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La ‘fábrica de engaños’ de Tlaxcala alimenta la prostitución a ambos lados de la frontera. Estas niñas salvaron a su pueblo sobre los escenarios

No todas las mujeres que desaparecen en México se quedan sin ser localizadas. Cientos aparecen vivas después de ser secuestradas, privadas de libertad o extorsionadas. En Tlaxcala, uno de los epicentros de la esclavitud sexual del país, se oculta un oscuro secreto que todos conocen: a las niñas las manipulan, las prostituyen y, si alzan la voz, las matan.
/ Source: Telemundo

Para Laura, los recuerdos son su maldición. Quisiera olvidar  y concentrarse solo en Héctor, su hijo de 2 años, que la besa, le grita y la jala para que lo atienda. Pero, explica entre sollozos, quiere contar su historia para que eso no le pase a ninguna otra mujer.

“Mínimo tenía que juntar más de 2,000 pesos en la noche, y me pagaban por un servicio 200 pesos… si los clientes eran americanos entonces eran 20 dólares”, dice como si le faltara el aire.

Asegura que en los dos años que estuvo viviendo en la frontera de México con Estados Unidos vio a muchas chicas: algunas sólo tenían 13 años, y las mayores 15 o 16. Casi todas habían sido raptadas. “No teníamos derecho de salida”, explica, “ahí mismo en la zona teníamos hoteles, no salíamos a ningún otro lugar y no podía salirme de eso”.

Laura dice que, por amor, hace 10 años se entregó a un hombre mayor. Se trata del sujeto que la obligó a prostituirse en una calle de Tijuana, de 6:00 de la tarde a 6:00 de la mañana, y de lunes a domingo. Era un círculo de castigo impenitente. Y terminó compitiendo con otras mujeres para complacer a su pareja, que abusaba de ella de manera física, psicológica y económica. 

Una mujer que ejerce la prostitución en el municipio de San Marcos Contla, Tlaxcala, abril de 2020.
Una mujer que ejerce la prostitución en el municipio de San Marcos Contla, Tlaxcala, abril de 2020.Alejandro Ancona

“Cuando uno está adentro es como si no fueses persona”, lamenta. “Una no se siente querida por su pareja porque, si te quisiera o te apreciara, no te mandaría a trabajar en ese lugar. No te compartiría con otras personas”, agrega.

Laura nació y creció en Acxotla del Monte, un pequeño pueblo de Tlaxcala, estado mexicano que es conocido por ser uno de los epicentros de la trata de personas. 

La Comisión Nacional de los Derechos Humanos indicó en 2018 que hasta 70,000 niños y niñas son sometidos a explotación sexual en México. Según otras estimaciones, la cifra podía ascender hasta el medio millón de jóvenes.

De acuerdo con cifras oficiales, 3,825 mujeres fueron asesinadas con violencia el año pasado, un 7% más que en 2018. Se calcula que la violencia feminicida es responsable de la muerte de, al menos, 10 mujeres al día en México. Esta situación ha desatado múltiples protestas contra los abusos y feminicidios, como la reciente marcha multitudinaria del 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, y el paro nacional llamado "Un día sin nosotras" que se realizó el 9 de marzo y cuyo impacto económico se calcula en unos 290 millones de dólares.

La calle frente a la iglesia de Acxotla del Monte, Tlaxcala, el 1 de febrero de 2020.
La calle frente a la iglesia de Acxotla del Monte, Tlaxcala, el 1 de febrero de 2020.Albinson Linares

Las que aparecen con vida, pero fueron abusadas

No todas las mujeres que desaparecen en México se quedan sin ser localizadas. Entre 2006 y 2018, 653 mujeres fueron encontradas con vida después de ser secuestradas, privadas de libertad o extorsionadas, según una base de datos de 2006 a 2018 de la Comisión Nacional de Búsqueda, analizada por Noticias Telemundo.

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Los reportes muestran que esas mujeres sufrieron un calvario: muchas fueron abusadas sexualmente, retenidas por días en contra de su voluntad. Otras escaparon después de ser levantadas en la calle. Pero también están las que desaparecen en silencio, sin formar parte de las estadísticas. Son las víctimas de trata de personas con fines de explotación sexual, que las autoridades no contemplan en las bases de datos de personas desaparecidas.

Tan solo en 2018 se registraron a 360 víctimas de trata de personas, según cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública. Sin embargo, la base de datos sobre mujeres desaparecidas solo da cuenta de cuatro víctimas de trata que fueron localizadas.

