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Trump perdió dos meses para asegurar insumos contra el coronavirus. Ahora los hospitales sufren carencias urgentes

Dos investigaciones muestran que el Gobierno perdió tiempo para gestionar los recursos necesarios para enfrentar el coronavirus y denuncian que el personal médico no tiene los insumos de protección necesarios.

Las primeras alarmas de que un brote viral en China podría desencadenar una pandemia sonaron a inicios de enero, pero el gobierno de Donald Trump tardó casi dos meses en reforzar su reserva de suministros y equipos médicos críticos para salvar la vida de estadounidenses.

Cerca de 1.3 millones de personas se han contagiado ya en todo el mundo por la pandemia de coronavirus, que ha provocado al menos 69,000 muertos, según el Centro de Ciencias e Ingeniería de la Universidad de Johns Hopkins. 

Una revisión de los contratos de compra federales realizada por el servicio de noticias The Associated Press muestra que las agencias federales esperaron prácticamente hasta mediados de marzo para comenzar a realizar pedidos a granel de máscaras de respirador N95, ventiladores mecánicos y otros suministros necesarios para los trabajadores de atención médica de primera línea.

Además, un reporte de un organismo de control interno del gobierno, publicado este lunes y analizado por NBC News, muestra que los hospitales de todo el país enfrentan una grave escasez de equipos médicos vitales en medio del brote de coronavirus, incluidos kits de prueba y termómetros, y temen no poder garantizar la seguridad de los trabajadores de la salud que atienden a los pacientes con el COVID-19.

Estos hallazgos, basados en entrevistas realizadas entre el 23 y el 27 de marzo, representan la primera evaluación gubernamental de cómo los hospitales del país están enfrentando al brote, y confirman las denuncias y las advertencias de los trabajadores de la salud de que el sistema médico está bajo una presión sin precedentes.

Los administradores de centros de salud también dijeron que la orientación contradictoria de los gobiernos federales, estatales y locales sobre cómo usar el equipo de protección personal y otros temas ha generado “una mayor sensación de confusión, miedo y desconfianza entre el personal acerca de que los procedimientos del hospital pueden protegerlos”, según el informe del inspector general del Departamento de Salud y Servicios Humanos (HHS, por su sigla en inglés).

El equipo que el gobierno federal le mandó a los hospitales estuvo muy por debajo de lo que se necesitaba y a veces no podía usarse o era de baja calidad, detalla el informe, que se basó en entrevistas con administradores de 324 hospitales y redes de hospitales de diferentes tamaños.

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Según este reporte, un hospital recibió dos envíos de la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias con equipo de protección que había expirado en 2010. Otro sistema hospitalario recibió 1,000 máscaras de gobiernos federales y estatales, a pesar de que esperaban muchas más, y “500 de las máscaras eran para niños, por lo tanto, era imposible que el personal adulto pudiera utilizarlas”, afirma el informe. El elástico en las máscaras N95 de una reserva del gobierno estatal se había “podrido” y no podía usarse, detalla el documento.

Ventiladores inservibles y máscaras podridas

La investigación de The Associated Press (AP, en inglés) muestra que, para mediados de marzo, los hospitales en varios estados estaban atendiendo a miles de pacientes infectados sin el equipo adecuado y estaban pidiendo envíos de la Reserva Estratégica Nacional.

Ahora que ya han transcurrido tres meses de la crisis, esa reserva está casi agotada justo cuando aumenta el número de pacientes que necesitan cuidados críticos. Algunos funcionarios estatales y locales informan haber recibido ventiladores descompuestos y máscaras podridas de hace una década.

“Básicamente desperdiciamos dos meses”, dijo Kathleen Sebelius, secretaria del Departamento de Salud y Servicios Humanos (HHS, en inglés) durante el gobierno de Barack Obama.

El HHS no respondió a las preguntas sobre por qué las autoridades federales esperaron para ordenar suministros médicos hasta que las existencias se estaban agotando críticamente. Trump y sus representantes han instado a los gobiernos estatales y locales, y a los hospitales, a comprar sus propias máscaras y máquinas de respiración.

Los estados no tienen el poder adquisitivo del gobierno federal. No tienen la capacidad de acumular un déficit como el gobierno federal. No tienen el poder logístico del gobierno federal”, dijo Sebelius, quien fue gobernadora de Kansas antes de administrar el sistema de salud del país.

Más de tres meses después de que China revelara los primeros casos de COVID-19, Trump finalmente cedió la semana pasada y les ordenó a las empresas que aumentaran la producción de suministros críticos. Para ese entonces, los casos confirmados en Estados Unidos habían aumentado hasta convertirse en las cifras más altas del mundo.  

Sin embargo, los registros federales de compras muestran que el gobierno de Trump retrasó los grandes pedidos de suministros adicionales hasta que el virus se arraigó y se propagó.

