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El día en que internet le dio la espalda a Trump: así ha sido el idilio del mandatario con las redes hasta su expulsión

Después de que Twitter y Facebook suspendieran sus cuentas, el debate sobre las reglas digitales genera críticas sobre la centralización del poder de un puñado de empresas de Silicon Valley, pero también deja claro que se trata de empresas privadas y que el presidente saliente no ha sido silenciado, pues puede convocar a una rueda de prensa en la Casa Blanca tan pronto lo desee.
La cuenta de Twitter de Trump suspendida
La cuenta de Twitter suspendida del presidente saliente, Donald Trump, en la pantalla de una computadora portátil el 8 de enero de 2021 en San Anselmo, California.Justin Sullivan/Getty Images

Por David Ingram - NBC News

El imperio en internet del presidente saliente, Donald Trump, se derrumbó.

Twitter suspendió permanentemente su cuenta el viernes. Facebook lo bloqueó un día antes indefinidamente. Y cualquier esperanza que pudiera haber tenido de sumar rápidamente un gran número de seguidores en Parler, una red social con reglas laxas, se desvaneció cuando Google, y luego Apple, la eliminaron de sus tiendas de aplicaciones.

Incluso el proveedor de correo electrónico de Trump suspendió el acceso a su organización de campaña.

Internet, como la mayoría de la gente lo conoce, ha decidido que Trump ya no es bienvenido. Es un punto de inflexión para el discurso digital, que tardó años en desarrollarse, pero que tardó solo unas pocas horas en suceder.

La represión no pone fin a la conversación sobre las reglas de internet, sino que amplifica una relativamente nueva que se desarrollará en las suites ejecutivas de Silicon Valley, en las decisiones de los anunciantes y en las audiencias del Congreso sobre la Sección 230, la ley que protege a las empresas de internet de tener gran responsabilidad sobre sus contenidos. Y apunta a preguntas crecientes sobre la centralización del poder en internet en un puñado de empresas.

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"Es casi como si un grupo de tipos en Silicon Valley que ganaron la lotería de empresas emergentes no deberían estar a cargo de establecer las reglas que el mundo sigue para poder hablar", tuiteó Kate Klonick, profesora de derecho de la Universidad de St. John, que ha criticado la falta de responsabilidad de las empresas tecnológicas.

La Unión Estadounidense por las Libertades Civiles (ACLU, por sus siglas en inglés) expresó su preocupación por las implicaciones de censurar a un presidente en una plataforma "indispensable", pero incluso algunos de los defensores de la libertad de expresión más vehementes de internet encontraron dificultades para rechazar la censura a Trump.

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"Una plataforma no debe aplicar un conjunto de reglas a la mayoría de sus usuarios y luego aplicar otras más permisivas a políticos y líderes mundiales que ya son inmensamente poderosos", señaló el jueves la Electronic Frontier Foundation, que apoya la privacidad y la libertad de expresión en línea, en un comunicado.

Los legisladores de políticas gubernamentales, agregó el grupo, deberían "encontrar formas de fomentar la competencia para que los usuarios tengan numerosas opciones editoriales y políticas entre las que elegir", añaden.

Es posible que las empresas tecnológicas hayan llegado a la paz en sus funciones como moderadores de discursos, tomándose en serio la aplicación de las reglas que han escrito para sus propias plataformas y desterrando la idea de foros no moderados. Pero el camino hasta este punto ha sido complicado.

No fue hace tanto tiempo cuando era increíblemente difícil dejar internet. Mucho más común era ser ahuyentado por otros usuarios. En 2014, romper las reglas contra el acoso parecía no tener consecuencias, como cuando las jugadoras de videojuegos fueron atacadas en una campaña conocida como Gamergate.

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Las redes sociales tenían muchas reglas, establecidas en términos de servicio escritos por los abogados de la empresa y que la mayoría de los usuarios pasaban rápidamente por alto o los ignoraban. Pero la aplicación fue desigual y hubo poco escrutinio externo de las decisiones de moderación de contenido.

Las empresas de tecnología tenían poca experiencia con políticos que se deleitaban en probar sus reglas. Los racistas podían organizarse abiertamente en línea, y la idea de que las campañas de desinformación en las redes sociales pudieran influir en una elección parecía descabellada.

Fue en esa frontera donde Trump comenzó a convertirse en una fuerza política, y durante años las empresas de redes sociales se acomodaron no solo a su transgresión de las reglas, sino también a sus amenazas contra la industria.

Y en los años posteriores, el ascenso de Trump coincidió con la asunción de más responsabilidad de las plataformas.

