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Entre la vida, la muerte y el lucro: las ambulancias en Ciudad de México

Un documental exhibe cómo el sistema de salud con escasez de vehículos de emergencia públicos deja desamparada a la gente, incluyendo a quienes conducen ambulancias privadas para llenar el vacío.
Una escena de "Familia de Medianoche" muestra a la familia Ochoa lidiando con policías que los extorsionan.
Una escena de "Familia de Medianoche" muestra a la familia Ochoa lidiando con policías que los extorsionan.Luke Lorentzen/Hedgehog Films & No Ficción

Por Marina E. Franco

CIUDAD DE MÉXICO.- Cuando a la madre de Francisco Ortega se le empezó a cerrar la garganta por problemas respiratorios en diciembre, él sabía que necesitaba ayuda médica pronto, pero eligió no llamar una ambulancia.

“Preferí tomar un Uber para no tener que esperar a la ambulancia”, cuenta Ortega, quien dijo que hizo lo mismo cuando se accidentó en su bicicleta hace unos años.

Su caso no es aislado: en la capital de México los vehículos de emergencia oficiales tienen un historial de no llegar a tiempo para atender emergencias, y los ciudadanos comúnmente recurren a alternativas. Y un nuevo documental con excelentes críticas y reconocido por la Academia, Familia de Medianoche, está exhibiendo el problema.

Este es causado en parte porque hay una flota de menos de 50 ambulancias públicas para la ciudad de casi 1,500 kilómetros cuadrados (570 millas cuadradas), que tiene una población fija de 9 millones de habitantes y por donde transitan hasta 25 millones de personas a diario.

Por la falta de vehículos, la espera promedio por una ambulancia pública es de 41 minutos, según datos del C5, el centro de comando que enruta las llamadas del 9-1-1 en la ciudad. El año pasado hubo por lo menos tres casos de personas que fallecieron en la capital porque el transporte tardó mucho.

“Sí son muy pocas unidades y no siempre llegan”, reconoció un paramédico que conduce una de las ambulancias públicas y que pidió no dar su nombre por temor a ser penalizado.

Ante los problemas con el sistema de salud, no todos pueden tomar un taxi al hospital como Ortega. En caso de urgencias médicas especialmente graves, que requieren cuidado durante el traslado, muchos mexicanos deben decidir: ¿esperar a una de las poquísimas ambulancias públicas o recurrir a una particular que no necesariamente está regulada y que cobra un monto exorbitante?

Y quienes conducen esos vehículos de emergencia irregulares se enfrentan a su propia encrucijada: ¿cómo dar el servicio ante la posibilidad de ser detenidos y extorsionados por las autoridades, o de no recibir el pago de los pacientes del cual dependen?

El dilema queda plasmado en Familia de Medianoche, que se estrena en cines este 6 de marzo en México y ya se puede ver en diversas plataformas digitales de Estados Unidos, después de acumular premios en festivales como Sundance y de haber quedado en la lista corta de quince prenominados al Oscar, fuera de 195 documentales que postularon de todo el mundo.

Familia de Medianoche sigue a la familia Ochoa, dueña de una ambulancia que opera en el centro y poniente de la ciudad, mientras sus integrantes luchan por proveer un servicio tan necesitado y por mantenerse a flote con un sueldo variable e incierto, diezmado por autoridades que les demandan sobornos.

El cineasta estadounidense Luke Lorentzen capta el día a día de la familia, con la que tuvo contacto durante tres años y medio. La idea de grabarlos surgió después que le llamara la atención que la ambulancia de los Ochoa, estacionada cerca del departamento donde vivía, estaba siendo limpiada por dos entonces menores de edad: Josué, aún preadolescente, y Juan, joven paramédico que conduce la camioneta.

“Desde la primera vez que me dejaron subirme con ellos fui testigo de este inframundo de la asistencia médica que tiene ánimo de lucro, en el que se juegan vida y muerte”, dice Lorentzen en entrevista con Noticias Telemundo.

