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Cómo ha evitado Panamá hasta ahora una avalancha de muertes por el COVID-19

Cierre de fronteras, distanciamiento social, ley seca y una cuarentena diferenciada entre hombres y mujeres son algunas de las drásticas medidas para controlar el brote de coronavirus.
Un grupo de mujeres mantenían el distanciamiento social en la fila de un supermercado, en Ciudad de Panamá, el 3 de abril de 2020.
Un grupo de mujeres mantenían el distanciamiento social en la fila de un supermercado, en Ciudad de Panamá, el 3 de abril de 2020.AP
/ Source: Telemundo

El 5 de enero, las autoridades chinas declararon que estaban investigando un brote de neumonía que no era SARS ni MERS en la ciudad de Wuhan. Dos días después lo identificaron como un nuevo coronavirus y el 11 de enero anunciaron el primer fallecimiento. Lourdes Moreno, directora de Epidemiología de Panamá, dice que leyó esas informaciones y de inmediato alertó a las instituciones sanitarias de todo el país.

“Nosotros no podemos correr riesgos porque somos un centro de tránsito y conexiones para todo el mundo”, explica con vehemencia en entrevista telefónica con Noticias Telemundo. Solo en 2019, el aeropuerto internacional de la Ciudad de Panamá registró un tráfico de 16.6 millones de pasajeros, la mayoría de ellos en conexión aérea hacia más de 80 destinos en Europa, Asia y América.

El 15 de enero se celebró una reunión oficial de preparación, y una semana después los científicos del Instituto Conmemorativo Gorgas de Estudios de la Salud iniciaron la búsqueda de casos. “No nos tomó por sorpresa. Somos un país de tránsito y ese tipo de infecciones suelen presentarse aquí”, explica Alexander Martínez, jefe de investigación Genómica Proteómica del instituto.

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El 29 de enero, el Gobierno panameño decretó la emergencia nacional y dedicó un millón de dólares con el fin de preparar al país para la pandemia, además de implementar los chequeos a viajeros y las pruebas de tamizaje. En contraste, Italia no decretó la alarma hasta el 31 de enero, y España, otro de los países más afectados, hasta el 14 de marzo. El 22 de enero, el presidente estadounidense Donald Trump declaró: “Lo tenemos completamente bajo control. Es solo una persona que viene de China”.

Trabajadores con equipo de protección en un nuevo centro de salud, en la Ciudad de Panamá, el 16 de abril de 2020.
Trabajadores con equipo de protección en un nuevo centro de salud, en la Ciudad de Panamá, el 16 de abril de 2020.AP

“Si alguien tenía fiebre o síntomas respiratorios, lo llevábamos a un hospital de referencia donde era aislado. Esos viajeros estuvieron en aislamiento 14 días y llegamos a tener cerca de 3,817 personas en seguimiento a lo largo de todo el país”, explica Moreno sobre esas primeras medidas de contención. 

Sin embargo, la vida continuaba para muchos panameños como Julio Sandoval, presidente de la Asociación de Médicos Intensivistas. El 1 de marzo cumplió 43 años y atendió a un paciente con pancreatitis severa y distrés respiratorio agudo. La persona estaba grave y, entre otras cosas, podía asfixiarse, por lo que Sandoval y su equipo le pusieron un ECMO. 

“Es como un pulmón artificial y fuimos los primeros en usarlo. Recuerdo que dije que, si llegaba el coronavirus, sería una terapia muy útil en cuidados intensivos. No sabía lo que venía”, explica en conversación telefónica. Al día siguiente lo llamaron del Ministerio de Salud para que se incorporara al Comité Técnico Asesor del COVID-19.

Emilio Saturno, alergólogo e inmunólogo de 50 años, viajó el 8 de marzo a Nueva Orleans, donde tiene una clínica. Al día siguiente, tanto Panamá como Nueva Orleans registraron su primer caso de coronavirus. “Adelanté mi boleto y regresé el 12 de marzo, pero seguí trabajando con todas las medidas de protección. Ese mes vi más de 30 casos de influenza, pero el 18 comencé a sentirme mal”, indica.

