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La cumbre mundial del clima se cierra con retraso y sin acuerdo en un aspecto clave

Los países participantes alcanzaron un pacto que aspira a más ambición contra el calentamiento global en 2020. Pero se quedaron lejos de las peticiones de compromiso de científicos y parte de la sociedad

La cumbre del clima de las Naciones Unidas se cierra este domingo con un acuerdo entre los países participantes para ser más ambiciosos el año que viene a la hora de enfrentar las consecuencias dañinas del calentamiento global para el planeta. 

Pero fracasa en encontrar un pacto común sobre la regulación de los mercados de CO2 (la compraventa del derecho a emitir gases impactantes), considerado una medida clave para limitar la emergencia climática.

Respecto a las expectativas de los científicos, que alertan incesantemente sobre el peligro que corre la Tierra si no se pone freno a la contaminación provocada por el ser humano, y una parte de la población cada vez más concienciada sobre la crisis medioambiental, la respuesta de los Gobiernos ha sido débil. 

Los representantes de casi 200 países han estado negociando sobre las medidas necesarias durante casi dos semanas, y han llegado a una posición común sobre algunas cuestiones solo después de que el fin de la cumbre, celebrada en Madrid y llamada COP 25, se aplazara dos días ante la imposibilidad de alcanzar tratos.  

En particular, las apelaciones de algunos países, entre ellos China y Brasil, a que las naciones ricas pusieran a disposición más inversión para limitar el impacto medioambiental de las actividades humanas, contribuyeron a generar desacuerdo. 

La reunión de este año fue la más larga de las 25 ediciones celebradas hasta la fecha. 

Grupos ambientalistas y activistas acusaron a los países más ricos del mundo de mostrar poco compromiso para abordar seriamente el cambio climático.

Medidas pactadas

El acuerdo alcanzado este domingo por la cumbre pide un aumento de la ambición de los compromisos de lucha contra el cambio climático siguiendo el calendario marcado en el Acuerdo de París, alcanzado en 2015. 

El pacto sienta las bases para que, en 2020, los países presenten compromisos de reducción de emisiones (NDC, por sus siglas en inglés) más ambiciosos para responder a la emergencia climática de cara a la COP26 de Glasgow (Reino Unido). El objetivo establecido es que el calentamiento global no supere la temperatura de 1.5 Cº para finales de este siglo. 

También reconoce que las políticas climáticas deben ser permanentemente actualizadas en base a los avances de la Ciencia y que la lucha contra el cambio climático es una cuestión transversal que afecta a ámbitos desde las finanzas a la agricultura.

Así mismo, aboga a una mayor inclusión de las mujeres en la negociación internacional del clima y dar respuesta al desigual efecto del cambio climático en ellas. Y establece directrices al Fondo Verde del Clima para que, por primera vez, destine recursos frente a las pérdidas y daños que sufren los países más vulnerables a los fenómenos climáticos extremos, e insta a los países desarrollados a que proporcionen recursos financieros para ayudar a los países en desarrollo. 

Negociaciones fracasadas

Por otro lado, la futura regulación de los mercados de carbono se ha pospuesto para la próxima Conferencia, aunque en la cumbre de Madrid se han conseguido importantes "avances" sobre el sistema que debe ordenar el comercio de derechos de emisión en todo el mundo, apunta EFE. 

La regulación de esos mercados (el Artículo 6 del Acuerdo de París) ha sido desde el comienzo de la cumbre uno de los principales escollos para lograr un acuerdo.

Los textos que se han avanzado en Madrid se consideran, por parte de la Presidencia chilena de la cumbre, "buenos avances" desde el punto de vista técnico.

Sin embargo, se requieren todavía algunos ajustes entre las diferentes visiones de las partes, que se retomarán en 2020

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