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Cada seis minutos muere una persona por COVID-19: así se convirtió Los Ángeles en el epicentro de la pandemia

El hacinamiento, la pobreza y las contradicciones de los gobernantes en la toma de decisiones son algunos de los factores en el veloz incremento de casos y muertes por coronavirus en esta ciudad. Pero hay más.
/ Source: Telemundo

Por Alicia Victoria Lozano – NBC News

Cada minuto diez personas en promedio dan positivo por COVID-19 y cada seis minutos alguien muere a causa de la enfermedad en Los Ángeles, según datos de salud pública del condado.  

Las alarmantes cifras llegan cuando el condado más poblado de California se acerca rápidamente al millón de casos confirmados de coronavirus desde que comenzó la pandemia el marzo del año pasado.

Según los funcionarios de salud pública del condado, más de 958,400 personas se han contagiado con el virus y casi 13,000 personas han muerto en Los Ángeles hasta el miércoles.

Las cifras son igualmente preocupantes en todo el estado. California tiene casi 2,8 millones de casos confirmados de coronavirus y más de 31,000 muertes hasta el miércoles, según los recuentos de NBC News. La nueva variante del virus también ha sido detectada en el estado.

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Los epidemiólogos y gobernantes se enfrentan a una pregunta incómoda mientras la crisis del COVID-19 en Los Ángeles crece aceleradamente: ¿Cómo se convirtió Los Ángeles en el centro de la pandemia?

"Los Ángeles es un condado bastante grande y complejo con factores como el hacinamiento, la pobreza y una gran fuerza de trabajo esencial", dijo Kirsten Bibbins-Domingo, epidemióloga de la Universidad de California en San Francisco.

"Esas cosas se juntaron en un momento de la pandemia en el que también vemos mucho cansancio y la disminución de la adherencia a las cosas básicas que uno tiene que hacer para mantenerse seguro, como usar una mascarilla", añadió la doctora.

En muchos sentidos, Los Ángeles fue singularmente vulnerable a la crisis.

El agotamiento pandémico se instaló a medida que se acercaba el clima más fresco y los días más cortos, haciendo que las actividades al aire libre fueran menos atractivas incluso en un estado conocido por su clima templado. Esto, unido a los viajes de vacaciones, las reuniones y una gran fuerza de trabajo esencial, con muchas personas viviendo en una misma casa, creó un conjunto de problemas.

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"Al menos en la forma en que este virus se está transmitiendo, no es necesario tener una densidad urbana tipo Hell's Kitchen", dijo el doctor George Rutherford, también epidemiólogo de la Universidad de California en San Francisco.

"Los Ángeles tiene pequeñas viviendas familiares con mucha gente en ellas. Es difícil ser un jardinero que trabaja desde su casa", agregó.

La convergencia de los factores ambientales continúa confundiendo a los funcionarios de salud pública, quienes han advertido repetidamente que las próximas semanas del año podrían ser las peores de la pandemia a medida que continúa el aumento posterior a las fiestas.

Los funcionarios públicos del condado emitieron el lunes nuevas recomendaciones para que los trabajadores esenciales y las personas que hacen las compras esenciales usen cubrebocas dentro de sus propios hogares para evitar infectar a sus familiares, especialmente aquellos con condiciones de alto riesgo.

"Una de las conversaciones más desgarradoras que comparten nuestros trabajadores de la salud es  cuando los niños se disculpan con sus padres y abuelos por llevar el COVID-19 a sus hogares, por enfermarlos", dijo Hilda Solís, presidenta de la Junta de Supervisores del Condado de Los Ángeles.

"Estas disculpas son sólo algunas de las últimas palabras que los seres queridos escucharán cuando mueran solos", añadió.

Según los funcionarios de salud pública de Los Ángeles, el reciente aumento de casos comenzó a principios de noviembre, poco después de que se permitieran las reuniones privadas, se reabrieran los salones de belleza, que los Dodgers ganaran la Serie Mundial y del fin de semana de Halloween.

