La Administración que preside Donald Trump llevó a cabo el sábado en la madrugada su última ejecución y la número 13 en seis meses, a solo cuatro días de la toma de posesión del presidente electo, Joe Biden.
Dustin Higgs fue declarado muerto a la 1:23 am (hora de la Costa Este). En su declaración final, el hombre de 48 años se mostró tranquilo pero desafiante, y mencionó a las víctimas por su nombre.
"Me gustaría decir que soy un hombre inocente", afirmó. "Yo no ordené los asesinatos", agregó.
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Higgs fue el tercero en recibir una inyección letal esta semana en la prisión federal de Terre Haute, Indiana. En 1996 fue condenado por el asesinato de tres mujeres en un refugio de vida silvestre de Maryland.
Mientras la inyección letal fluía por sus venas, Higgs miró a su familia, los saludó con los dedos y les dijo: "Los amo".
Durante varios minutos resonaron los sollozos de una mujer que lloraba inconsolablemente, en una habitación reservada para la familia.
Un jurado federal de Maryland condenó a Higgs en octubre de 2000 por asesinato en primer grado y secuestro por los asesinatos de Tamika Black, de 19 años; Mishann Chinn, de 23; y Tanji Jackson, de 21. Su sentencia a muerte fue la primera que se impuso en la era moderna del sistema federal de Maryland, que abolió este tipo de pena en 2013.
Los abogados del hombre argumentaron que era "arbitrario e injusto" ejecutar a Higgs, mientras que Willis Haynes, el hombre que realizó los disparos que mataron a las mujeres se libró de la pena de muerte.
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Sin embargo, el juez de distrito Peter Messitte escribió en un fallo del 29 de diciembre: "Recibió un juicio justo, fue declarado culpable y condenado a muerte por un jurado unánime por un crimen despreciable".
El abogado de Higgs, Shawn Nolan, aseguró en una declaración después de la ejecución que su cliente había pasado décadas en el corredor de la muerte ayudando a otros reclusos y "trabajando incansablemente para luchar contra sus injustas condenas".
"El Gobierno completó su matanza sin precedentes de 13 seres humanos esta noche al matar a Dustin Higgs, un hombre negro que nunca mató a nadie, en el cumpleaños de Martin Luther King", dijo Nolan.
"No había razón para matarlo, particularmente durante la pandemia y cuando él mismo se enfermó de COVID-19, que contrajo debido a estas ejecuciones irresponsables y súper propagadoras", añadió.
La petición de clemencia de Higgs del 19 de diciembre argumentaba que había sido un prisionero modelo y un padre dedicado a un hijo nacido poco después de su arresto. Higgs tuvo una infancia traumática y perdió a su madre por cáncer cuando tenía 10 años, según la petición.
Tras un paréntesis de 17 años, el Departamento de Justicia reanudó las ejecuciones federales en julio del año pasado. En más de 120 años, ningún presidente había supervisado tantas.
El presidente electo, Joe Biden, ha señalado que pondrá fin a las ejecuciones federales, por lo que es probable que ninguno de los cerca de 50 hombres condenados a pena de muerte sea ejecutado en breve.
Hace tan solo unos días, el Gobierno ejecutó a la primera mujer en siete décadas. Lisa Montgomery, de 52 años, fue condenada a muerte por estrangular a una mujer embarazada en Missouri y cortar al bebé que llevaba en su vientre.
Un día después fue ejecutado un narcotraficante por su participación en una serie de asesinatos en la capital de Virginia en 1992. Corey Johnson, de 52 años, murió a pesar de las alegaciones de sus abogados de que la inyección letal le causaría un dolor insoportable debido a daños pulmonares provocados por una reciente infección por COVID-19.
Desde los últimos días de la presidencia de Grover Cleveland, a finales de 1800, el Gobierno de Estados Unidos no había ejecutado a presos federales durante un periodo de transición presidencial, según el Centro de Información sobre la Pena de Muerte.
Un triple asesinato
Higgs tenía 23 años cuando, la noche del 26 de enero de 1996, él, Haynes y un tercer hombre, Victor Gloria, recogieron a las tres mujeres en Washington, D.C., y las llevaron al departamento de Higgs en Laurel, Maryland, donde bebieron alcohol y escucharon música.
Chinn trabajaba con el coro de niños en una iglesia, Jackson trabajaba en la oficina de una escuela secundaria y Black era ayudante de profesor en la Escuela Nacional Presbiteriana de Washington, según The Washington Post.
Las mujeres abandonaron el departamento tras una fuerte discusión, pero los tres hombres las persiguieron y Haynes las convenció de que entraran en el vehículo.
En lugar de llevarlas a casa, Higgs las condujo a un lugar apartado en el Refugio Nacional de Vida Silvestre de Patuxent, tierra federal en Laurel. Entregó su pistola a Haynes, quien disparó a las tres mujeres fuera de la furgoneta antes de que los hombres se dieran a la fuga, testificó Gloria.
Los investigadores encontraron la agenda de Jackson en la escena de los asesinatos. Contenía el apodo de Higgs, el Huesos, su número de teléfono, su número de dirección y el número de la etiqueta de su furgoneta.
El día en que el juez condenó formalmente a Higgs a muerte en 2001, la madre de Black, Joyce Gaston, aseguró que la noticia le trajo un poco de consuelo, informó el medio citado.
"Esa era mi hija. No sé cómo voy a lidiar con ello", sentenció Gaston.
Con información de AP.