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La pandemia provoca retrasos y trabas para la repatriación de restos a México y Centroamérica

El costo medio oscila entre 3,500 y 5,000 dólares, aunque depende de los lugares de origen y el destino del féretro con el cuerpo o las cenizas. Las embajadas pueden ofrecer ayuda económica.
/ Source: Telemundo

WASHINGTON.— Valeriano Hernández Bonilla murió hace dos semanas en la capital estadounidense por complicaciones de salud ajenas al coronavirus. Este jueves, sus hijos pudieron cumplir al fin su último deseo de regresar los restos a su pequeño cantón en El Salvador, tras un retraso atribuido a la pandemia del COVID-19.

Hernández Bonilla, de 78 años, falleció en la noche del 15 de mayo en su casa rodeado de su familia en un vecindario de Washington DC tras ocho meses de complicaciones por deficiencia renal y cáncer de próstata.

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Se había establecido allí en 2008, aunque nunca logró la ciudadanía, trabajando como lavaplatos en restaurantes para sostener a su familia.

“Vinimos a este país por la situación económica y siempre pensamos que acá por lo menos mi papá tuvo seguro médico y pudo recibir tratamiento”, explica con voz pausada Ana Hernández, la mayor de sus nueve hijos.

Ahora descansará en un cementerio conocido como El Cuadro, muy cerca de donde, en su tiempo, cuidaba sembríos de arroz, maíz, frijoles, maicillo y sandías.  El ataúd con los restos ha aterrizado este jueves en la capital salvadoreña, a tres horas del oriental cantón de Centeno, en el departamento de La Unión.

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El costo de la repatriación, que incluye el féretro, embalsamamiento, velorio, traslado y vuelo alcanzó los 5,800 dólares. Ana y sus hermanos no pudieron viajar, según explica, por las restricciones de viaje impuestas durante la pandemia.

“Cuando vimos que empezó a enfermarse en septiembre y no había remedio, llamé a una funeraria que se encargó de todos los trámites”, explica Ana, “estamos contentos porque cumplimos su último deseo”.

Valeriano Hernández Bonilla había celebrado recientemente sus 50 años de matrimonio con Evelia Paz, con quien tuvo 9 hijos
En esta foto cedida por su familia, Valeriano Hernández Bonilla había celebrado recientemente sus 50 años de matrimonio con Evelia Paz, con quien tuvo 9 hijos. Valeriano falleció por complicaciones de salud ajenas al coronavirus, pero su familia asegura que las restricciones por la pandemia del COVID-19 retrasaron la repatriación de sus restos a El Salvador. Foto cortesía de la familia de Valeriano Hernández Bonilla / Noticias Telemundo

Esta familia explica que no pidió ayuda al consulado porque desconocía que podían hacerlo.

Pero las embajadas de México y varios países de Centroamérica dicen afrontar una avalancha de llamadas y mensajes en redes sociales en busca de información y, en particular, sobre la repatriación de aquellos, vivos o muertos, varados por la pandemia en Estados Unidos.

En el caso mexicano, la cancillería ha dicho esta semana que 1,066 ciudadanos de este país han fallecido por el COVID-19 en Estados Unidos, aunque las autoridades diplomáticas no revelan cuántos de ellos fueron repatriados. 

“De todos los trámites consulares que hacemos, es el más doloroso, el más difícil, tanto para el personal como para las familias, particularmente para las familias", indica Rafael Laveaga, jefe de la Sección Consular de la embajada mexicana, "y ahora con el COVID-19 hay restricciones muy difíciles en los hospitales".

Las funerarias han respondido sin embargo “con mucha sensibilidad”, añade, y no están cobrando por mantener los cuerpos en las morgues, ni se ha visto “un patrón de abusos”.

Un proceso caro y complejo

El costo medio de la repatriación oscila entre 3,500 y 5,000 dólares, aunque depende de los lugares de origen y destino del féretro. Los trámites se han complicado además por el cierre de las oficinas estatales, lo que obliga a realizarlos por correo. 

Además, las aerolíneas han suspendido buena parte de sus rutas desde y hacia Estados Unidos, y han limitado el traslado de féretros, lo que ha creado un "cuello de botella" en las repatriaciones de restos.

Ante el alto costo y el retraso en la entrega –que en algunos casos se alarga meses– muchas familias han optado por la cremación y el traslado de las cenizas en una urna, aunque eso contravenga sus tradiciones.

Laveaga asegura que los consulados ofrecen ayuda financiera a quienes la necesiten –el gobierno mexicano designó este mes 20 millones de dólares– y aconseja contactar al consulado antes de llamar a una funeraria, al (202) 997-0560 en el área de Washington, D.C., o al (520) 623-7874, para el resto del país, y ambas líneas están disponibles las 24 horas del día.

Restricciones del traslado

Las autoridades en cada estado pueden imponer restricciones adicionales para la preparación y entrega de restos si la persona falleció del COVID-19.

Los restos humanos no transmiten enfermedades, pero si la persona falleció de una enfermedad contagiosa sí existe el riesgo de transmisión -sobre todo al entrar en contacto con tejidos blandos-, aunque es menor que de un ser viviente, según la Sociedad Internacional para Enfermedades Infecciosas.

La Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA, en inglés) ha explicado en un documento las normas para la repatriación de restos de quienes fallecen por enfermedades contagiosas. Aconseja así el traslado de cenizas en una urna, de restos embalsamados en un féretro sellado, o de un cadáver sin embalsamar pero también un ataúd herméticamente sellado.

Documentos requeridos para la repatriación de un ser querido:

  • Certificado de defunción
  • Certificado de embalsamamiento
  • Permiso del gobierno para el tránsito internacional del féretro o las cenizas
  • Certificado de cremación (si ha sido la opción)
  • Carta del médico forense que constate que el fallecimiento no fue por enfermedad contagiosa

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