Estados Unidos se ha convertido en el epicentro mundial de la pandemia. El 26 de marzo, superó los 82,400 casos confirmados de COVID-19, rebasando a China (81,782), Italia (80,589) y España (56,347), de acuerdo con el conteo de la Universidad John Hopkins.
Tan solo en Nueva York hay más muertes (365) que en Corea del Sur (139), aunque éste fue uno de los primeros países donde llegó el virus.
¿Cómo llegó Estados Unidos a este punto?
Un primer factor fue que el gobierno federal desmanteló su capacidad de respuesta. En 2018, la administración del presidente Donald Trump despidió a toda la cadena de mando del gobierno federal para la respuesta ante pandemias, incluida la infraestructura de gestión de la Casa Blanca, según Foreign Policy. A principios de febrero, la Casa Blanca sugirió recortar el presupuesto para los Centros de Control y Prevención de Enfermedades (CDC, en inglés).
Desde el primer caso de contagio en Estados Unidos, no se han realizado suficientes pruebas para saber exactamente cuántas personas están contagiadas, de acuerdo con The Atlantic. Haber realizado pruebas masivas hubiera permitido activar los sistemas de planificación ante la pandemia para contener la enfermedad, apunta la revista.
Al principio, los Centros de Control y Prevención de Enfermedades enviaron kits de pruebas de diagnósticos a laboratorios en todo el país, pero éstos eran defectuosos y no funcionaban, según NBC News. Así comenzó en el país un retraso para diagnosticar a los enfermos, y hasta hoy no hay pruebas para todos quienes las necesitan.
Dado que las pruebas estaban restringidas para viajeros provenientes de China o que habían estado expuestos a alguien con el virus, no se pudo determinar si el COVID-19 se estaba diseminando dentro del país.
Durante febrero, tanto el presidente Donald Trump como otras autoridades gubernamentales, expertos y medios de comunicación dijeron al público que el COVID-19 no era motivo de preocupación y que su letalidad era mucho menor en comparación con la gripe, señaló Zeynep Tufekci, profesora asociada de la Universidad de Carolina del Norte.
"Un mensaje tranquilizador obtuvo una gran aceptación, no solo con Donald Trump y su audiencia, sino también entre los medios tradicionales en los Estados Unidos, que nos exhortaron a preocuparnos por la gripe y nos advirtieron contra la reacción exagerada", criticó en una pieza para The Atlantic.
Ello evitó que los estadounidenses reaccionaran de forma responsable para evitar la diseminación del virus, acusó. Después, mensajes contradictorios de las autoridades habrían contribuido a que el público no acatara las órdenes de distanciamiento social y de permanecer dentro de sus casas.
Ahora, 22 estados tienen toque de queda, alguna orden de permanecer en casa o han indicado el cierre de negocios no esenciales. También ha escalado la cantidad de pruebas que realiza, por lo que, considerando que es uno de los países más poblados del mundo, su número de casos confirmados puede seguir incrementando aunque logre "aplanar la curva", es decir, estabilizar el contagio a través del tiempo.
Pero si no se toman medidas de control y la población no cambia su comportamiento, un estimado de 2.2 millones de personas en Estados Unidos podrían morir , de acuerdo con un estudio del Imperial College.
El contagio en Europa
Pese a que el virus se originó en China, Italia y España son dos de los países con mayor número de casos confirmados en el mundo. ¿Qué salió mal?
En Italia, el "paciente cero" es considerado un "súper esparcidor" del virus: presentó síntomas de gripe el 18 de febrero y rechazó ser hospitalizado después de visitar una sala de emergencia en la provincia de Lombardía. Dos días después fue diagnosticado con COVID-19. Antes de ser aislado, fue a tres cenas, jugó fútbol y corrió acompañado de un grupo de personas, de acuerdo con The New York Times.
El país reaccionó tardíamente a la pandemia. Sus autoridades trataron de minimizar la amenaza y, una vez que decidieron implementar la cuarentena, no lograron persuadir a todos los habitantes sobre la gravedad del virus. Ahora, es la nación con mayor número de muertes (9,134).
Aunque España tuvo tiempo para prepararse ante el embate del virus en Italia e Irán, su respuesta fue tardía. A mediados de febrero, fanáticos del Valencia se mezclaron con fanáticos del Atalanta para un juego de la Liga Champions. Varios resultaron contagiados. Menos de un mes después, fanáticos del Atlético de Madrid viajaron a Liverpool, Inglaterra, para otro juego de la Champions.
“España solo tendrá un par de casos”, dijo Fernando Simón, quien encabeza las emergencias médicas en Madrid, el 9 de febrero. Este jueves, registraba casi 58,000 casos confirmados.
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Asia “aplana la curva”
China y Corea del Sur son dos de los países con mayor número de contagios que han logrado “aplanar la curva”, es decir, mantener un número reducido de contagios a través del tiempo para evitar que los servicios de salud se vean rebasados. ¿Cómo lo lograron?
Corea del Sur reaccionó temprano a la pandemia antes de que se convirtiera en una crisis, de acuerdo con The New York Times. Una semana después de su primer caso confirmado, negociaron con varias compañías médicas para desarrollar una producción masiva de pruebas de diagnóstico. Ello ha permitido implementar pruebas generalizadas para identificar a los enfermos.
Además, desde el comienzo identificaron la comunidad principal donde se estaba llevando a cabo el contagio (una iglesia en la ciudad de Daegu); rastreó y aisló a todas las personas que podrían haber entrado en contacto con el virus.
Por su parte, China impuso fuertes restricciones a la movilidad de sus habitantes. Cerró ciudades enteras, impuso una cuarentena obligada y prohibió los viajes hacia y desde las zonas en cuarentena.
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