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Miles de niños son castigados por sus escuelas en Illinois de forma cruel e ilegal

Los menores, algunos con poco más de 5 años, lloran, se golpean contra las paredes, llaman a sus madres. Todo para nada.
Estudiantes en una escuela en Chicago, Illinois, en una imagen de archivo de octubre de 2019.
Estudiantes en una escuela en Chicago, Illinois, en una imagen de archivo de octubre de 2019.Getty Images / Getty Images

Una investigación periodística ha revelado cómo empleados de escuelas públicas de Illinois utilizan sin justificación salas de aislamiento para encerrar por horas a estudiantes, a veces de poco más de cinco años de edad, causando graves secuelas a los menores, que lloran, se golpean contra las puertas, o arañan las ventanas.

Aunque la ley de Illinois (donde viven 2,2 millones de hispanos, un 17% de la población) autoriza a los colegios a usar estos espacios de reclusión cuando la seguridad de la clase se vea afectada, la investigación del diario Chicago Tribune y la organización periodística ProPublica ha determinado que muchas veces los menores fueron encerrados sin detallar la causa o esgrimiendo razones ilegales.

Solo en el período comprendido entre el curso escolar 2017-2018 y los primeros cuatro meses del período 2018-2019, se registraron más de 20,000 incidentes de este tipo. De esos, sólo en 12,000 aparecían detalladas razones para el castigo.

Este registro, obligatorio para las escuelas, revela que muchos de los estudiantes encerrados tenían discapacidades y eran aislados durante horas aunque lloraran, golpearan sus cuerpos, se orinaran o terminaran jugando con sus heces.

Los menores eran enviados a las salas de reclusión por razones como negarse a hacer una tarea, usar lenguaje ofensivo, derramar la leche o lanzar juguetes, entre otras. Perdían así varias horas de clases, que pasaban a calificarse “de servicio”.

Expertos consultados por los citados medios reconocen que en muchos casos los profesores se enfrentan a alumnos con comportamientos violentos que se convierten en una amenaza para sus compañeros. Según los maestros, la práctica del encierro busca mantener al resto de la clase a salvo y enseñar a calmarse.

Sin embargo, en aquellas escuelas donde este tipo de salas han sido prohibidas se argumenta que esta práctica no ofrece valor terapéutico o educacional sino que traumatiza a los menores encerrados.

Casos dramáticos

La investigación detalla el caso de una asistente del Kansas Treatment and Learning Center, en Illinois, que el 1 de febrero de 2018 encerró a Jace Gill, de 9 años, por romper una hoja de un trabajo matemático y tratar de salir de la escuela.

Cerca de 20 minutos después de iniciada la reclusión, según el reporte, Gill se orinó. Se quitó los pantalones y comenzó a gritar que estaba desnudo; y luego defecó y empezó a manchar las paredes con sus heces. Ningún adulto intervino, pero en la hoja de registro quedó la anotación: “Bailando en las heces".

Media hora después, Jace comenzó a llorar por su madre: “Déjenme salir, estoy llorando solo”. Luego de 80 minutos de encierro, el menor fue entregado a su abuela. Su madre, Kylee Beaven, que en su momento solo fue informada de que el menor defecó, se sorprendió al leer el reporte completo: “No sabía que había pasado todo esto”, dijo, “nada de esto debió haber ocurrido”. La mujer retiró al niño de la escuela tras lo ocurrido.

El menor había sido diagnosticado con autismo a los 3 años, y comenzó a tener ataques de epilepsia a los 5. En octubre de 2018 falleció mientras dormía durante uno de esos ataques.

En 2012, el Departamento de Educación advirtió que el aislamiento de estudiantes podía ser peligroso, y aseguró que no había evidencia efectiva de que redujera los problemas de comportamiento. Sin embargo, no existe una ley federal que regule este castigo; en 2018 la Cámara de Representantes registró una iniciativa para prohibirlo, pero sigue congelada.

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