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“Oro para que Trump cambie idea sobre los migrantes”. Una latina cumple un año refugiada en una iglesia

Rosa Gutiérrez, una indocumentada salvadoreña, se enfrenta a una orden de deportación. Tiene tres hijos nacidos en EE. UU., uno de ellos con síndrome de Down

Desde que sus tres hijos viven con ella, Rosa Gutiérrez López se siente más tranquila. Pero la situación de esta salvadoreña en el último año no ha cambiado: tiene pendiente una orden de deportación del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés) y teme que la arresten si deja la iglesia del área de Washington D. C. donde lleva refugiada desde el 10 de diciembre de 2018. 

“Salimos a veces hasta media hora a caminar. Pero nunca a la calle. Eso está prohibido para mí”, contó Gutiérrez recientemente a The Associated Press. También dijo que deseaba poderse quitar el grillete electrónico de 150 gramos que los agentes de ICE le colocaron hace dos años en su tobillo izquierdo.

La mujer recibió una orden de deportación vinculada a su ingreso no autorizado a Texas en 2005. Sus hijos —de los que el menor, de siete años de edad, padece la síndrome de Down— son ciudadanos de Estados Unidos

Tras ser acogida en la iglesia Cedar Lane Unitarian Universalist, ubicada a 14 kilómetros (9 millas) de la Casa Blanca, Gutiérrez se convirtió la primera inmigrante sin permiso de residencia en esconderse dentro de una institución religiosa del área de Washington DC.

Por consecuencia de esa orden de ICE, Gutiérrez es legalmente una fugitiva que puede ser arrestada en cualquier momento. Sin embargo, las autoridades de inmigración suelen considerar las iglesias como “lugares sensibles” y generalmente no persiguen a las personas que se encuentren en su interior.

ICE le pide que se presente personalmente si quiere solicitar la anulación de la orden de deportación. Pero su situación le hace dudar sobre si le conviene salir de la iglesia. “No le recomiendo que salga del santuario”, dijo su abogada Jasmin Tohidi. “Todos sabemos qué quieren hacer (las autoridades) si ella sale”, agregó.

Hay antecedentes. Un mexicano que estuvo refugiado casi un año en una iglesia de Carolina de Norte fue deportado en 2018 después de que salir del templo para solicitar un permiso para permanecer en Estados Unidos y poder mantener a su hijo y a su esposa enferma.

“Dios me va a escuchar”

Sobre la situación de Gutiérrez, una portavoz de ICE dijo a AP que “se le ha otorgado el debido proceso en las cortes migratorias de nuestro país y se le dio la opción de marcharse voluntariamente, pero rehusó hacerlo. Ella es actualmente una prófuga migratoria, sobre quien pesa una orden final de deportación”.

Algunos ven el caso de esta salvadoreña como ejemplo de un sistema cruel que castiga innecesariamente a inmigrantes sin antecedentes criminales, mientras que las autoridades migratorias y otros sectores sostienen que quien ingresa al país sin autorización debe lidiar con las consecuencias.

Ella intenta no perder las esperanzas de quedarse. “Yo tengo fe que indefinidamente no me voy a quedar aquí. Yo sé que Dios me va a escuchar mis oraciones y un día ellos van a cambiar de parecer”, indicó.

Por su suerte, el reverendo Abhi Janamanchi, ministro principal de Cedar Lane, dijo que su congregación está comprometida a albergar a Gutiérrez y sus hijos mientras ella lo necesite. “Ha sido maravilloso tener la oportunidad de ser un santuario para doña Rosa”, dijo. Con ella, agregó, en la iglesia comprendieron “qué significa ser un santuario y cómo ejercer la hospitalidad”.

De momento, Gutiérrez dedica una buena parte de su tiempo a atender a sus hijos, practicar yoga y meditación, cantar en un coro y estudiar inglés. Cerca de 150 voluntarios se turnan para acompañarla, comprar víveres en el supermercado y atender las necesidades de los tres niños en sus escuelas. 

La inmigrante también ayuda a atender las necesidades de otros refugiados como ella. “Rosa ha pasado de ser alguien que de manera desesperada buscaba un último recurso para no ser deportada, a ser una persona que está activamente ayudándonos a organizar apoyo a personas que están en situación similar”, dijo Omar Pérez, coordinador de la DMV Sanctuary Congregation Network. 

Mientras espera que su situación cambie Gutiérrez mantiene que el gobierno del presidente, Donald Trump, necesita entender que los migrantes van a Estados Unidos a trabajar y a mantener a sus familias, dejando atrás violencia y pobreza. “Oro para que el presidente Trump cambie de opinión”, aseveró.

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