De alguna manera, Lourdes Moreno estuvo preparándose toda su vida para el pasado 9 de marzo. Fue una alumna brillante, al punto de que sus profesores le adelantaron dos años en la preparatoria, así que comenzó sus estudios de medicina a los 15 años y rápidamente se enamoró de la epidemiología. “La salud pública es una vocación, se trata de cuidar a la gente y eso es algo muy bello. Sin embargo, nunca quieres que tu país viva una pandemia”, explica rotunda.

Han pasado más de 40 días desde el anuncio del primer contagio de coronavirus y Panamá ya ha registrado 5,779 casos y 165 fallecidos. Al menos 24 profesionales sanitarios, entre médicos y enfermeras, se han contagiado. Según la Universidad Johns Hopkins, la pandemia ha contagiado a 2,990,000 personas en todo el mundo, ocasionando más de 207,000 fallecimientos.

Con una población de cuatro millones de personas, Panamá presenta una de las tasas de contagio más altas per cápita de América Latina. Sus autoridades han tomado medidas drásticas para disminuir la curva que, al inicio de la pandemia, se duplicaba cada dos días, llegando a recordar casos dramáticos como el de Italia.

El país centroamericano cerró sus fronteras el 22 de marzo; instauró medidas de distanciamiento social, prohibió el consumo de alcohol e inició una cuarentena por sexo en la que los lunes, miércoles y viernes son los días designados para que las mujeres circulen durante dos horas, mientras que los hombres pueden salir los martes, jueves y sábados. Los domingos toda la población debe permanecer confinada.

Conocer a tu enemigo

Las altas cifras de contagio han despertado alarma pero, según diversos expertos, también son el resultado de la estrategia de salud más ambiciosa de la región. Desde el inicio de la pandemia, las autoridades estuvieron en contacto con funcionarios de países muy afectados, como China y España, que ofrecieron sus experiencias.

“Para nosotros fue fundamental tener la asesoría del personal de epidemiología de Shanghái. Ellos nos recomendaron incrementar el número de pruebas, masificarlas para buscar los casos positivos y sus contactos con el fin de poder aislarlos”, explica Moreno, quien asegura que las cifras muestran que Panamá tiene más casos porque es el país que más pruebas ha hecho en la región.

Las autoridades dicen que han aplicado hasta mil exámenes diarios y ya han realizado 20,137 pruebas. Además, el país tiene 382 instalaciones que reportan al sistema de vigilancia epidemiológica con un sistema digital que se actualiza en tiempo real, equipos de respuesta rápida para tomar las muestras y recientemente se inauguró un hospital modular con 100 camas para pacientes de COVID-19.

Hace seis semanas, Julio Sandoval fue el encargado de hacer un censo nacional de las unidades de cuidados intensivos y de los médicos y demás profesionales de la salud disponible para enfrentar la crisis.

Según sus estimaciones, Panamá cuenta con 6,000 plazas hospitalarias (además de 2,000 camas en hoteles que han sido habilitadas para la cuarentena y el tratamiento de casos moderados), y más de 500 ventiladores mecánicosEsta última cifra supera la cantidad de dispositivos disponibles en países como El Salvador, Honduras, Guatemala y Nicaragua.

“Ha sido un esfuerzo colectivo enorme, pero hasta ahora hemos sorteado la avalancha de casos que nos abatió de manera repentina”, asevera Sandoval.

El Casco Viejo de Ciudad de Panamá, vacío por la cuarentena del coronavirus, el 16 de abril de 2020.
El Casco Viejo de Ciudad de Panamá, vacío por la cuarentena del coronavirus, el 16 de abril de 2020.AP

Los investigadores aseguran que la alta cifra de contagios también obedece a la gran exposición del país como un centro de tránsito internacional. “Panamá fue bombardeado con el COVID-19. Cuando logramos 41 secuencias completas del genoma del virus, ya teníamos al menos ocho fuentes distintas de introducción”, explica Juan Miguel Pascale, director del Instituto Gorgas. “Por eso la mejor decisión fue aplicarle pruebas moleculares a todas las personas que presenten síntomas y las seguiremos haciendo”, añade.