Análisis de Noticias Telemundo sobre la base de personas desaparecidas de la Comisión Nacional de Búsqueda.
Análisis de Noticias Telemundo sobre la base de personas desaparecidas de la Comisión Nacional de Búsqueda.Diana Baptista

“La estadística de desapariciones generalmente no las incluye”, explica en entrevista Teresa Ulloa, directora regional de la Coalición Regional contra el Tráfico de Mujeres y Niñas en América Latina y el Caribe. “Tenemos que estar pidiendo pruebas de ADN de la madre y el padre (de las mujeres) por si aparecen en una fosa”.

En Tlaxcala, el primer gran escándalo se produjo en 2004, cuando las autoridades estadounidenses desarticularon las operaciones de la familia Carreto, luego de que una serie de inspecciones revelaron una red que durante 14 años (de 1991 a 2004) obligó a una docena de mujeres mexicanas a irse a prostituir en Estados Unidos.   

Desde entonces, cada tanto se producen detenciones, cateos y operativos que muestran los nexos de esa región agrícola con actividades de esclavitud sexual, rapto y tráfico de personas, entre otros delitos. 

Paulino Hernández Granados y Raúl Granados Rendón, dos hombres de San Miguel Tenancingo, un pueblo ubicado a unos 18 kilómetros de Acxotla, estuvieron varios años entre los 10 criminales más buscados por las autoridades estadounidenses. Actualmente ambos se encuentran presos en este país. 

Una mujer en la carretera del municipio de Teolocholco, Tlaxcala, abril de 2020.
Una mujer en la carretera del municipio de Teolocholco, Tlaxcala, abril de 2020.Alejandro Ancona

Tlaxcala, junto a otros estados del centro como México, Morelos y Puebla, conforman el 'corredor de la trata de personas', afirma Juan Martín Pérez, director de la organización Red por los Derechos de la Infancia (Redim), en entrevista con Noticias Telemundo. Pérez asegura que en la última década se han abierto en México 3,000 carpetas de investigación por trata de personas, pero únicamente se ha resuelto uno de cada diez casos.

“Los grupos criminales que antes se dedicaban solo a la droga se han diversificado y han cooptado a estas mafias locales. Tienen la posibilidad, ante la gran impunidad, de masificar ese modelo criminal”, asegura.

“Sí hay prostitución, pero la gente se dedica a eso por gusto”

Laura conoce bien Tenancingo, una población ubicada al sureste de Tlaxcala. Es uno de los lugares que le gustaría olvidar. Cuando tenía 17 años conoció allí al hombre que la enamoró con regalos caros y largas conversaciones cuando era una jovencita, el que la arrastró al mundo de la prostitución. Era un tipo mayor, como de 40 años, que la esperaba todos los días a la salida de la escuela.

 “Como que me fui enamorando hasta que comencé a sentir algo y decidí irme con él. Luego le dije que estaba embarazada”, cuenta. Tener al bebé era su máxima ilusión. “Pero me obligó a abortar en Tenancingo”, confiesa. “Cuando me recuperé me mandaron para Tijuana”. Solo tenía 20 años.

En diversas investigaciones judiciales, académicas y periodísticas, Tenancingo es mencionado como una suerte de tétrico centro de acopio donde las mujeres son despersonalizadas, maltratadas, humilladas, encerradas y, aisladas en casas de seguridad. 

Uno de los modus operandi de los proxenetas, conocidos en la zona como padrotes o caifanes, es enamorar a las mujeres y luego casarse o juntarse con ellas hasta que quedan embarazadas.

Una vez que las mujeres dan a luz, en localidades como Tenancingo son separadas de sus hijos y amenazadas con que jamás volverán a verlos, por lo que la mayoría decide entregarse a la prostitución. Sus hijos son criados por otras mujeres, a veces familiares de los proxenetas, a veces antiguas prostitutas que ya no trabajan en la calle pero forman parte activa de la red de trata. Ellas son las cómplices que enseñan a las nuevas, las que las “ablandan” con engaños y las manipulan hasta inducirlas a pensar que no tienen otro destino.

Cuando todo falla, explica Laura, la brutalidad de los padrotes entra en juego con palizas y violaciones que sumen a las víctimas en un estado de profundo maltrato psicológico. A muchas las drogan o las emborrachan, convirtiéndolas en autómatas que se limitan a obedecer órdenes.

