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La Navidad en el municipio más violento de México: "En este pueblo maldito una ya está acostumbrada a los muertos"

El asesinato de una joven de 17 años en Tecomán marcó una amarga Nochebuena para su familia. Pero el suyo es solo uno de los cientos de homicidios intencionales que ocurren al año en este municipio donde alguna vez hubo un paraíso agrícola y ahora la violencia no da tregua. México finaliza este año con un récord que hiela la sangre: cuatro homicidios por hora.

TECOMÁN, México.– En la víspera de Navidad, los familiares de Daniela Guadalupe Carreón Gutiérrez, de 17 años, se enteraron de su fallecimiento. Había desaparecido desde el 3 de diciembre, pero no fue sino hasta el 23 que su familia supo que una joven no identificada —encontrada por la policía el 4 de diciembre— era ella. Su cadáver ya estaba irreconocible pero dos tatuajes, uno de una rosa que tenía en el tobillo y otro con su nombre en el pecho, les dieron la certeza de que era Daniela.

El 24 de diciembre las calles del centro de Tecomán estaban llenas de multitudes bulliciosas que se apresuraban a comprar regalos, los niños impacientes jugaban en las banquetas y los restaurantes de tacos y sopes estaban a reventar. Como si fuera un pueblo mexicano tradicional que se entrega de lleno a las festividades decembrinas. Como si no pasara nada bajo el intenso sol que, tanto en verano como en invierno, cae sobre el pueblo.

Pero esta pequeña localidad de solo 130,000 habitantes se ubica desde hace tres años entre los primeros lugares de la violencia que azota a México. Hay un horror que no se ve a simple vista. Sus vecinos dicen que lo viven a cada instante. Lo murmuran en voz baja, no vaya a ser que los escuchen los narcos.

“En la madrugada me llamaron de la funeraria para preguntarme si queríamos embalsamarla o encapsularla”, dice entre sollozos Verónica Carreón Torres, de 45 años, en la calle frente a una casa de la colonia Palma Real. Recuerda que no supo qué responder.

Hacía solo unas horas finalmente habían conocido el paradero de su sobrina Daniela Guadalupe.“La policía la encontró muerta el 4 de diciembre pero, como ella se perdía por su adicción al cristal, nosotros no la reportamos hasta ayer. Le pegaron dos balazos y, por la descomposición, la tuvimos que reconocer con los tatuajes”, contó.

Las autoridades les mostraron fotos de los tatuajes para poderla identificar. Para Carreón, lo peor, lo que no la deja dormir, es que el 4 de diciembre ella misma compartió en sus redes sociales la noticia del hallazgo de una joven no identificada: “¿Cómo iba a saber?, ¿cómo me iba a imaginar que era la niña? En este pueblo maldito una ya está acostumbrada a los muertos, todos los días, a todas horas y en todas partes”.

En 2018, Tecomán fue el municipio más peligroso de México. Ahí, 166 de cada 100,000 de sus habitantes fueron víctimas de homicidio, de acuerdo con un análisis de las cifras de homicidio del Instituto Nacional de Estadística y Geografía, realizado por Noticias Telemundo.

México finaliza este año con un récord que hiela la sangre: 34,579 asesinatos. Esto es igual a cuatro homicidios por hora, con lo que supera todas las estadísticas que se han realizado en los últimos 22 años. En Tecomán, las cifras también batieron récords en 2019.

De enero a octubre, en este municipio han ocurrido 542 homicidios intencionales por cada 100,000 habitantes, lo que supera al promedio nacional de 68 asesinatos por cada 100,000 personas. Así, vuelve a ocupar los primeros lugares como el cuarto municipio del país donde ocurren el mayor número de muertes de este tipo, según el análisis hecho a las cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública.

Colonia San José, Tecomán, el 24 de diciembre 2019. (Foto: Carlos A. López).

El pueblo agrícola que cayó en la adicción

Históricamente, Tecomán ha sido un enclave de profunda vocación agrícola con cultivos como la palma, los plátanos y, sobre todo, los limones que durante décadas fueron la punta de lanza de un intenso proceso agroindustrial que ubicó al municipio en un lugar privilegiado, al punto de que era conocido como “la chequera del estado de Colima”. A pesar del auge de plagas como el dragón amarillo, este año se produjeron casi 300,000 toneladas de fruta fresca.

“Era un paraíso y todavía tenemos condiciones extraordinarias porque hay mucho sol y agua, además de la gran calidad de los suelos”, explica Elías Antonio Lozano Ochoa, presidente municipal de la localidad, quien se ha dedicado durante toda su vida a la producción agrícola.

