algo que ninguna de estas leyendas del futbol tuvo: el ser un nombre, una “marca” más allá de los campos de futbol. “Cada pieza de ropa que se puso, cada corte de pelo, fue seguido, no únicamente en el futbol, pero fuera del futbol”, señaló Gary Neville, ex compañero de Beckham en el Manchester United, citado por el diario The Guardian. Según Neville, casi con seguridad Beckham ha sido “el más influyente jugador inglés” en la transformación que ha experimentado el fútbol internacional en las últimas dos décadas.


Pocos discutirían esta influencia de Beckham en el futbol inglés y europeo que le atribuye Neville, lo que sí es materia de discusión es precisamente su legado en Estados Unidos. Es cierto, desde su llegada a California Beckham dejó su marca en el fútbol de la llamada MLS, por sus siglas en inglés (Major League Soccer o Liga Mayor de Fútbol). 


Con su contrato para el caso, se estableció una nueva regla, conocida precisamente como la Regla Beckham, por la cual se permitía que un equipo contratara a un jugador famoso y le pagara lo que quisiera rompiendo las estrictas regulaciones que existían en la Liga sobre topes salariales (con la nueva regla sólo los primeros $400 mil dólares se incluyen en el tope salarial). 


Se habla que a Beckham el Galaxy le pagaba $5 millones de dólares anuales por salario, más $45 millones de dólares que el jugador percibía por diversos contratos publicitarios. Durante los primeros cinco años de su contrato Beckham estuvo supuesto a recibir $250 millones de dólares.


Más allá de que este dinero infló la ya poderosa cuenta bancaria de Beckham (ya había ganado millones con el Manchester United y el Real Madrid), el hecho de que se pudiera hacer esto, es decir que cualquier equipo de la MLS pudiera hacer lo que el Galaxy había hecho con Beckham y su salario, fue importante para la Liga. Después de Beckham ya no fue extraño que vinieran a Estados Unidos estrellas como el francés Thierry Henry (antes del Arsenal y el Barcelona) o incluso el mexicano Rafa Márquez (también del Barcelona).  


Así como en su momento -en los años 70s- la llegada de Pelé al fútbol estadounidense marcó una especie de un antes y un después en el fútbol profesional que se jugaba en USA -aunque al final por varias otras razones la empresa fracasó-, así fue lo de Beckham. Tanto después de Pelé como después de Beckham ya no sorprendió que una estrella del fútbol internacional hiciera sus maletas y se desplazara a Estados Unidos. 

En el caso de Beckham las dos cosas ayudaron en este propósito: su fama de ícono de la moda y el dinero que se le pagaba. El razonamiento que hace hoy cualquier futbolero de nivel internacional es: si lo hizo el famoso y millonario Beckham, por qué no yo (sí, es cierto, la mayoría de estos jugadores tienen más de 30 años y vienen en lo último de sus carreras, pero esto no desmerita el aporte de Beckham).

Beckham además, trajo otras dos cosas al futbol estadounidense que bien o mal también hay que ponerlas en el lado positivo de su contribución a la MLS. Ambas pudieran parecer contradictorias pero no lo son: la vida de alguien famoso sí, pero también la vida diaria de un futbolero que nunca dio muestras de perder el entusiasmo por el juego. Alguien famoso que se codeaba con las celebridades de Hollywood pero que al día siguiente estaba temprano en el campo de entrenamiento.

En parte gracias a Beckham más gente fue a los estadios de la MLS y también gente que nunca le había puesto interés al fútbol -o soccer, para utilizar el término anglo- comenzó a ponerle atención atraídos por la presencia de ese ícono futbolero y social que anunciaba de todo y que hablaba con un acento inglés de los barrios bajos. No es extraño que los que se mueven en el futbol estadounidense valoran el aporte de Beckham.

“Dentro de veinte años vamos a ver a esta liga y todavía seguiremos hablando de David Beckham como uno de los que nos ayudó a darle la  vuelta”, señaló el entrenador del Galaxy, Bruce Arena, luego de la final de la MLS el año pasado, citado por el diario Washington Post.

Desafortunadamente, el fútbol en Estados Unidos como en otras latitudes -y como también muchos otros deportes- es medido en su éxito por las audiencias televisivas. Sirva la final de la MLS en 2012, donde precisamente jugo Beckham con el Galaxy, como ejemplo de lo que el jugador hoy retirado consiguió o quedó pendiente en lo que a su paso por Estados Unidos se refiere. El partido obtuvo 0.7 de raiting, una décima menos que lo conseguido en 2011. Pero lo brutal: la comparación con un partido de fútbol americano universitario que se jugó ese mismo día el cual consiguió 10 puntos de raiting. En general los partidos de la MLS andan entre 0.5 y 1.0 de raiting, según reportes del sitio de internet Soccer América.

Es injusto o incompleto juzgar el legado de Beckham en USA simplemente por estos raitings de televisión. El problema es que en el negocio moderno que es el fútbol esto es inevitable. Los millonarios salarios de los jugadores, los modernos estadios de los equipos y muchas de las una y mil cosas más que hacen grande a una liga se lubrican con el dinero de la televisión.

Es cierto, Beckham trajo gente a las canchas, generó más cobertura en la prensa y de seguro que muchísimos más niños y jóvenes practican hoy el fútbol o lo ven como ejemplo a seguir. Como señaló en algún momento el Comisionado de la MLS, Don Garber, citado por CNN: “no hay duda que la MLS es ahora más popular e importante aquí y en el extranjero que cuando él (Beckham) llegó”. Pero el punto es que esto no es suficiente. 

Esa mayoría de edad que la MLS busca desde hace años -se suponía que la iba a conseguir al organizar USA la Copa del Mundo de 1994- sigue pendiente. Y es no sólo el tema de los raitings, es algo más, algo que cuesta medir pero que cualquier futbolero entiende cuando se le habla de las grandes ligas del futbol internacional. 

Una mezcla de obsesión televisiva con fanatismo por su club e historia y tradición futbolera. En una frase, lo que los fanáticos del Boca Juniors en Argentina llaman: es un sentimiento. Sí, eso no se siente todavía entre los aficionados de la MLS. Ni Beckahm con su pinta y su talento pudo conseguirlo. 

O para utilizar el seco lenguaje de un sitio anglo que cubre el fútbol: “aun con todo lo que él (Beckham) consiguió, en Estados Unidos el soccer permanece todavía en su nicho, un deporte de especialidad con una  audiencia en crecimiento, pero con una base nacional comparativamente pequeña”, tal la cita del llamado Bleacher Report.

Dentro de todo, aun retirado, Beckham tendrá una oportunidad más de dejar su huella en el fútbol de  Estados Unidos. Parte del acuerdo cuando vino a la MLS es que tendrá la primera opción de adquirir una franquicia o nuevo equipo cuando la liga decida expandirse aun más. Con los millones que el astro inglés posee esto no será problema.  La MLS de seguro que lo volverá a recibir con los brazos abiertos. El desafío será ver si puede trasladar al cubículo de la oficina gerencial el glamour de su fama y el talento que tuvo como jugador.