El Gorgas tiene una larga tradición en las investigaciones de biología molecular y genómica, así que sus científicos estaban preparados para colaborar en la estrategia sanitaria. Gracias a sus conocimientos, Panamá fue el primer país de Centroamérica que logró la secuenciación genómica del SARS-CoV-2, una labor fundamental para analizar la composición genética del virus y comprender cómo infecta a los seres humanos.

Secuenciar el genoma es conocer a tu enemigo, saber por dónde viene, y eso es una ventaja cuando estás en una guerra. Te permite determinar si las medidas que se toman son adecuadas y cambiarlas si no lo son”, comenta Alexander Martínez, el especialista en investigación genómica.

La agresiva estrategia de Panamá parece estar dando buenos resultados en los últimos días. La semana pasada el número de pacientes recuperados superó, por primera vez, al de las personas que se encuentran en cuidados intensivos.

Para Sandoval eso demuestra que, por muy duras que sean las medidas tomadas, valen la pena porque salvan vidas. “Es complicado para todos, pero hay que hacerlo. También vemos el resultado del trabajo de las 26 sociedades médicas y científicas del país que desarrollaron guías de manejo de pacientes, eso facilita mucho el trabajo en esta emergencia”, comenta el especialista.

Sandoval asegura que esas guías y protocolos impulsan la captación temprana de los contagiados, lo que permite que sean sometidos a tratamientos distintos, como las terapias con esteroides y heparina, que están disminuyendo las complicaciones y evitan que se congestionen las unidades de cuidados intensivos.

Emilio Saturno es un ejemplo de eso. Acostumbrado a entrenar seis días a la semana y participar en maratones y triatlones, tuvo que estar más de una semana hospitalizado, y con soporte de oxígeno por las graves complicaciones que sufrió cuando contrajo el COVID-19.

Siendo un médico alergólogo e inmunólogo, dice que no poder respirar era una pesadilla que nunca se imaginó. En solo unas horas pasó de contar el tiempo de los kilómetros que hacía durante sus carreras a medir los minutos que le duraban los litros de oxígeno que le ponían sus colegas médicos.

“Pasé de trabajar en mi consultorio y correr todos los días para entrenar, a estar en una cama donde solo sentarme ya era una fatiga”, explica mientras cuenta que el uso de gamaglobulina fue determinante en su caso. “Luché durante días para que no me entubaran, así que le hice caso a un amigo e intenté el tratamiento con gamaglobulina y eso evitó que entrara a terapia intensiva. Poco a poco empecé a mejorar y, aunque todavía me canso, ya puedo respirar profundo”.

Pese a los logros recientes, Lourdes Morales sabe que todavía falta un largo camino por recorrer. Cada dos semanas mide las pequeñas victorias porque ese es el lapso que suele pasar entre la imposición de alguna medida y su repercusión en la tasa de contagios. La rápida transmisión del coronavirus es un reto para los sistemas de salud en todo el mundo y Panamá no es la excepción.

“No nos podemos sentir victoriosos porque nadie puede determinar, a ciencia cierta, cuál va a ser el futuro del virus. Podemos tener rebrotes y más curvas pero lo importante es que estamos preparados y le estamos diciendo la verdad a nuestro pueblo, así lograremos vencer esta crisis”, concluye categórica.

Un hombre hacía sus compras en un supermercado, durante el toque de queda en Ciudad de Panamá, el 16 de abril de 2020.
Un hombre hacía sus compras en un supermercado, durante el toque de queda en Ciudad de Panamá, el 16 de abril de 2020.AP

Discriminación de minorías y migrantes

Sin embargo, algunas de las medidas impuestas por las autoridades han sido muy controversiales. La estrategia de cuarentena por sexos desencadenó las protestas de la comunidad LGBTQ, que denuncia abusos y discriminación.

