Miles de estadounidenses intentan renunciar a su nacionalidad y no pueden

“Nunca pedí la ciudadanía estadounidense y ahora ni siquiera se me permite renunciar a ella”, explica uno de ellos. Éstas son los principales motivos que explican su deseo.

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Hasta 30,000 personas, entre los 9 millones de estadounidenses que viven en el extranjero, desean renunciar a su ciudadanía pero, desde el inicio de la pandemia de coronavirus en marzo de 2020, se han visto imposibilitados para completar ese trámite administrativo.

Durante casi dos años la mayoría de oficinas consulares de Estados Unidos en el mundo han suspendido sus servicios de expatriación debido al COVID-19, y con ello han provocado frustración y enojo en quienes desean renunciar a su ciudadanía, según el diario The Guardian.

Joshua Grant, de 30 años, nacido y criado en Selma, Alabama, explica que toda su vida está en "suspenso" en Alemania, porque la embajada de Estados Unidos en ese país no ha respondido a su pedido de renuncia de nacionalidad desde julio de 2020.

"Es muy agotador", dice Grant, quien no puede obtener la ciudadanía alemana hasta que no se deshaga de su pasaporte estadounidense.

Grant asegura que envió todo el papeleo necesario, que ha escrito correos a la embajada y que hasta se ha puesto en contacto con la oficina del senador de Alabama Richard Shelby, pero sin resultado.

"Es curioso: la gente en Alemania tiende a ver a Estados Unidos como un país liberal en el que se instauró el estado de derecho, pero yo ni siquiera puedo encontrar a alguien del Gobierno con quien hablar", dice Grant.

Nueve ciudadanos estadounidenses que viven en el extranjero y que están en situaciones similares han demandado al Departamento de Estado ante una corte federal de Washington, según el medio citado.

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La demanda, presentada en su nombre por la Asociación de Americanos Accidentales, con sede en Francia, compara la situación a la que se enfrentan con los tiempos feudales.

"Estados Unidos parece empeñado en impedir que sus ciudadanos ejerzan su derecho natural y fundamental a renunciar voluntariamente a su ciudadanía", dice la demanda.

Otros, como Michael [no es su verdadero nombre, pero desea proteger su identidad, según el citado diario], quieren dejar de ser estadounidenses porque no se sienten ni representados ni identificados con lo que ha pasado en los últimos años en el país.

"El coronavirus me hizo notar que en Estados Unidos, si no eres miembro de la élite adinerada, estás abandonado a tu suerte sin prácticamente ninguna ayuda del Gobierno federal", dice Michael, cuya decisión se aceleró cuando Donald Trump llegó a la presidencia en 2016.

Una carga alta de impuestos

Otra razón que motiva a querer deshacerse de su nacionalidad es la alta carga de impuestos para quienes viven por fuera.

En 2010 se aprobó la Ley de Cumplimiento Fiscal de Cuentas Extranjeras (FATCA, por sus siglas en inglés), que obliga a los bancos extranjeros y otras instituciones financieras a informar al Servicio de Rentas Internas (IRS, por sus siglas en inglés) sobre cualquier cliente que sospechen que es estadounidense.

Estados Unidos es uno de los dos únicos países (el otro es Eritrea) que grava impuestos a las personas en función de su ciudadanía y no del lugar en donde viven. Eso obliga a los estadounidenses en el extranjero a declarar sus ingresos al IRS, con posibles implicaciones fiscales en caso de no cumplir con sus obligaciones fiscales.

El número de personas que han renunciado a ser estadounidenses se mantuvo estable entre 2000 y 2010 en menos de 1,000 personas al año, pero tras la entrada en vigor de la FATCA se disparó hasta un máximo de casi 7, 000 el año pasado.

Desde que James [nombre falso] se enteró de esto, hace cuatro años, ha querido renunciar a su ciudadanía, pero sin éxito. Nació en Texas, pero vive en Singapur desde que era pequeño.

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Su mayor desilusión llegó cuando se enteró de que, como su hijo nació fuera de Estados Unidos, no tendría derecho a la ciudadanía, pero al nivel de impuestos sería tratado como si fuera un contribuyente estadounidense.

"El doble rasero me molesta mucho", explica, "nunca pedí la ciudadanía estadounidense, y ahora ni siquiera se me permite renunciar a ella".