El antropólogo Osvaldo Romero Melgarejo ha rastreado los inicios de este fenómeno hasta mediados del siglo XX, cuando la crisis económica llevó a muchos tlaxcaltecas a la capital. “Aprendieron oficios como los textiles y se incorporaron a otras industrias, pero lamentablemente muchos se convirtieron en proxenetas e incorporaron esas prácticas en la vida de sus pueblos. Ese fue el comienzo”, asegura.

En 2008, la académica Patricia Olamendi detectó casos de trata de personas en 15 de los 60 pueblos de Tlaxcala. Menos de una década después, la organización de derechos humanos Centro Fray Julián Garcés determinó que esa actividad se había extendido a 40 municipios.

En esos años, entre 2011 y 2017, se investigaron 200 casos de trata de personas. Pero sólo hubo 14 condenas, según la Procuraduría Estatal de Justicia. 

Un motel en la carretera 121 Santa Ana Chiautempan-Puebla, en Tlaxcala.
Un motel en la carretera federal 121 Santa Ana Chiautempan-Puebla, en Tlaxcala.Alejandro Ancona

“Más del 90% de las denuncias quedan en total impunidad”, explica Alejandra Méndez Serrano, directora del centro. “Además, no se reporta la protección que les dan a las víctimas por lo que el fenómeno sigue avanzando porque no hay una acción real del Estado”, concluye.

Aunque Patricia Olamendi fue pionera en las investigaciones sobre la trata de mujeres en Tlaxcala, y su estudio de 2008 es referencial para la mayoría de los análisis, ya tiene muchos años sin regresar a ese estado porque su estadía fue “una experiencia aterradora”. En los ocho meses que duró la investigación tuvo que cambiar a todas las mujeres de su equipo por hombres y finalmente decidió quedarse en Puebla, a una hora de distancia, debido a la intensa hostilidad que percibía contra sus pesquisas.

Aún le resulta escalofriante recordar las entrevistas con cada uno de los funcionarios, desde fiscales a policías, que le repetían el mismo libreto: sí hay prostitución, pero la gente se dedica a eso por gusto, ganan bastante y les va bien; además, alguien tiene que proveer al mercado de la prostitución de los pobres. Y se reían. 

A ella le pareció extraño hasta que comenzó a leer las 57 denuncias en las que basó su informe. Fue entonces cuando se sintió burlada.

“Estaban guardadas, no habían sido procesadas. Y todas contaban historias similares: jóvenes inexpertas enamoradas o raptadas por hombres mayores que las maltrataban y chantajeaban para que se prostituyeran; a muchas le quitaban los hijos y las obligaban a tener relaciones con centenares de hombres cada semana. Un horror porque en varios casos las desgarraron y tenían que ir al médico, pero en los hospitales nadie preguntaba nada”, asevera con desaliento.

Muchas tuvieron la valentía de escapar y volver a interponer las denuncias, cuenta: “En esos papeles estaba todo lo que las autoridades necesitaban para investigar: nombres, lugares, familias, rutas de tránsito, direcciones, y ellas lo dijeron. Me temo que muchas fueron asesinadas después de eso porque resultó imposible localizarlas”.

Olamendi entrevistó a decenas de personas tlaxcaltecas, de diversas condiciones sociales y profesiones, y todas coincidieron en que, de alguna u otra manera, mucha gente de pueblos como Tenancingo y Acxotla estaban relacionados con la trata. Eran choferes, peluqueras, modistas, cocineras, cuidadores, recepcionistas, empleados de hoteles, dueños de posadas o simples vigilantes que conformaban la industria de la explotación.

 “Llegué a la conclusión de que Tlaxcala es un centro de acopio y distribución de jóvenes para la explotación sexual tanto dentro como fuera de México. Lo increíble es que después de toda esa información que aportamos no hubo una sola investigación del Gobierno mexicano”, lamenta.

La presentación de la obra “Hijas del maíz” en el Marjorie S. Deane Little Theatre de Nueva York, en 2019.
La presentación de la obra “Hijas del maíz” en el Marjorie S. Deane Little Theatre de Nueva York, en 2019.Secretaría de Cultura de México

Los niños que salvaron a su pueblo… en un escenario

Las calles de Tenancingo engañan al visitante ocasional. Tienen esa mezcla de camino rústico y polvoriento, con pavimento irregular y baches copiosos pero, al alzar la vista, todo cambia. Abundan los deportivos de alta cilindrada y camionetas 4X4, manejadas por hombres que levantan nubes de polvo dorado. La desigualdad es patente en cada esquina: junto a modestas viviendas de adobe se alzan aparatosas construcciones de colores estridentes, columnas gruesas y cristales tintados.

