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Su madre enfermó de coronavirus en un hogar de ancianos. Recibió una pregunta por mensaje de voz. Y luego la peor noticia

Debbie De Los Ángeles no llegó a despedirse de su madre, que vivía en una residencia de mayores de Washington donde murieron más de 30 personas por la pandemia.

Debbie De Los Ángeles recibió el primer mensaje de voz en su celular a las cuatro de la madrugada.

Una de las enfermeras que cuidaban de su madre en un hogar de ancianos en Kirkland (Washington) le hizo una pregunta que le dejó preocupada: quería saber si seguían vigentes las órdenes de no resucitar a su madre si se produjera una emergencia médica.

"Tiene coronavirus y tiene 104°F (40°C) de fiebre", le comunicó la mujer en la grabación, “no prevemos que luche, así que solo queremos asegurarnos de que sus requisitos de atención son mantenerla aquí y cómoda”, explicó la cuidadora.

El hogar de ancianos estaba lidiando con el comienzo de un brote que desde entonces se ha relacionado con más de 30 muertes, según relata la agencia de noticias Reuters

De los Ángeles aún no era consciente de la grave pandemia que se avecinaba, por lo que se consoló con la idea de que su madre había pasado por temporadas de gripe antes en ese mismo centro.

Tres horas después escuchó un segundo mensaje de voz de otra enfermera: “Hola Debbie, mi nombre es Chelsey. Necesito hablar contigo sobre tu mamá. Su salud está empeorando, si nos puede llamar lo antes posible sería buenísimo. Gracias. Adiós”.

De los Ángeles llamó de inmediato. Le dijeron que su madre estaba cómoda. Ella no cambió la instrucción de no resucitarla en caso de emergencia. Quería visitarla, pero se demoró: tiene 65 años, y su esposo Bob tiene 67; ambos sufren afecciones médicas que presentan riesgos graves si contraen el coronavirus.

Pensó que tenía más tiempo.
 

Debbie de los Ángeles posa para una foto con su madre Twilla Morin en un restaurante en Washington
Debbie de los Ángeles posa para una foto con su madre Twilla Morin en un restaurante en Washingtonvia REUTERS / via REUTERS
 

A las tres de la madrugada del día siguiente, 4 de marzo, escuchó un nuevo mensaje que la residencia Life Care Center había dejado 20 minutos antes.

“Sé que es temprano  pero Twilla falleció a las dos debido a la situación única. Los restos serán recogidos de la oficina del forense. Ellos tienen tu contacto”, le decía una enfermera.

La “situación única” a la que se refería es la pandemia que ha acabado con la vida de decenas de miles de personas en todo el mundo, y que ha obligado a casi la mitad de los estadounidenses a encerrarse en sus casa, hurtándoles la posibilidad de despedirse de sus seres queridos en caso de complicaciones médicas.

Los mensajes de voz apresurados con información tan sensible ilustran el caos que vivía la residencia de ancianos; una de las personas que la había llamado era Chelsey Earnest, directora de otra instalación de la misma empresa, que se había ofrecido como voluntaria ante la gravedad del brote, sin pensar que acabaría con la vida de docenas de pacientes.

Earnest trabajó en el turno de noche, cuando los pacientes parecían tener más dificultades y muchos, como la madre de De los Ángeles, sucumbieron. Los teléfonos no dejaban de sonar, con familias preocupadas pidiendo información de sus seres queridos. Además, un tercio de los 180 empleados del centro comenzaron a mostrar síntomas.

“No había protocolos”, asegura el portavoz de Life Care, Tim Killian, en referencia a la decisión de priorizar unos casos frente a otros ante la imposibilidad de atender a todos los pacientes.

 

Las enfermeras nunca habrían transmitido información tan sensible por un mensaje de voz, añade el portavoz, pero apenas tenía tiempo y no querían que nadie escuchara sobre un ser querido en las noticias antes de que el centro pudiera comunicárselo: “Fue lo mejor en una situación difícil”.

La caja que contiene las cenizas de Twilla Morin
La caja que contiene las cenizas de Twilla Morin, que no puede ser enterrada debido a las restricciones para hacer reuniones por la pandemia.REUTERS/Brian Snyder
 

 Le hicieron la prueba de coronavirus después de muerta. Los resultados confirmaron su infección una semana después. Poco después, fue incinerada.

También se pospuso el funeral. De los Ángeles había planeado la ceremonia para el 4 de abril, el cumpleaños de su padre, quien murió hace 10 años. Planeaba unir sus cenizas. Pero el servicio tendrá que esperar porque el gobernador de Washington, Jay Inslee, ha prohibido las reuniones de 10 personas o más.

Mientras espera, De los Ángeles ha puesto la urna con las cenizas detrás de unas flores en el manto de su sala de estar. Según dice, no puede soportar mirarla.

[Nuetra cobertura completa sobre el coronavirus]