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En estas ciudades está prohibido morir. Quien desobedezca será “duramente castigado”

En un pueblo está prohibido morir en fines de semana. En otro, los muertos hacen fila. En una isla pareciera que se hubieran olvidado de morir. En otra, los que van a morir son expulsados.
Imagen de archivo de un cementerio mexicano el Día de los Muertos.
Imagen de archivo de un cementerio mexicano el Día de los Muertos.AP / AP

La alcaldesa de La Gresle, un municipio francés de apenas 900 habitantes a 50 millas de Lyon, ha prohibido por decreto a sus vecinos morirse los sábados, domingos o festivos en sus casas, según informa la prensa local.

Este decreto, publicado el pasado viernes y cuya duración es indefinida, “es absurdo”, según la propia alcaldesa, Isabelle Dugelet, pero responde a la “absurdez del sistema”, demostrada en su opinión por una reciente muerte.

El 1 de diciembre, domingo, falleció un vecino e hicieron falta dos horas y media, según la alcaldesa, para que un doctor llegara, debido a la “catastrófica situación” de la sanidad pública en zonas rurales como La Gresle.

“Hay doctores en las aldeas vecinas, pero están completamente sobrepasados por el trabajo, y los que se retiran no son sustituidos”, explicó la alcaldesa.

No es la primera vez que se prohíbe morir en Francia.

El alcalde de Sarpourenx, una aldea de 300 habitantes al suroeste del país, prohibió en 2008 la muerte a “todas las personas que quieran ser enterradas aquí pero no tengan una parcela en el cementerio”.

Aquellos que desobedecieran serían “duramente castigados”, según el decreto, que justificó por la falta de espacio en el camposanto.

Algo similar ocurrió en Le Lavandou, en la costa mediterránea y con 5,500 habitantes, también por falta de espacio. Según su alcalde, aún tenía 19 cadáveres esperando un lugar vacío, guardados temporalmente en tumbas de amigos.

También en otros lugares del planeta está temporalmente prohibido fallecer, en algunos lugares, como el santuario japonés de Itsukushima, por motivos religiosos, en otros (en pueblos de Brasil o España, por ejemplo) por falta de espacio.

En Noruega hay una ciudad, Longyearbyen, con 2,000 habitantes en un archipiélago a medio camino hacia el Polo Norte, en la que lleva prohibido desde los años 50. La capa helada bajo la superficie impide que los cuerpos se descompongan, por lo que sólo está permitido enterrar urnas funerarias.

“Si estás a punto de expirar, se harán todos los esfuerzos por llevarte en avión a tierra firme”, explicó un profesor universitario, Jan Christian Meyer.

Hay una isla en Grecia en la que sus habitantes son tan longevos que parecen haberse olvidado de morir.

Quizá sea como en la novela del escritor portugués José Saramago, en la que la muerte decidió dejar de matar en un país a partir del 1 de enero, provocando un caos que sólo se solucionó… volviendo a morir.