Los halcones, jóvenes con celulares que se paran en las esquinas o deambulan frente a bares de mala muerte, vigilan a los transeúntes con un fingido aire distraído. Por las noches custodian a las mujeres que se prostituyen, o invitan a los visitantes a conocer a “las chicas”. Más que un pueblo mexicano, Tenancingo parece una simulación, un espacio con una plaza, una iglesia, residencias y escuelas pero en el que todos parecen dedicarse a otra cosa.

María, de 15 años, dice que ya no sabe qué hacer: si sale a la calle a comprar pan, la miran; si se viste con escote, la chiflan; si se pone suéteres, le gritan; si quiere ir al gimnasio o a la piscina, “hay gente mala” que le hace proposiciones. “Una solo puede quedar con algún amigo a comer un elote, y de día, porque a las 10:00 todo se apaga y los padrotes andan por ahí con sus amigos”, explica.

Sufre ataques de ansiedad desde los 8 años. “Ser mujer aquí está difícil porque tienes dos opciones: o te das a respetar o permites que los demás te lastimen, y permitir eso está feo porque sufres”, dice con tristeza. En su caso, la salvó el teatro.

María forma parte del Semillero Creativo de Artes Escénicas de Tenancingo, una agrupación que el año pasado logró múltiples reconocimientos con Hijas del maíz, una obra que llegó a ser representada en el Marjorie S. Deane Little Theatre de Nueva York.

En esa obra, el gigante Okuilin llega hasta el pueblo y amenaza con destruirlo, pero las mujeres se organizan y logran ahuyentarlo. “Se los dije, juntas podemos hacerlo todo, y más si confiamos en nosotras mismas”, dice la protagonista, Elotzin, luego de la batalla decisiva. 

“Tiene un mensaje muy fuerte porque precisamente aquí no se respeta mucho a las mujeres y tenemos una mala fama que opaca al municipio”, afirma María. “La obra se trata de que la mujer es muy importante en la vida cotidiana, la mujer representa mucho porque es fuerza, amor, respeto, amabilidad. Es muy buena”. 

Aunque Elotzin logra salvar a su gente, en los últimos actos de la obra es devorada por el gigante y muere. Pero, a diferencia de lo que sucede con las múltiples víctimas de feminicidio en México; logra salir del Mictlán, la tierra de los muertos, y regresa a su pueblo para contar todas sus peripecias.

Juan, de 12 años, también participó en la obra. Todavía recuerda su impresión al ver los rascacielos neoyorquinos, dice que allí se sintió libre. Varios de sus compañeros tienen familiares involucrados con la trata. Algunos son hijos de mujeres que trabajan en redes de prostitución en Estados Unidos.

En Acxotla del Monte, Tlaxcala, abundan las residencias estrambóticas que supuestamente les pertenecen a quienes se dedican a la trata de personas.
En Acxotla del Monte, Tlaxcala, abundan las residencias estrambóticas que supuestamente les pertenecen a quienes se dedican a la trata de personas.Albinson Linares

“Vivir acá se siente bien y a la vez es terrible por el maltrato a la mujer. Acá hay mucho padrote que anda trayendo armas y se llevan a las mujeres a diferentes lugares para prostituirlas”, dice Juan. Casi nadie habla de eso, ni en la escuela, ni en la calle. Pero todos murmuran en sus casas sobre el oscuro secreto del pueblo. “Es algo que una mujer no debería vivir en su vida. Como decía mi abuelito ¿para qué hacen eso? Si quieren dinero que trabajen bien, pero no le hagan maldades a las mujeres”, comenta el joven.

Tanto Juan como María sueñan con irse de Tlaxcala apenas puedan. Laura, en cambio, dice que no quiere. Le gusta la idea de quedarse cuidando a sus padres, ya ancianos, y no tiene buenos recuerdos de la temporada que pasó fuera de Acxotla. Pero sí le gustaría que Héctor, su hijo, se marchara a estudiar. 

“Que salga lejos de aquí, para que sea un hombre bueno”, comenta, y lo mira fijamente. Si no, añade, “será un padrotito más”.

 Los nombres de Laura, Juan y María fueron cambiados por motivos de seguridad.

La periodista Diana Baptista colaboró en este reportaje. 

Si usted tiene información de casos de trata de personas en México o Centroamérica puede escribir a albinson.linares@nbcuni.com.

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