La policía no me deja salir a hacer las compras el día que me toca como mujer porque en mis papeles dice que soy hombre. Cuando salen los hombres también me discriminan y se burlan de mí porque me visto como lo que soy, yo soy una mujer”, dice en tono compungido Mónica Yaneth Cárdenas, que forma parte de la Asociación de Personas Trans.

Recientemente, Cárdenas —cuyo nombre legal es Ovidio Ernesto— fue detenida y trasladada a un cuartel de la policía donde denuncia que sufrió maltrato verbal y físico. “Me gritaban delante de todo el mundo y me decían que me iban a meter en una celda con hombres donde, seguro, me iban a violar. Después un oficial me empezó a manosear y me tocaba los senos”, afirma la activista. Luego de todo eso, le impusieron una multa de 50 dólares.

Organizaciones como Human Rights Watch (HRW) han recibido otras denuncias de casos de discriminación y abusos contra personas de la comunidad trans.

En Panamá está sucediendo esto porque, para modificar el género legal, las personas deben someterse a una cirugía de reasignación de sexo. Se trata de una ley cruel que no permite que la gente cambie su género con otro tipo de trámites legales como sucede en otros países”, comenta Cristian González Cabrera, investigador de HRW.

Las autoridades panameñas han dicho que seguirán aplicando la cuarentena por sexos.

Otra medida que ha generado problemas es el cierre de fronteras. En la provincia de Darién cerca de 2,500 migrantes de países como Haití, Afganistán, Somalia y Cuba se encuentran varados en las estaciones migratorias. Según las autoridades, 17 de ellos se contagiaron de coronavirus por lo que fueron aislados y sometidos a tratamiento.

“Vivimos como animales, estas condiciones de vida son muy malas”, explica Marco, un migrante haitiano en una conversación telefónica desde La Peñita, una localidad de Darién, en la frontera con Colombia. “Todos los días nos prometen comida pero nunca llega, tenemos que hacer filas de 10 horas para recibir alguna cosa pero no alcanza para todos”, añade.

Según datos oficiales, el año pasado se registró un flujo migratorio de 25,000 personas en la zona. La Organización Internacional de Migraciones ha determinado que el 27% de los migrantes que actualmente se encuentran alojados en Darién son niños, niñas y adolescentes menores de 17 años, además hay 73 mujeres embarazadas y cuatro menores de 17 años sin acompañante adulto.

“Los migrantes presentan mayor vulnerabilidad porque han pasado por trayectos muy difíciles debido al clima y sus condiciones alimenticias que son bastante precarias, al igual que su estado de salud; esta situación representa un reto para Panamá”, asevera Santiago Paz, jefe de misión de la Organización Internacional para las Migraciones de la ONU. “Sin embargo, todos debemos respetar la cuarentena para evitar que se expanda el virus así que su estadía en el país se va a prolongar dependiendo de la evolución y las políticas de otros estados”, añade.

Paz asegura que el gobierno panameño está haciendo grandes esfuerzos por mejorar las condiciones de los migrantes, y diversas agencias de la ONU han colaborado con víveres y atención médica para esa población.

Sin embargo, Marco y otros migrantes denuncian que no es suficiente porque ya llevan tres meses en el país y no ven ningún cambio en su situación. “Este fin de semana vinieron las autoridades y empezaron a hacer promesas, pero siempre es lo mismo y nada cambia para nosotros. Si ellos tuvieran a sus hijos y esposas aguantando hambre, sed y viviendo tirados en el piso también estarían desesperados”.

En Darién ya se han detectado 104 casos de coronavirus, lo que la convierte en la región sanitaria con más rápida propagación de la pandemia.

Si usted tiene información de casos de coronavirus en México o Centroamerica puede escribirnos a albinson.linares@nbcuni.com.

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