 “Desafortunadamente cuando el ser humano lo tiene todo se descuida. Siempre se habla de los grupos del crimen organizado, pero creo que las adicciones son el reto más importante que enfrentamos, es un tema que se nos ha salido de las manos”, agrega.

Tecomán tiene una ubicación estratégica en Colima, el estado más violento del país en 2018 con 91 asesinatos por cada 100,000 habitantes, de acuerdo con el análisis hecho por Noticias Telemundo.

El pueblo se encuentra a unos 60 kilómetros del puerto de Manzanillo, donde los cárteles reciben precursores y droga, como el fentanilo, que provienen de otros países y que después se trafican hacia Estados Unidos. Toda esa zona es disputada por diversas organizaciones del crimen organizado, entre ellas los cárteles Jalisco Nueva Generación y el de Sinaloa. Esto sumado a que es un municipio fronterizo con Michoacán y Jalisco, focos de actividades relacionadas con el narcotráfico.

Velorio de Daniela Carreón, una de las víctimas de la violencia en Tecomán, Colima. (Foto: Carlos A. López).

Pese a que Tecomán recibió este año 30 millones de pesos mexicanos (unos 1.5 millones de dólares), más del doble de los fondos asignados el año pasado para el fortalecimiento de los temas de seguridad, tiene un retraso de 15 años en el combate a la delincuencia y las adicciones, de acuerdo con Lozano.

“Desgraciadamente, ahora no tenemos la estructura para castigar ni para rehabilitar y la población media baja es la más afectada”, lamenta el funcionario.

En este pueblo agrícola, casi la mitad de la población vive en situación de pobreza. Seis de cada 100 de sus habitantes no tiene suficiente dinero para comprar la canasta básica de alimentos. Casi 30 de cada 100 personas no acuden a la escuela o no completaron la primaria, según el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social.

El 24 de diciembre “hasta los ladrones y asesinos quieren descansar”

A las 10 de la mañana del 24 de diciembre, el policía cuarto, Luis Muñoz Centeno, recorría junto a dos compañeros las calles de las colonias más calientes de Tecomán. Andaba en una camioneta a ritmo lento, con la tranquilidad que le dan sus 19 años en los cuerpos de seguridad. Es originario de Tecomán y ha visto cómo ha cambiado todo en los últimos años.

 “Hace como diez años, Colima era el estado más seguro. Yo me acuerdo de eso, ahora hay que patrullar más porque las calles son peligrosas”, dice mientras frunce el ceño. Recorre a paso lento colonias como Palma Real, Elías Zamora y Las Flores, llenas de calles destapadas, polvo y tierra que opacan los árboles.

Cuando llega a la Indeco, uno de los epicentros del tráfico de drogas, señala el Templo de María Auxiliadora y cuenta asombrado que en una barda se apareció el Divino Rostro. “Muchos se meten ahí a rezar, a pedir el milagro de dejar las drogas o que no los maten”, explica con sorna.

Muñoz y sus compañeros no tienen el armamento adecuado para hacerle frente a las armas de guerra que usan los narcotraficantes. Ellos lo saben y miran con tristeza sus carabinas R15, mientras dicen que las patrullas no son blindadas y que su labor es más preventiva que otra cosa.

“Nosotros casi no nos vemos involucrados en los enfrentamientos, casi siempre cuando llegamos ya pasó todo. Cuando uno llega ya no hay nadie y la gente nunca ve nada. No les gusta declarar”, dice con tono cansado y vigila de lejos a los jóvenes flacos que deambulan por las calles buscando su próxima dosis de metanfetaminas.

“Si alguien nos ve patrullando se les quitan las ganas de hacer cosas”, asegura y señala a un joven sin camisa que rebusca entre la basura, mientras explica que no se ven tantos adornos navideños, ni luces, ni muñecos danzantes en las casas de la población porque los adictos se los roban. “Pero hoy es 24, hasta los ladrones y asesinos quieren descansar”.

En Tecomán se encuentran desplegados efectivos y oficiales de la policía municipal, estatal, federal, la Marina y la Guardia Nacional. En una misma cuadra del centro pueden verse un conjunto de diversos uniformes que pululan por todos lados, sin embargo, la notoria presencia de las fuerzas de seguridad ha hecho poco por disminuir los altísimos índices delictivos.

Karla Gutiérrez, hermana de Daniela Carreón, en el cementerio de Tecomán el 24 de diciembre de 2019. (Foto: Carlos A. López).

Un alto funcionario del gobierno municipal, que pidió mantener su anonimato por motivos de seguridad, asegura que de los 220 policías municipales que tiene la entidad ya se han identificado a 36 elementos infiltrados por los cárteles del narcotráfico, pero no pueden ser removidos del servicio porque no tienen los fondos suficientes. “Nos faltan 17 millones de pesos para salir de esa gente y depurar la policía, pero no los tenemos. Ese es el problema aquí”, aseveró.

