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Fiestas virtuales de dreamers para celebrar “una ciudadanía artificial”. Y la lucha sigue: a muchos migrantes les falta aún protección

Sentado delante de su computadora, Óscar Hernández clickeaba este jueves una y otra vez esperando a saber si podría convertirse en médico justo cuando su país más le necesita. Cientos de miles más aguardaban en otras casas, otros estados, otras familias. Otros, en cambio, quedaron atrás.

Por Luis Antonio Hernández y Marina E. Franco

“Es una hermosa victoria después de tanto tiempo de incertidumbre”, explica Yunuen Bonaparte, un periodista dreamer que con su cámara ha retratado la alegría por el dictamen de la Corte Suprema que mantiene en vigor DACA. Este fin de semana se planean numerosas fiestas para celebrarlo, añade, pero por videoconferencia porque la pandemia de coronavirus no da respiro.

Fiestas virtuales para celebrar “una ciudadanía virtual”, como la denomina Joella Roberts.

Ella llegó con cuatro años a Estados Unidos, junto a su hermano y su madre, procedente de Trinidad y Tobago. Como cientos de miles de jóvenes inmigrantes indocumentados, traídos al país por sus padres cuando eran niños, el programa de Acción Diferida para los Llegados en Infancia aprobado por el expresidente demócrata Barack Obama en 2010 le permitió a Roberts conseguir un trabajo y ayudar a su familia. Pudo comprar un automóvil y tener crédito como cualquier otro ciudadano de este país, pero sin serlo en realidad.

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La cancelación de DACA, anunciada por Trump en septiembre de 2017, la habría dejado al borde de la deportación. Desde entonces, el camino ha sido “muy largo y tortuoso”, explica, pero la Corte Suprema “está en el lado correcto de la justicia y de la historia”.

La lucha, en cualquier caso, no ha acabado, y se une a la batalla contra el racismo y la brutalidad policial que sacude también el país. Las personas negras y latinas están siendo además especialmente afectadas por contagios de coronavirus y por los efectos económicos de la pandemia.

Joella Roberts
Joella Roberts de 22 años, originaria de Trinidad y Tobago y beneficiaria de DACA, en una protesta cerca de la Casa Blanca en contra de la violencia policial el 12 de junio de 2020. AP / AP

Para Kassandra Aleman, de 26 años, la decisión de la Corte Suprema supone que por fin podrá solicitar la admisión en la universidad para estudiar Leyes.

“Tan solo saber que puedo seguir con mi vida, por ahora, me dio una esperanza que no he sentido en mucho tiempo”, ha explicado Aleman a NBC News.

Podrá seguir así el camino de otros como Óscar Hernández, de 31 años, que obtuvo la protección de DACA en 2013. Pudo así lograr ayuda financiera, estudiar una maestría y convertirse en el primer dreamer graduado de la Irvine School of Medicine en la Universidad de California. Esta semana, Hernández comenzó una residencia en cirugía general en la Clínica Cleveland, en Ohio.

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"Cuando recibí DACA, se sintió como una liberación", explica Hernández. Pero la cancelación del programa le habría impedido convertirse en médico (en un momento de crisis sanitaria como nunca antes en más de 100 años) e incluso ser expulsado del país. 

Así, el jueves por la mañana, Hernández estaba en su casa en Cleveland con su novia, refrescando una y otra vez la página web de la Corte Suprema, esperando que la decisión se publicara a las 10 am. Cuando escuchó la noticia, tuvo una palabra para describir cómo se sentía: "¡Estoy extasiado!".

"Estábamos abrazados y llorando y esperando que algo positivo saliera de esto", contó a NBC News, "puedo volver a trabajar, continuar mi entrenamiento como cirujano. Al menos por ahora puedo descansar tranquilo".

La inmigrante Greisa Martinez reacciona a la decisión de la Corte Suprema
 Greisa Martinez (der.), quien creció como una inmigrante indocumentada en Dallas, Texas, reacciona a la decisión de la Corte Suprema; en Washington DC, el 18 de junio de 2020.  Getty Images

Afuera de la corte en Washington, D.C., Greisa Martínez también estuvo celebrando con carteles que decían “Home is here” ("Este es nuestro hogar”).

