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Los amantes de Auschwitz: la historia de una pareja que se reencontró 72 años después

La historia de amor de David Wisnia y Helen Spitzer comenzó en las afueras del crematorio del campo de concentración. La vida los reunió en Estados Unidos.
El campo de concentración nazi Auschwitz-Birkenau en Oswiecim, Polonia,  el viernes 15 de febrero de 2019.
El campo de concentración nazi Auschwitz-Birkenau en Oswiecim, Polonia,  el viernes 15 de febrero de 2019. (AP /Michael Sohn)AP / AP

David Wisnia conoció a Helen Spitzer en 1943, en las afueras del crematorio de Auschwitz, y supo de inmediato que el encuentro no había sido casual. Ella ni siquiera debía estar fuera del área de las mujeres, llevaba una chaqueta, olía bien y le pidió a otro prisionero que los presentara.

Fue el inicio de una historia de amor y desencuentros. Aunque habían prometido volverse a ver cuando acabara la guerra, les tomó 72 años volverse a encontrar. Ese mismo tiempo tardó Wisnia en conocer la respuesta a la pregunta que le hizo a Spitzer –en su mente– durante décadas: “¿Fuiste tú quien me salvó la vida?”.

 En un extenso reportaje en The New York Times, Wisnia –hoy de 93 años– contó cómo Spitzer, de 25 años, creó un nido de amor entre dos crematorios, sobre paquetes de ropas de prisioneros. Otros hacían guardia para que la pareja pudiera tener un momento de intimidad.

"No sabía qué, cuándo, dónde", recordó Wisnia sobre su iniciación sexual a los 17 años. "Ella me enseñó todo".

El romance continuó durante dos años, hasta que los nazis comenzaron a desmontar el campo de concentración y enviar a los prisioneros a otros, ante el avance de los aliados.

Wisnia y Spitzer eran ambos prisioneros privilegiados. Wisnia, nacido en Polonia, inicialmente fue obligado a recoger los cuerpos de los prisioneros que se suicidaban, pero su situación mejoró cuando los nazis descubrieron que era un cantante talentoso.

Comenzó a cantar regularmente antes los guardias y se le asignó un nuevo trabajo en un edificio que las SS llamaron Sauna. Allí desinfectaba la ropa de los recién llegados con los mismos gránulos de Zyklon B utilizados para gasear a los prisioneros. Fue en Sauna que Spitzer se fijó en él por primera vez.

Spitzer  había nacido en Eslovaquia, tocaba el piano y la mandolina. Llegó a Auschwitz en 1942, junto a cerca de 2000 mujeres solteras y fue la primera aprendiz en diseño gráfico de su región natal. Había sido destinada inicialmente al campo de Birkeneu, donde estuvo a punto de morir a causa de las enfermedades y el trabajo forzado. Sus conocimientos de diseño, alemán, y una dosis de buena suerte la ayudaron a llegar a Auschwitz en una situación privilegiada. Le decían Zippi.

Sus tareas allí incluían mezclar pintura en polvo roja con barniz para dibujar una franja vertical en los uniformes de las prisioneras. Finalmente, comenzó a registrar todas las llegadas de mujeres al campamento, según el testimonio documentado en 1946 ­­­­­­por el psicólogo David Boder, quien grabó las primeras entrevistas con sobrevivientes después de la guerra.

Privilegiados, no colaboradores nazis

Cuando Spitzer conoció a Wisnia, ella estaba trabajando desde una oficina compartida con otra mujer judía, responsable de organizar el papeleo de los nazis y hacer reportes mensuales de la fuerza laboral del campo.

Zippi tenía privilegios: se duchaba regularmente y no tenía que usar un brazalete, y logró comunicarse con su único hermano sobreviviente en Eslovaquia a través de tarjetas postales codificadas.

Sin embargo, asegura The New York Times citando a varios historiadores, nunca fue colaboradora nazi o kapo, sino que sus habilidades de diseño para manipular el papeleo y reasignar prisioneros a diferentes trabajos. Tenía acceso a informes oficiales del campamento, que compartió con varios grupos de resistencia.

Los amantes hablaban poco, y ella le enseñó una canción en húngaro.

Una tarde de 1944 –cuenta Wisnia– se dieron cuenta de que probablemente sería su último encuentro amoroso, pues los nazis comenzaban a evacuar Auschwitz y a desmontar los crematorios. P­rometieron volverse a ver en Varsovia.

Wisnia se fue antes que Spitzer en uno de los últimos transportes desde Auschwitz. Fue transferido al campo de concentración de Dachau en diciembre de 1944, de donde huyó golpeando a un guardia de las SS con una pala. Al día siguiente, mientras se escondía en un granero, se encontró con fuerzas estadounidenses.

Desde que tenía 10 años, Wisnia había soñado con cantar ópera en Nueva York y antes de la guerra, le había escrito al presidente Franklin D. Roosevelt solicitando una visa para poder estudiar música en Estados Unidos. Las dos hermanas de su madre habían emigrado al país en la década de 1930.

