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"Solo es cuestión de tiempo" para que tengamos un presidente latino en Estados Unidos

La campaña presidencial de Julián Castro llegó a su fin este jueves, pero ha alimentado la esperanza de que los latinos finalmente colocarán a uno de los suyos en la Casa Blanca en un futuro no muy lejano.

WASHINGTON.— El exsecretario de Vivienda, Julián Castro, abandonó este jueves sus ambiciones presidenciales para 2020, lo que resta diversidad a una contienda dominada por hombres blancos y mayores, pero infunde vida a la idea de que pronto habrá un presidente latino en la Casa Blanca.

Castro, de 45 años, nunca logró mejorar en las encuestas -ni siquiera entre los votantes latinos en estados como Nevada y California-, y en un video de cuatro minutos difundido en las redes sociales, explicó que ha puesto fin a su campaña presidencial porque “simplemente no es nuestro tiempo”.

“No he terminado de luchar. Seguiré trabajando por una nación en la que todos cuenten, una nación en la que todos puedan conseguir un buen empleo, buen cuidado médico y un lugar decente donde vivir”, prometió Castro, sin dar un asomo de su futuro político.

Castro, también exalcalde de San Antonio (Texas), abandonó la contienda tras un año de pésimos resultados en las encuestas y una deslucida recaudación de fondos, pese a que enarboló causas progresistas muy populares en la base demócrata, como la creación de empleos, la reforma de justicia criminal, y la ampliación de programas de educación y vivienda.

Aunque Castro dio voz a los asuntos más apremiantes de la comunidad hispana, incluyendo la lucha contra la pobreza y por una reforma migratoria integral, su salida también resta diversidad étnica y cultural a un campo dominado por hombres blancos y mayores.

De los 14 precandidatos presidenciales demócratas en la palestra, sólo quedan tres pertenecientes a minorías: los afroamericanos Cory Booker, senador por Nueva Jersey, y Deval Patrick, exgobernador de Massachusetts, y el empresario de origen asiático, Andrew Yang.

Castro, hijo de una activista mexicoamericana, no logró nunca ampliar su apoyo entre los hispanos. Una encuesta divulgada por Telemundo a mediados de noviembre pasado indicó que Castro tenía el apoyo de apenas el 2% de los votantes latinos, mientras que el ex vicepresidente Joe Biden y el senador Bernie Sanders registraron el 26% y 18%, respectivamente.

Así, el adiós de Castro pinchó las esperanzas de sus seguidores de que un latino finalmente se alzaría con la nominación presidencial del Partido Demócrata y podría sepultar el sueño de reelección del presidente, Donald Trump, en noviembre próximo.

En años anteriores, ya otros precandidatos latinos quedaron varados en el camino hacia la Casa Blanca. De hecho, el empresario republicano y veterano de guerra, Ben Hernández (1925-2000), hijo de inmigrantes mexicanos indocumentados, fue el primer latino en lanzar formalmente una campaña presidencial en 1980, y posteriormente en dos ocasiones adicionales, en 1984 y 1988.

Otros le siguieron, incluyendo el exgobernador demócrata de Nuevo México, Bill Richardson, en 2008, y los senadores republicanos Ted Cruz, de Texas, y Marco Rubio, de Florida, en 2016.

Una trayectoria ascendiente

Aunque la salida de Castro enlutó a sus seguidores, activistas y expertos consultados por Noticias Telemundo coincidieron hoy en que los cambios sociales no ocurren de la noche a la mañana, y que los latinos lideran desde hace décadas una trayectoria ascendiente en cuanto a poder económico y político.

“Por supuesto que el país está listo para un presidente latino; el reto que afrontamos es presentar candidatos con la mezcla adecuada de experiencia, carisma, inteligencia y un atractivo a través de los distintos bloques” electorales, dijo Arturo Vargas, director ejecutivo de la Asociación Nacional de Funcionarios Latinos Elegidos (NALEO, por su sigla en inglés).

“Sólo es cuestión de tiempo. El gobernador Bill Richardson, también mexicoamericano, se postuló a la presidencia, al igual que dos cubanoamericanos (Cruz y Rubio), que hicieron grandes avances en 2016”, señaló Vargas.

La candidatura de Castro al menos “hizo otra grieta en ese techo de cristal, otros lo seguirán, y uno lo romperá por completo” hasta ganar la presidencia, vaticinó Vargas.

Cabe destacar que los afroamericanos lograron su derecho al voto en 1870 mediante la Enmienda 15 de la Constitución, 344 años después de la llegada de los primeros esclavos, y tres después de la abolición de la esclavitud. Sin embargo, afrontaron numerosas barreras legales que restringieron su acceso a las urnas en los estados, hasta la promulgación del Acta del Derecho al Voto de 1965.

