Su nombre es Miguel Ángel Córdova Córdova, pero prefiere que lo llamen Angie. Fue testigo del desplome en la Ciudad de México del convoy de la Línea 12 del metro en la estación de Olivos, donde duerme debajo de un puente. Ahora, su historia ha conmovido a una nación en luto por la tragedia.
“Se escuchó como si tronara un fierro, pero cimbró bien feo, tronó y se movió y nosotros salimos corriendo, ni siquiera pudimos sacar nuestras cobijas, cuando de repente íbamos corriendo y nos caemos porque se vino el cimbradero grande y se vio cómo se vino el metro hacia abajo en dos, se hundió, una desesperación de gente horrible, no le deseo a nadie que lo vea, no me gusta platicar de esto porque lo que viví fue horrible”, contó Miguel a una reportera mexicana que lo entrevistó el miércoles.
En medio de la conmoción por la muerte de al menos 25 personas, la hospitalización de decenas de heridos —38 de los cuales siguen siendo atendidos— y varias personas que aún no han sido encontradas debido al desplome de la vía elevada, la historia de Angie ha tocado fibras sensibles en la sociedad.
“Yo vivo en condición de calle señorita y siempre me quedo aquí debajo del puente de los Olivos o de Tezonco”, le dijo Angie a la reportera de Ruido en la Red, Vanessa Farías Maya. “Ayer venía de vender botellas, cerca de las minas, y regresé por mi cobija. A las 9:30 pm estaba platicando con unos amigos. Eran más o menos las 10:00 pm cuando se escuchó como si tronara un fierro”, detalló el hombre.
Al ver al metro saltar por el aire, Angie asegura que sintió temor de ser aplastado y mucho dolor después por todas las víctimas.
“Venía yo llorando desde la nopalera porque hay gente que no se despidió de sus familias por una idiotez, perdón que lo diga así, una idiotez de nuestras autoridades, que solo buscan llenarse los bolsillos”, opinó al cuestionar la manera en qué fue construida la Línea 12, que cuenta con un amplio historial documentado de fallas e irregularidades desde su inauguración en 2012.
Córdova prefiere que lo llamen Angie porque su nombre le trae malos recuerdos de su infancia, según dijo a Ruido en la Red este jueves en una segunda entrevista. Tiene 36 años y proviene de una familia de nueve hermanos. Recientemente perdió a su padre, pero no le gusta hablar sobre su relación con él “porque es muy doloroso”.
Un hombre en redes sociales que aseguró ser su hermano, dijo que la familia era originaria de Nacajuca, Tabasco. No lo han visto en persona desde hace siete años y esta es la primera vez que saben de él desde entonces.
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Lleva 10 años viviendo en el sur de la Ciudad de México, antes estuvo en Tijuana, Tamaulipas, Salamanca, Nuevo León y Guanajuate. Dice que salió de casa cuando apenas tenía 6 años. Le gusta leer y, en particular, disfruta de la poesía de Sor Juana Inés de la Cruz.
"Gracias por hacerme sentir que aún vivo y soy parte de la sociedad", dijo Angie en la entrevista con el medio citado.
Con información de Ruido en la Red.