Adam Toledo vivía en La Villita, un barrio obrero y latino de Chicago que varios de sus habitantes o frecuentadores describen como un lugar que puede presentar obstáculos para un adolescente de 13 años como él: desigualdades, discriminaciones y presencia de la criminalidad dificultan el camino hacia un futuro de oportunidades.
Pero él siempre ha soñado con tenerlas, según contó su familia, que se describe como "grande y unida". En la Escuela Primaria Gary, donde estudiaba, recibía "el apoyo" de sus maestros y compañeros, según un comunicado de sus allegados. Y además, tenía "muchos amigos", agregan quienes lo conocían de cerca. De acuerdo con su madre Elizabeth Toledo, "él era alegre, le encantaban los animales. Le gustaba armar su legos".
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Entre sus aspiraciones estaba también la de “convertirse en policía”. Trágicamente, su vida terminó a finales de marzo justamente a manos de uno de ellos: una persecución policial, un balazo letal en el pecho. Y ahora, toda una comunidad llora su pérdida por considerarla injusta.
Mucho se está discutiendo en Chicago, y no solo, sobre las circunstancias que llevaron a su muerte. Aún más después de que salieran a la luz los videos de las cámaras corporales de los agentes que estuvieron en ese operativo: unas imágenes que ponen en duda la primera versión de los hechos proporcionada por las autoridades, según la cual Toledo llevaba un arma cuando le dispararon.
Tras esos hechos, miles de personas han salido a la calle: no solo piden justicia por la muerte de este niño, sino cambios más profundos en un sistema de seguridad pública que muchas veces termina por perjudicar quien pertenece a minorías.
Datos analizados por el diario The Washington Post muestran por ejemplo que, en los últimos cinco años, los latinos son los que más han muerto a manos de la policía después de los afroamericanos.
La indignación por situaciones de ese tipo crece en la comunidad hispana. “Un agente aquí en la ciudad de Chicago mató a un niño de 13 años que tenía las manos levantadas", dijo Baltazar Enríquez, presidente del Consejo Comunitario de La Villita, según recoge la emisora local ABC7.
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"Este tipo de oficiales son los oficiales que envían a mi comunidad. Envían asesinos a mi comunidad, no policías", agregó Enriquez.
Un concepto similar fue el que expresó el propio abuelo de Toledo, poco después de que se conociera su homicidio. "Es una ingratitud que los señores servidores públicos de la policía, que son los que tienen que cuidar la ciudad, hayan matado a ese niño", afirmó.
"Siento pena, rabia y dolor. Cualquiera sea la circunstancia, nunca debemos normalizar el tiroteo de un niño por parte de la policía. Le fallamos a Adam, como le hemos fallado a tantos otros jóvenes en nuestro país", dijo por su lado en un comunicado el representante demócrata Jesús ‘Chuy’ García, quien es residente de La Villita.
Desde el lado de la policía, hay quien justifica la actitud de Eric Stillman, el agente que disparó a Toledo, ahora suspendido temporalmente. En una entrevista en directo en CNN el viernes, el presidente del sindicato de policía de Chicago, John Catanzara, alegó que Toledo era un miembro recientemente iniciado en la violenta pandilla de los Latin Kings.
Aseguró que Toledo tenía un tatuaje recién hecho con un símbolo emblemático de la pandilla, que en los años recientes ha sido acusada de crimen organizado, narcotráfico, asaltos y asesinatos. Catanzara agregó que el comportamiento del oficial estaba "justificado 100%", y que las acciones del oficial fueron "en realidad heroicas".
El abogado de Stillman, Timothy M. Grace, defendió a su cliente al asegurar que disparó por enfrentarse a una situación "de amenaza a su vida", después de que "todos los intentos anteriores de reconducir la situación y lograr el cumplimiento de todas las órdenes dadas por los agentes en nombre de la ley habían fracasado".
También fue suspendido un fiscal que insinuó en la corte que Toledo todavía llevaba un arma cuando recibió el balazo fatal, mientras se investiga si ya había tenido acceso a todas las imágenes del suceso cuando hizo tal afirmación, según la agencia de noticias The Associated Press.
Antes del tiroteo fatal, junto a Toledo iba Rubén Román, un joven de 21 años que después fue arrestado y acusado de disparo imprudente de un arma de fuego, uso ilegal de un arma por parte de un delincuente, puesta en peligro de un menor y violación de la libertad condicional, dijo la policía. Los fiscales dicen que tienen un video de Román mientras dispara, antes de que la policía acudiera al lugar y lo detuviera.
Este viernes, hubo una protesta en Chicago para exigir una reforma del departamento de policía de la ciudad. "Siento que es importante que seamos muchos para que [los funcionarios de la ciudad] comprendan que la vigilancia policial excesiva no es lo que necesitamos en nuestras comunidades", dijo al Chicago Tribune Laura Machado, de 25 años, quien dijo que su familia vive en el mismo edificio de la familia de Toledo.
"Necesitamos invertir en sistemas más fuertes que mejoren, en lugar de abandonar, a nuestros niños", agregó Machado.
Pero no fue el único lugar donde hubo manifestaciones en contra de la violencia policial, por este y otros casos recientes en los que otros jóvenes murieron: como el chico negro de 20 años Daunte Wright en un suburbio de Minneapolis, justo a pocas millas de donde falleció asfixiado George Floyd, y justo en el periodo en que se celebra el juicio contra el exagente Derek Chauvin, acusado de matarlo.
Concentraciones se llevaron a cabo tanto allí como en Washington D.C., en Oakland, California y en Portland, Oregon. En algunos casos, se produjeron altercados.
Por lo menos en Chicago, la policía se prepara para que haya más protestas a lo largo de este fin de semana. La familia de Toledo ha pedido reiteradas veces que quien proteste lo haga de forma pacífica.
Con información de NBC News, Usa Today, ABC7, NPR, Efe, Chicago Tribune, AP, The Washington Post.