Las tecnológicas ejercieron su poder en 2017 después de una manifestación nacionalista blanca en Charlottesville, Virginia. El sitio web neonazi The Daily Stormer perdió el acceso a los proveedores básicos de internet y se desconectó, pero estas acciones estaban dirigidas a unos pocos.

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La idea de echar a Trump de las redes sociales dividía a la industria tecnológica. Después de que el director ejecutivo de Twitter, Jack Dorsey, se negara a suspenderlo hace tres años, aunque Trump usó el servicio para amenazar con una guerra nuclear contra Corea del Norte, los activistas proyectaron la frase "@jack es #cómplice" en la sede de la compañía en San Francisco, California.

La Primera Enmienda [que protege la libertad de expresión y libertad de prensa] se aplica solo al Gobierno, no a las corporaciones privadas. Pero ejecutivos como Dorsey y el jefe de Facebook, Mark Zuckerberg, afirmaron que eran recelosos de vigilar el discurso de un presidente electo de Estados Unidos.

"Creo que la gente debería poder ver esto por sí misma, porque en última instancia, la responsabilidad de quienes están en posiciones de poder solo puede suceder cuando su discurso se analiza abiertamente", declaró Zuckerberg hace siete meses, defendiendo la capacidad de Trump para publicar sus opiniones.

En 2019, Trump invitó a Zuckerberg a cenar en la Casa Blanca, donde el ejecutivo informó al presidente que era "el número 1 en Facebook ”, según Trump.

Los directivos mantuvieron su postura incluso frente a las revueltas de sus propios empleados, muchos de los cuales se inclinan por los demócratas, e incluso cuando Trump representaba una amenaza para sus negocios a través de sus políticas de inmigración, la aplicación de las leyes antimonopolio y su campaña para derogar la Sección 230.

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Pero también hubo otros problemas, incluso por razones comerciales. Los anunciantes, que por lo general no quieren que se les asocie con discursos de incitación al odio, han impulsado a las plataformas de redes sociales a reforzar la aplicación de la ley reteniendo sus gastos.

La enorme presencia de Trump en Twitter, donde tenía casi 89 millones de seguidores, significaba que estaba estrechamente identificado con el servicio, para bien o para mal. La empresa se volvió mucho más rentable durante el transcurso de la presidencia del mandatario republicano.

El cambio en la suerte de Trump en internet comenzó hace dos meses, después de que perdiera la reelección. Comenzó a correr un reloj para saber cuándo perdería la protección de una regla especial que Twitter tiene para los líderes mundiales, una regla que la empresa creó en 2018 después de quejas relacionadas con el mandatario republicano.

El cambio se aceleró dramáticamente el miércoles, cuando los seguidores de Trump entraron en el Capitolio, interrumpieron los procedimientos del Congreso y ocuparon brevemente el edificio. Un oficial de policía y cuatro personas murieron durante los disturbios.

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En los últimos días, Trump perdió el apoyo de personas influyentes en la industria tecnológica que anteriormente defendían su presencia en las plataformas por motivos de libertad de expresión. Entre ellos se encontraban el exejecutivo de Twitter Adam Sharp, el exjefe de seguridad de Facebook Alex Stamos y Ben Thompson y Casey Newton, quienes escriben boletines que se leen ampliamente en Silicon Valley.

Una consideración clave fue que Trump podría usar las redes sociales durante sus últimas dos semanas en el cargo para continuar provocando violencia.

"En 10 días, salvo que se produzca una catástrofe, estará fuera de su cargo", escribió Newton en un reclamo para "desalojar" al presidente. "La única pregunta es cuánto daño hará mientras tanto, y sabemos, basándonos en nuestra larga experiencia, que sus cuentas de Twitter y Facebook estarán entre sus armas principales", recordó.

Lidiar con Trump después de la toma del Capitolio del miércoles habría requerido cambios de reglas aún más elaborados para las plataformas que ya habían hecho movimientos hacia atrás para retenerlo.

Thompson, analista de la industria tecnológica, escribió el jueves antes de las decisiones de Twitter y Facebook que "ambas empresas continúan torciendo sus reglas, o haciendo nuevas después de los hechos, para justificar lo que son decisiones subjetivas sobre los tuits de Trump".

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La aplicación en evolución ha creado la impresión de que los ejecutivos de tecnología están creando las reglas sobre la marcha, una apariencia de toma de decisiones arbitrarias que los republicanos en particular están ansiosos por aprovechar para obtener una posible ventaja.

El senador Lindsey Graham, republicano por Carolina del Sur, prometió consecuencias para las decisiones de las tecnológicas de condenar al ostracismo a Trump, y dijo en un hilo de Twitter el viernes que habrá una "responsabilidad legal". Eso, a su vez, puede probar si los usuarios cotidianos ven las plataformas como no partidistas.