El HHS anunció por primera vez su intención de comprar 500 millones de máscaras N95 el 4 de marzo, con planes de distribuirlas durante los próximos 18 meses. Al día siguiente, el Congreso aprobó un proyecto de ley de gasto de coronavirus de 8,300 millones de dólares, más de tres veces lo que la Casa Blanca había pedido originalmente.

Ocho días después, el 13 de marzo, Trump declaró el brote como una emergencia nacional. Eso fue casi seis semanas después del 30 de enero, fecha en la que la OMS declaró que el coronavirus era una emergencia de salud pública global. Para ese entonces, miles de escuelas estadounidenses ya habían cerrado, la Asociación Nacional de Baloncesto había suspendido temporalmente sus partidos y había 1,700 casos confirmados de la COVID-19 en el país.

Los registros de contratos federales muestran que el HHS hizo un primer pedido el 12 de marzo por más de 4.8 millones de dólares en máscaras N95 de 3M, el mayor fabricante con sede en Estados Unidos, que semanas antes ya había aumentado la producción en respuesta a la pandemia.

El 21 de marzo, el HHS hizo un pedido mayor de 173 millones de dólares pero esos contratos no requieren que 3M comience a hacer entregas a la reserva nacional hasta fines de abril. Eso sucederá después de que la pandemia alcance su punto máximo, según las proyecciones de la Casa Blanca.

La semana pasada, el HHS se negó a decir cuántas máscaras N95 tiene disponibles. Pero al 31 de marzo, la Casa Blanca dijo que se habían distribuido más de 11,6 millones a los gobiernos estatales y locales de la reserva nacional, alrededor del 90% de lo que estaba disponible a principios de año.

Robert Kadlec, secretario asistente de preparación y respuesta en el HHS, testificó ante el Congreso el mes pasado que el país necesitaría aproximadamente 3,500 millones de máscaras N-95 para superar la pandemia, pero la cadena de suministro nacional tenía aproximadamente el 1% de esa cantidad.

Las bufandas son “mejores”

Greg Burel, director de la Reserva Estratégica Nacional desde 2007 hasta su retiro a principios de este año, dijo que el almacenamiento de esa entidad solo tenía la intención de servir como un “puente” a corto plazo.

La reserva se creó en 1999 para evitar interrupciones en la cadena de suministro por los problemas informáticos previstos por el conocido como efecto 2000.

Después del 11 de septiembre fue expandida con el fin de prepararse para ataques químicos, biológicos, radiológicos y nucleares. En 2006, el Congreso le proporcionó fondos para tener suministros ante una posible pandemia de influenza, aunque Burel dijo que gran parte de esos recursos se usaron tres años después durante el brote de gripe H1N1.

“Nunca hay suficiente dinero para comprar todo lo que queremos ver en esos estantes”, dijo Burel, quien enfatizó que la reserva usa su financiamiento anual para prepararse para una amplia gama de amenazas potenciales. “La mayoría de las veces, los productos disponibles comercialmente, como las máscaras, se pueden comprar en grandes cantidades cuando ocurre una emergencia”.

Esta vez, eso no ha sucedido. AP reportó el mes pasado que gran parte del suministro mundial de máscaras N95 y otros insumos médicos básicos se fabrican en China, la primera nación que fue afectada por la COVID-19. Como resultado, el gobierno chino exigió a sus productores que reservaran las N95 para el uso doméstico. China reanudó las exportaciones de las máscaras en los últimos días.

Los expertos también están preocupados ante la posibilidad de que Estados Unidos agote pronto su suministro de ventiladores, que pueden costar más de 12,000 dólares cada uno. Por eso, las autoridades federales de salud están flexibilizando los estándares de tratamiento.

Los nuevos lineamientos de la Administración de Alimentos y Medicamentos permiten que los hospitales usen ventiladores de emergencia que suelen utilizarse en las ambulancias y máquinas de gas de anestesia en vez de los ventiladores estándar. La agencia también dijo que las máquinas CPAP utilizadas para tratar la apnea del sueño y los ronquidos también podrían implementarse, como último recurso, para mantener la respiración de los pacientes con coronavirus.

El mes pasado, los CDC aconsejaron a los trabajadores de la salud que usaran máscaras o pañuelos caseros si se les acababa el equipo adecuado. En todo el país, los hospitales han hecho llamados urgentes convocando a los voluntarios que saben coser.

Trump hizo su propia aportación, sugiriendo que los estadounidenses que no tienen las máscaras adecuadas podrían cubrirse la cara con pañuelos.

“Los profesionales recomiendan una bufanda”, dijo Trump durante una sesión informativa de la Casa Blanca el miércoles. “Y creo que, de cierta manera, dependiendo de la tela, de cierta manera, una bufanda podría ser mejor. En realidad es mejor”.

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