Barack Obama se convirtió en el primer presidente negro en la historia del país en los comicios de 2008.

Según Allan Lichtman, analista político de American University, la elección de Obama rompió una barrera importante para que otros candidatos minoritarios pudiesen aspirar a la presidencia, aún cuando persistían los prejuicios raciales en el país.

La llegada de Trump al poder en 2016, su “satanización de los inmigrantes latinos” y “argumentos con base a mentiras”, ha hecho que la lucha para un candidato presidencial latino “sea aún más empinada y traicionera. No es que se elimine la posibilidad sino que se dificulte más”, advirtió.

Lichtman señaló que la candidatura de Castro no despegó en buena medida porque, según las encuestas, incluyendo una de CNN en septiembre pasado, casi la mitad de los votantes no tenían una opinión buena o mala de él “porque simplemente no lo conocían”.

Por su parte, Larry Sabato, director del Centro para Política de la Universidad de Virginia, dijo que Castro afrontó muchos obstáculos, incluyendo las reglas arbitrarias del partido para los debates, pero, a largo plazo, los latinos mejorarán su participación en las urnas.

“No puedo poner fecha para la nominación de un latino para la presidencia, pero con seguridad ocurrirá. Cuando Bobby Kennedy predijo en la década de 1960 que una persona de raza negra sería elegida presidente en un plazo de 50 años, la gente se burló, pero tuvo la razón”, subrayó Sabato.

Por primera vez este año, los latinos conformarán el principal bloque electoral minoritario en el país, con poco más del 13% de los votantes elegibles, según un análisis del año pasado del Centro de Investigación Pew.

"Con el cambio en el calendario de las primarias demócratas, muchos estados con poblaciones latinas grandes o significativas, como California, las tendrán mucho antes que en 2016 y eso potencialmente hará énfasis en el voto latino", explicó Mark López, demógrafo del Centro Pew. 

“Con o sin un candidato latino, los votantes hispanos aún pueden impactar las elecciones. En los comicios de 2018, por ejemplo, la participación latina aumentó y casi igualó la de las presidenciales de 2016 a nivel nacional, y en muchos estados como California y Texas”, agregó.

López dijo que una encuesta reciente de su grupo determinó que los votantes demócratas apoyarán a un candidato tanto por sus características personales como por sus posturas en torno a asuntos como cuidado de salud y la economía, y su capacidad para vencer a Trump.

Hay alrededor de 60 millones de latinos, según la Oficina del Censo, y su madurez política se ve reflejada en su creciente participación en las urnas a través de los años. Según la encuestadora “Latino Decisions”, alrededor de 14 millones de latinos acudirán a las urnas en 2020.

En los comicios legislativos de 2018, la participación electoral de los latinos aumentó en un 13% respecto a las de 2014, contribuyó a la “ola azul” que permitió a los demócratas recuperar el control de la Cámara de Representantes, y podría ser clave nuevamente este año.

“Castro no pudo llegar hasta el final, pero sí abrió una brecha muy importante, y lo que tenemos que hacer es seguir labrando ese camino… no estamos lejos”, dijo Ben Monterroso, asesor de “Poder Latinx”, un grupo que impulsa el empoderamiento de jóvenes latinos.

“La comunidad afroamericana llevaba más tiempo organizándose, fortaleciéndose. En cambio, nuestra comunidad es aún joven; a mí me preocupa que muchos todavía no se han registrado para votar, y nuestra meta debe ser inscribir al mayor número posible”, argumentó.

“Nuestra juventud es nuestra esperanza, y vamos a seguir creciendo, alcanzando hitos. Para muestra, un botón: los latinos lograron cambios en California, y pueden hacerlo en estados como Arizona y Texas”, agregó.

Hace al menos tres décadas, el poder político de los latinos se concentraba en cuatro o cinco estados, y ahora no sólo está en juego en la palestra nacional sino que puede marcar la diferencia en reñidas contiendas.

Los latinos también han logrado hitos en otros indicadores socioeconómicos, incluyendo un creciente porcentaje de egresados de universidades, lo que es clave para su ascenso social.

“Por todo esto digo que la salida de Castro no es una derrota. Él sembró esperanza, le puso rostro a nuestros problemas, y lo que toca es seguir avanzando”, enfatizó Monterroso, cuyo grupo mantiene una agresiva campaña de registro de votantes.

Como vaticinó Castro en su mensaje de despedida: “¡Ganaremos un día!”