Cuando encontrar a tus muertos es una ventaja

Las colonias más populares son el máximo exponente del narcomenudeo. Son el territorio de una economía ilusoria que muestra tiendas de abarrotes y negocios que, en realidad, venden sustancias ilícitas. Los motorizados, normalmente armados, se bajan rápidamente frente a estos locales con bolsas que luego ya no se ven más y siguen presurosos por las veredas polvorientas. Son las mismas calles que Daniela transitaba desde que tenía 11 años, cuando empezó a consumir cristales.

A los 13, su padre decidió internarla por primera vez. Era el 13 de mayo de 2015. “Estuvo con nosotros tres veces, era una niña muy dulce y de buenos sentimientos, pero su mamá murió cuando tenía 2 años. Eso siempre la afectó y terminó desarrollando una adicción tremenda”, explica Ana Valdez, de 46 años, directora de la Comunidad Terapéutica en Adicciones Lois Burnham, una organización que en la última década ha atendido a más de 1,000 pacientes con diversos tipos de adicciones.

 “En noviembre del año pasado la volvieron a ingresar y ya consumía hasta un gramo diario, llegó con alucinaciones auditivas, visuales y muy flaca. Sin embargo, con ayuda psiquiátrica y nuestro apoyo salió adelante”, recuerda.

Sin embargo, a los pocos meses volvió a recaer. Valdez dice que existen muchos factores de riesgo para pacientes como Daniela y, en su caso, su círculo de amistades también la afectó.

Sus publicaciones en Facebook muestran su gusto por el reguetón, así como muchas fotos en las que aparecía sonriente y con amigos. Pero el 17 de noviembre publicó un sentido texto en el que se despide de Luis Ángel Valdez, a quien le decía: “Por desgracia te me fuiste cuando tú y yo prometimos estar siempre juntos y mira te marchaste de este mundo”. El día anterior, Valdez había sido ultimado por varios disparos en la autopista Colima-Manzanillo.

A poco menos de un mes, la víctima fue ella. El periodista Arturo Ávalos estaba cargando combustible cuando se enteró de que habían encontrado un cuerpo en el libramiento Rubén Tello González. Eran casi las 9:00 de la mañana cuando llegó al sitio y vio a Daniela tirada sobre la hierba seca, con una pierna sobre el asfalto. Estaba vestida con una blusa marrón, shorts y zapatillas blancas. Había recibido dos balazos.

“Lamentablemente, acá es de lo más común conseguir cuerpos. Levantan a las personas, las suben a un vehículo y las llevan en la madrugada a ejecutarlas”, explica Ávalos, quien es el director de la web ‘De política y algo más’. “Creo que, en su caso, quisieron enviar un mensaje porque ellos sabían que alguien iba a encontrar el cuerpo. Me impactó mucho las condiciones en que fue localizada y todos los días que pasaron antes de reconocerla, eso fue terrible”.

Al final de la tarde del 24 de diciembre, la familia de Daniela se reunió en el cementerio municipal para despedirla. En medio de flores y llantos, muchos la recordaban y empezaban a resignarse a la idea de su ausencia. Su hermana, Karla Janeth Gutiérrez Espinosa, de 22 años, abrazaba un retrato de la joven mientras caminaba por las tumbas del camposanto, llenas de coronas frescas y coloridos retratos de santos, vírgenes y muertos.

“Tecomán es muy peligroso por como están las cosas, pero mientras uno ande bien no tienes nada que temer. Desgraciadamente a mi hermana la arrastraron terceras personas”, explica Karla, cuyo esposo tenía miedo de hacer el velatorio en su casa porque Daniela había sido ejecutada. “Solo le dije que ya le hicieron todo lo peor, así que no hay que dejar que nos quiten el derecho a llorarla. Ya es una ventaja haberla encontrado porque muchas familias nunca consiguen a sus familiares”.

Pese al escenario bélico y, en ocasiones, apocalíptico que parece signar a Tecomán, la vida siempre se abre paso. Eso decía María Alejandrina Montenegro, una guatemalteca de 19 años que arrullaba a su hijo que nació al filo de la medianoche del 24 de diciembre en el hospital general del pueblo.

“Se va a llamar Ricardo Gabriel y aquí no se va a criar. A mí nunca me pasa nada porque no salgo de mi casa, pero eso no es vida, nosotros nos vamos a Estados Unidos”, decía en tono firme, mientras el niño la miraba con los ojos abiertos, sonriente.