"Esta victoria traerá alivio temporal a la juventud migrante y a nuestras familias, que han vivido en un limbo desde que Trump suspendió DACA en 2017, pero la lucha no ha terminado”, dijo esta dreamer y subdirectora del grupo United We Dream Action, que defiende a los jóvenes indocumentados.

José Antonio Vargas, periodista y activista que fundó el grupo Define American, también recalcó que no hay que bajar la guardia: “La lucha sigue”, tuiteó Vargas en un mensaje dirigido “a todas las personas indocumentadas que ya no tienen la edad necesaria para solicitar DACA, que fueron dreamers antes de que existiera el DREAM Act”.

Esto último, en referencia a la ley migratoria que se ha debatido desde 2001 en el Congreso. La última vez que se discutió, en 2010, se quedó a cinco votos de ser aprobada, uno de los hechos que motivó a Obama a decretar DACA por orden ejecutiva.

Para muchos dreamers, el permiso de trabajo y la posibilidad de permanecer en Estados Unidos ha sido lo más cercano que han tenido de sentirse como estadounidenses. El programa los ha ayudado a convertirse en los salvavidas de sus familias.

"DACA es indiscutiblemente una de las políticas de integración de inmigrantes más exitosas de las últimas tres décadas", dice el profesor de la Universidad de Harvard, Roberto Gonzales, quien documentó la vida de 1,500 dreamers en su libro Vidas en el limbo: ser indocumentado y mayor de edad en Estados Unidos.

"Le ha proporcionado a cientos de miles de jóvenes la capacidad de trabajar legalmente, obtener licencias de conducir y establecer su crédito", dice Gonzales, quien agregó que actualmente 50,000 beneficiarios de DACA trabajan en campos relacionados con la salud y 20,000 que imparten clases a niños en las aulas de todo el país.

Edison Suasnavas, dreamer especialista en oncología molecular,
Edison Suasnavas, dreamer especialista en oncología molecular, posa cerca de su casa en Saratoga Springs, Utah, el 11 de junio de 2020.  AP

Para Edison Suasnavas, dreamer de 33 años especialista en oncología molecular, la decisión de la Corte ha significado la posibilidad de ayudar al país en el momento en el que más se necesita del talento y habilidades de médicos como él.

Tenía 12 años cuando llegó a Estados Unidos desde Ecuador, después de una crisis económica allí. Se mudó con su familia a Logan, Utah, y estaba considerando marcharse a México, de donde es su esposa, antes de obtener DACA.

"No quiero parecer arrogante, pero en este momento, especialmente con lo que está sucediendo, trabajando en un laboratorio médico, demostramos que somos esenciales para seguir contribuyendo al país", concluye Suasnavas.

Hay hasta 1.3 millones de jóvenes inmigrantes en Estados Unidos que pudieran calificar para el programa, según el Migration Policy Institute; por el momento 644,000 personas tienen el estatus DACA.

"DACA no solo ha sido algo netamente positivo en mi propia vida, sino también en la de mi comunidad", resume Tony Choi, activista y beneficiario del programa.

"Estoy increíblemente emocionado de que la generación más joven de jóvenes indocumentados que fueron excluidos del programa por la terminación ilegal de DACA en el otoño de 2017 ahora lo soliciten", añadió.



Ciriac Alvarez Valle, de 25 años y residente en Salt Lake City, es analista de políticas en la organización Voices for Utah Children, un grupo sin fines de lucro de defensa y política infantil. Su DACA expira en 2021. Ella había empezado a hacer gestiones para renovar sus beneficios y poder permanecer legalmente en el país un par de años más si la Corte Suprema anulaba el programa.

Tener DACA ha sido crucial en la pandemia, ya que algunos miembros de su familia perdieron sus empleos, y ella y su hermana han podido ayudarles económicamente: "Ahora espero que se abran nuevas las aplicaciones".

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