El condado se vio obligado a retomar las restricciones decretadas por primera vez en durante la primavera, entre las que se incluían poner fin a las cenas al aire libre, limitar el número de personas permitidas dentro de los negocios esenciales y prohibir reuniones, tanto en el interior como en el exterior de las viviendas.

Para Acción de Gracias se emitió una orden modificada de permanencia en el hogar, pero para entonces los casos ya estaban aumentando exponencialmente.

"Una vez que estás detrás de la bola 8, es difícil volver a meter al genio en la botella", dijo Bibbins-Domingo, "esa es la situación en la que no quieres estar".

Ese es el escenario que se está desarrollando actualmente en gran parte del sur de California, donde los hospitales siguen llenos con pacientes de COVID-19. Según la directora de salud pública de Los Ángeles, Barbara Ferrer, el condado ha experimentado un aumento del 1,000% en los casos de coronavirus desde el 1 de noviembre.

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"Todos deben tener en cuenta que las tasas de transmisión en la comunidad son tan altas que se corre el riesgo de una exposición cada vez que se sale de la casa", dijo durante una conferencia de prensa la semana pasada.

"Asumamos que este virus mortal e invisible está en todas partes, buscando un anfitrión dispuesto", expresó.

Pero a casi un año de la pandemia, el cansancio pandémico parece estar en todas partes.

Los mensajes contradictorios de los líderes gubernamentales sólo han empeorado la sensación de cansancio, dicen los expertos, comenzando con la temprana flexibilización de las restricciones por el coronavirus por parte del Gobierno federal y bajando hasta niveles estatales y municipales, donde las opiniones sobre los establecimientos que debe permanecer abiertos y los que debe permanecer cerrados pueden variar ampliamente.

"El Gobierno federal tiene que hacerse cargo de la contradicción del mensaje y de la resistencia que genera", dijo Rutherford.

Los expertos también hablan de la confusión y la frustración que se derivó de las estrictas órdenes de permanecer en casa que se emitieron al principio de la pandemia cuando California tenía relativamente pocos casos de coronavirus.

A diferencia de la ciudad de Nueva York, que cerró después de que los casos se dispararan, Los Ángeles cerró preventivamente muchos negocios y limitó las actividades al aire libre antes de experimentar tal aumento, lo que hizo que algunos residentes y líderes locales cuestionaran la eficacia de las restricciones.

"Hay que pensar en la psicología que hay detrás de esto", dijo Bibbins-Domingo, "cuando uno ve la devastación que Nueva York experimentó al principio, es más fácil implementar estrategias fuertes de salud pública. Es mucho más difícil hacerlo en 10 meses cuando la gente está cansada".

A pesar de la mortal oleada de contagios, los manifestantes salieron a las calles este mes, pidiendo la reapertura de la economía de California y animando a la gente a desafiar el mandato del uso la mascarilla en el estado.

Parte de la resistencia se produjo a raíz de que los gobernantes desobedecieran las mismas reglas que pretendían imponer.

El gobernador Gavin Newsom y el alcalde de San Francisco, London Breed, ambos demócratas, fueron fotografiados el año pasado cenando en el interior de un restaurante en la región vinícola, mientras que la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, fue vista cortándose el cabello a pesar de que muchos salones de belleza seguían cerrados en todo el estado.

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La reacción fue rápida en todo California.

Los propietarios de pequeñas empresas protestaron por las órdenes de quedarse en casa y un esfuerzo de retirada contra Newsom cobró fuerza rápidamente. Los departamentos del sheriff de los condados de Orange y Riverside indicaron que no se daría prioridad al cumplimiento de la órden de quedarse, mientras que algunos restaurantes de San Diego y Los Ángeles llevan semanas desafiando abiertamente la orden de permanecer en casa.

Para Bibbins-Domingo el mayor obstáculo para reducir la tasa de transmisión es convencer a la gente de que sus acciones pueden salvar vidas: "Si no podemos aceptar y entender cómo nuestros destinos están atados, no volveremos a la normalidad".