Una promesa olvidada

Con el Ejército estadounidense, Wisnia se convirtió en "Little Davey", un intérprete y asistente civil, que interrogaba a los alemanes y confiscaba sus armas. Llegó hasta Austria, e incluso al refugio de montaña de Hitler en Berchtesgaden. Después de la guerra, siguió adosado al Ejército. Y olvidó completamente su promesa de reunirse con Zippi en Varsovia.

A veces también conducía al campamento de personas desplazadas en la ciudad de Feldafing en la Alemania ocupada por los estadounidenses, para entregar suministros, sin tener la menor idea de que allí mismo estaba quien fue su amante.

Wisnia siguió con el Ejército estadounidense destacado en Versalles, Francia, donde esperó hasta que finalmente pudo emigrar a Estados Unidos en 1946.

Spitzer había sido enviada al campamento de mujeres en Ravensbrück y a un subcampo en Malchow antes de ser evacuada en una marcha de la muerte. Ella y una amiga escaparon quitando la franja roja que había pintado en sus uniformes, y mezclándose con la población local. Llegó a su hogar en Bratislava cuando los aliados derrotaron a los nazis, pero luego se dirigió a Feldafing.

En septiembre de 1945, Spitzer se había casado con Erwin Tichauer, el jefe de policía interino del campo Feldafing y un oficial de seguridad de las Naciones Unidas, quien trabajó en estrecha colaboración con el Ejército estadounidense.

El matrimonio no tuvo hijos y dedicaron años de sus vidas a causas humanitarias. Hicieron misiones a través la ONU a Perú, Bolivia e Indonesia. Tichauer enseñó bioingeniería en la Universidad de Nueva Gales del Sur en Sidney, Australia.

Se mudaron a Austin, Texas, y luego en 1967 se establecieron en Nueva York, donde enseñó bioingeniería en la Universidad de Nueva York.

Wisnia también prosperó: se casó en 1952 con una joven estadounidense, se radicó en Pennsylvania y se convirtió en vicepresidente de ventas de Wonderland of Knowledge Corporation, la empresa de enciclopedia, y ha cantado durante décadas en su congregación.

El encuentro frustrado

Un amigo común le dijo que Zippi estaba en Nueva York organizó una reunión. Wisnia condujo las dos horas desde Levittown, Pennsylvania, a Manhattan y esperó en el lobby de un hotel frente a Central Park.

"Ella nunca apareció", recordó a The New York Times. "Descubrí que después decidió que no sería inteligente. Ella estaba casada".

Durante años, el propio Wisnia le escondió la existencia de Zippi al resto de su familia.

Sus hijos y nietos lo convencieron de la importancia de hablar sobre su pasado en momentos en que el antisemitismo está en auge en todo el mundo. En 2015, publicó un libro de memorias, One Voice, Two Lives: From Auschwitz Prisoner to 101st Airborne Trooper( ‘Una voz, dos vidas: del prisionero de Auschwitz al soldado de la 101 aerotransportada’), donde por primera vez habló de su novia de Auschwitz bajo el seudónimo, Rose.

Al año siguiente Wisnia decidió intentar nuevamente comunicarse con Zippi. Uno de sus cuatro hijos, rabino en una sinagoga de la Reforma en Princeton, Nueva Jersey, coordinó la visita.

 Zippi, viuda desde 1996, estaba en cama, ciega y sorda. Tenía un ayudante que la cuidaba, y su única conexión con el mundo exterior era el teléfono. Inicialmente no lo reconoció, hasta que Wisnia se le acercó.

La pregunta

"Sus ojos se abrieron, casi como si la vida volviera a ella", rememoró Avi Wisnia, de 37 años, nieto que acompañó al sobreviviente del Holocausto al reencuentro. "Nos sorprendió a todos".

"Ella me dijo frente a mis nietos, ‘¿Le dijiste a tu esposa lo que hicimos?’", recordó el Sr. Wisnia, riendo. "Le dije,‘¡Zippi!’".

Se pusieron al día sobre sus vidas y al final, Wisnia le hizo la pregunta que lo acosó durante tantos años. ¿Tuvo ella algo que ver con que sobrevivieras  en Auschwitz todo ese tiempo?

Zippi levantó la mano, abriendo sus dedos. "Te salvé cinco veces de un mal envío", le dijo.

"Te estuve esperando", le confesó también.

En su última tarde juntos ella le pidió a Wisnia que le cantara. Él le tomó de la mano y le cantó la canción húngara que ella le enseñó en Auschwitz, cuya letra nunca olvidó.

Helen Spitzer falleció en 2018, a los 100 años de edad.

En enero, Wisnia planea volar con su familia a Auschwitz, donde ha sido invitado a cantar en el 75 aniversario de la liberación del campo.