Las detenciones en la frontera de Estados Unidos y México repuntaron un 40% en junio, un aumento que pone en evidencia que los inmigrantes están desafiando las medidas de emergencia del presidente, Donald Trump, para contener los contagios del COVID-19 pese a la orden de expulsar de manera expedita a aquellos que ingresan al país de forma ilegal o soliciten asilo.
La Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP, en inglés) detuvo a 32,512 personas en la frontera sur el mes pasado, una subida del 40% en comparación con los 23,142 arrestos de mayo y más del doble de las que se realizaron en abril, cuando el Gobierno ordenó el cierre de la frontera.
Si bien las cifras de arrestos están muy por debajo de las que arrojó la crisis migratoria del año pasado, fruto de la proliferación de caravanas procedentes de Centroamérica, pueden ser un síntoma de que los efectos de disuasión a raíz de la pandemia parecen haber pasado página pese al repunte de casos.
A diferencia de las detenciones en junio de 2019, la mayoría de los que intentaron cruzar sin éxito la frontera eran adultos solteros, no familias enteras con niños.
La aplicación de los procedimientos de emergencia adoptados por Trump por el COVID-19 supuso que el 89% de los detenidos fueran enviados a México rápidamente con el fin de no saturar los centros de detención y evitar la propagación de la enfermedad, que ya ha contagiado a más de tres millones de personas en Estados Unidos.
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