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"Fue una película de terror”. Estas inmigrantes pidieron jabón en una cárcel de ICE. Las rociaron con gas pimienta

Las mujeres denunciaban la falta de medidas contra la pandemia cuando fueron reprimidas con violencia: “Llama a mi abogado, dile que me estoy asfixiando”, pidió una.

Jennifer Ávalos Barrios telefoneó a su hermana desde el centro de detención de inmigrantes LaSalle en Jena (Louisiana) con una petición desesperada.

“Llama a mi abogado”, le rogó, “dile que me estoy asfixiando”.

Ávalos, de 24 años, huyó de Guatemala hace tres años para buscar refugio en Estados Unidos con sus hijos, de 9 y 6 años. Vivía en San Francisco (California) junto a su hermana, pero fue arrestada por la policía tras un accidente en Alabama.

La llamada, reportada por la web informativa Mother Jones, sucedió el 25 de marzo. Aquella mañana, oficiales del Grupo GEO, la empresa subcontratada por el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, en inglés) para gestionar el centro de detención, habían asegurado a Ávalos y a sus compañeras de dormitorio que estaban a salvo del nuevo coronavirus. 

Su historia dio un giro ese miércoles y ella y otras 78 mujeres se encontraron atrapadas en una habitación llena de gas pimienta. Pasó cerca de una hora antes de que salieran, contó más tarde Ávalos a su abogada, Mariel Villarreal. 

El portavoz del ICE, Bryan Cox, confirmó que cuatro personas fueron rociadas con gas pimienta cuando estaban en una habitación con otras 75 detenidas. Cox dijo que estas medidas fueron usadas después de que ellas trataron de "forzar su salida del área de vivienda”, según recoge la web informativa Buzzfeed News.

ICE ha confirmado 220 casos de contagio de COVID-19 entre migrantes detenidos en diversos centros de detención, y otros 116 entre sus propios empleados. Hay 45 casos confirmados en tan solo un centro de detención, en Batavia (Nueva York), y 36 casos en siete centros de detención en Luisiana.

No hay jabón

No tenemos suficientes toallas sanitarias, jabón ni artículos de limpieza. Quieren que mantengamos las cosas limpias, pero no nos dan lo que necesitamos”, denuncia Laura, (seudónimo), una hondureña que vive ilegalmente en el país desde hace 15 años.

“Jabón de manos. Literalmente tuvimos que rogar por jabón de manos. Lo están haciendo un poco mejor ahora. Nos dieron estos pequeños tubos de jabón ayer. Dijeron que nos traerían uno cada semana”, relata Marlene Seo, una mujer mexicana de 47 años que vive en el país desde que tiene tres años.

 

 

“La doctora mentirosa”

Aquel día llegó el administrador del Grupo GEO acompañado de una doctora. En el centro la conocían como “la doctora Mentirosa” porque supuestamente promete cosas que nunca pasan.

“Estoy para asegurar que haya suficiente jabón, que tengan artículos de limpieza, que todo esté limpio”, cuenta Ávalos que dijo la doctora. Las mujeres reclamaron que no habían tenido jabón en los últimos días. Ella volvió a insistir que le avisaran cuando no hubiera suficiente jabón. 

“Estoy aquí para hablar del coronavirus, cómo evitarlo, cómo impedir que se extienda. Tienes que lavarte las manos y estar a más de seis pies de distancia, explicó. No tienes que abrazarte. Puedes chocar los codos”, insistió la doctora en español, según esta denuncia.  “Por supuesto”, exclamaron las mujeres.

La doctora les dijo a las mujeres que se calmaran, que no se dejaran llevar por las noticias porque era “pura paranoia”, “una simple gripa”, relata Kerlys, una colombiana, que lleva en LaSalle desde el 5 de septiembre.

Otra mujer preguntó sobre la gente que es asintomática. La doctora la ignoró, según Ávalos. 

Fue entonces cuando las mujeres comenzaron a protestar. “Responda a la pregunta”, dijeron unas. “No eres doctora, eres psicóloga”, increparon otras. Al ver que la situación se estaba saliendo de control, intervino una oficial y la doctora se fue.

“Llamó a un capitán, que llamó a otro capitán. Aparecieron muchos capitanes. Abrieron la puerta. Nos acercamos a la puerta. Los capitanes nos empujaron. Algunas de las mujeres se echaron para atrás”, cuenta Ávalos.

La guardia empezó a rociar a todo el mundo, de acuerdo con Ávalos, y luego cerró la puerta. “Fue una película de terror”, relata Adelina (pseudónimo), una dominicana de 46 años.

Ávalos fue al baño y llamó a su hermana: “Tienes que llamar a mi abogado y decirle que me estoy asfixiando”. Una hora más tarde las llevaron al patio.

Ávalos fue liberada el lunes por la noche tras abonarse una fianza de 10.000 dólares. Sus parientes, que se quedaron sin trabajo por el coronavirus, solo podían pagar la mitad. Villarreal, su abogada, aseguró el resto de los fondos.

“Estoy feliz de haber salido de ese infierno”, concluye Ávalos.

 

Con información de Mother Jones y Buzzfeed News.

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