El documental se desenvuelve a momentos como película de drama familiar y en otros como filme de acción con comedia negra, conforme los Ochoa deben sortear el infame tráfico de Ciudad de México para llegar al sitio de un accidente. Y se muestra que lo hacen no solo con la intención de atender a los heridos, sino para ser la primera ambulancia en llegar y asegurar así un pago para alcanzar a fin de mes.

“Hay una tensión palpable por un estira y afloja de su supervivencia como familia, de trabajar casi 24 horas seguidas en algo que sostiene a una ciudad que realmente los necesita, ante la sobrevivencia de los pacientes a los que tratan, no siempre en condiciones idóneas”, indica Lorentzen. “Muchas veces es una situación en la que ambos lados pierden, porque ninguno recibe del sistema lo que necesita para seguir viviendo”.

Versiones piratas, costos elevados y mejoras paulatinas

En la ciudad 382 ambulancias tienen permiso de circulación, según documentos oficiales obtenidos por Noticias Telemundo, aunque las autoridades de movilidad no distinguen entre los vehículos públicos y los de otro origen, ya sean de aseguradoras, hospitales privados o de particulares como los Ochoa.

Pero la placa para circular no significa que todas esas ambulancias han pasado por una verificación sanitaria, que cuentan con todo el equipamiento y materiales, ni que quienes las conducen tienen la capacitación y certificación necesarias. Hay algunas ambulancias que operan sin tener siquiera la matrícula correcta, que empieza con las letras AM.

Son problemas que las han hecho acreedoras del apodo ambulancias pirata o “patito”, una referencia mexicana a marca genérica de baja calidad.

En Ciudad de México circulan ambulancias tanto oficiales como las apodadas "patito", no reguladas.
En Ciudad de México circulan ambulancias tanto oficiales como las apodadas "patito", no reguladas.Associated Press

No hay manera de detectarlas hasta que cometen una infracción y son detenidas por autoridades viales, de acuerdo con Cuauhtémoc Moreno, el coordinador de servicios de salud y cuidados personales de la Agencia de Protección Sanitaria de Ciudad de México.

Una ambulancia pública es gratuita, mientras que el precio de un traslado privado ronda los 2,400 pesos, unos 120 dólares, según dijeron técnicos médicos de ambulancias particulares entrevistados por Noticias Telemundo. El costo representa tres cuartas partes del salario mensual mínimo. Hay reportes de que algunas cobran por lo menos 6,000 pesos, o 300 dólares.

El gobierno de Ciudad de México reconoció en un diagnóstico de 2019 que tiene un “estado de fuerza insuficiente”, y las autoridades han empezado a tomar pasos para mejorar la atención.

En febrero de este año empezó a preparar un protocolo para verificar a las ambulancias que ya tienen matrícula, y el año pasado develaron un plan para mejorar el despacho de los vehículos.

Para que el tiempo de atención alcance la meta del gobierno, 10 minutos, se creó un nuevo mapa de operaciones; antes las unidades pretendían responder a llamadas por toda la ciudad; ahora los vehículos están divididos por alcaldías.

Se centralizó el envío de las ambulancias públicas, que antes despachaban por separado la Cruz Roja, el Centro Regulador de Urgencias Médicas (CRUM) y el Escuadrón de Rescate y Urgencias Médicas (ERUM). Eso resultaba en que a veces dos de las pocas ambulancias públicas llegaban al mismo sitio.

La estrategia también prevé agregar a la flota pública 73 motocicletas de paramédicos con equipos de primeros auxilios, como desfibriladores, para casos que no requieran traslado.

Los realizadores de Familia de Medianoche creen que hay oportunidad de hacer mucho más, y que el filme que se estrena el viernes puede fomentar un diálogo entre ciudadanos y autoridades para ello, dijo Elena Fortes, coproductora del documental y fundadora de la casa productora No Ficción.

“Espero que abra la conversación, más duradera que el tiempo de exhibición de la película, y que ojalá llegue hasta los funcionarios”, dice Fortes, ante “la realidad del sistema de salud disfuncional y la corrupción que rodea a esa disfuncionalidad”.

- Albinson Linares colaboró con este reportaje

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