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Justo antes de morir, a veces vemos fantasmas. Pero en lugar de miedo, traen felicidad

"Mi madre y mi padre, mi tío, todo el mundo que yo sabía que estaba muerto estaba allí [a mi lado]", explica en un video un paciente terminal.
Kempton Races
Imagen de archivo. Getty Images / Getty Images

“El pasado verano, seis meses antes de que muriera mi madre, entré en su dormitorio y ella me saludó con un hola diminuto y una enorme sonrisa. Luego siguió conversando con su madre, que había muerto en 1973”, cuenta Steven Petrow, un galardonado periodista, en el diario The Washington Post.

La conversación de esta mujer con un fantasma de su mente no está fuera de lo común, según explica en su artículo, citando testimonios de trabajadores sanitarios sobre episodios similares en personas cerca de la muerte.

Un estudio científico publicado en 2014 analizó mediante entrevistas el testimonio de 66 pacientes terminales en hospicios; la mayoría dijo haber experimentado visiones o sueños, que sintieron como reales, protagonizados en ocasiones por personas muertas. A medida que la muerte se acercaba, estas visiones fueron cada vez más frecuentes, concluyó la investigación.

“Son muy comunes entre pacientes moribundos en hospicios”, explica la psiquiatra Rebecca Valla al citado diario, “los que está muriendo y parecen tener un pie fuera de este mundo a menudo sienten la presencia de sus seres queridos fallecidos, y se comunican con ellos”. “En muchos casos”, añade, “parecen estar ayudándoles a hacer la transición hacia el otro mundo”.

Los familiares, como le ocurrió a este periodista, se sorprenden a menudo por estas visiones, que “son reales para ellos”, explica un trabajador social, Jim May.

¿Qué hay que hacer? No “minimizar, rechazar o, peor, tratar como una enfermedad estos testimonios, es dañino y puede ser traumático”, añade May, “la mayoría de pacientes encuentran confort en estas conversaciones”.

“Mi madre y mi padre, mi tío, todo el mundo que sabía que estaba muerto estaba allí [a mi lado], explica un paciente terminal en este video.

El artículo termina con otro episodio personal del periodista: cuando su madre estaba ya cerca de la muerte, Petrow cocinó una cena (espaguetis con salsa marinara y ensalada) y cenaron juntos en su casa, donde ella vivía con él.

Después, al acompañarla a la cama, ella le preguntó: “¿Cómo lo sabías?”. “¿Cómo sabía qué?”, replicó él, a lo que ella respondió: “Así era exactamente como quería que fuera mi funeral, has invitado a mi gente favorita, y la comida era justo lo que yo habría pedido”.

Estaba feliz, añade. Seis meses después, estaba muerta.