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Un agente migratorio ayudó a deportar a miles de personas. Por un oscuro secreto, ahora puede ser deportado

“Cada vez que veo a un policía, me pongo rígido, o me entran los nervios al ver a la Patrulla Fronteriza. Son personas con las que trabajé, y ahora le tengo miedo”, explica.

Cuando Raúl Rodríguez, un veterano discapacitado que trabajaba como agente de la oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP, en inglés) desde el año 2000, trató de reclamar a su hermano en México para que emigrara a Estados Unidos, descubrió un devastador secreto familiar: él también había nacido en ese país. Ahora, tras perder su empleo, se enfrenta un procedimiento de deportación similar al de las miles de personas a las que él mismo procesó como parte de su trabajo.

Al iniciar los trámites para reclamar a su hermano, el Servicio de Ciudadanía e Inmigración (USCIS, en inglés) le solicitó a Rodríguez varios documentos. Fue entonces cuando recibió una llamada de la Oficina del Inspector General del Departamento de Seguridad Nacional (del que dependen USCIS y la CBP).

“Me presentaron un certificado de nacimiento mexicano mío y me preguntaron si alguna vez lo había visto”, recuerda Rodríguez en entrevista con el canal local KRGV desde Weslaco (Texas). “Dije que no. Nunca lo he visto antes. Tengo casi 50 años y nunca lo he visto”, asegura.

El documento era anterior al que él creía su certificado verdadero, en el que se decía que había nacido en Estados Unidos.

El Departamento de Seguridad Nacional inició así una investigación sobre el estado legal de Rodríguez, quien, por su parte, contactó con su padre en México.

“Al principio estaba un poco indeciso y no quería responder preguntas, pero finalmente le dije, 'eh, necesito saber la verdad’. Él sacudió la cabeza, diciendo que yo había nacido en México. Y fue devastador, porque yo sabía lo que iba a pasar entonces”, explica.

Como oficial de inmigración, Rodríguez procesaba expulsiones, cancelaciones de visas, casos de asilo, y cualquier expediente relacionado con el procesamiento de inmigrantes.

Ahora le correspondía sufrir las consecuencias de esas mismas políticas.

“Cada vez que veo a un policía”, indica, “me pongo rígido, o me entran los nervios al ver a la Patrulla Fronteriza. Son personas con las que trabajé, y ahora le tengo miedo”.

El Departamento de Seguridad Nacional concluyó que Rodríguez desconocía que su certificado de nacimiento estadounidense era fraudulento.

Pero de todas formas perdió su empleo, con el que ganaba 100,000 dólares anuales.

Presentó entonces una solicitud de residencia ante USCIS, pero su abogado, Jaime Díez, asegura que la agencia dilató el proceso.

Cuando presentó inicialmente su petición, hace año y medio, no se le podía haber negado en castigo por usar un certificado de nacimiento falso, puesto que él no sabía que era falso.

Sin embargo, en 2018 eso cambió: el Departamento de Justicia decidió que daba lo mismo si el aplicante sabía o no que el documento era falso, el resultado sería el mismo en cualquier caso: petición denegada.

“Creemos que esa decisión no es aplicable en este caso. Hemos presentado una apelación”, indica su abogado, “al final podría terminar ante un juez, pero lo que significa para él es que su vida estará en suspenso en los próximos años”.

Rodríguez asegura que refinanciar su casa y consolidar sus deudas para que su esposa, que  también trabaja procesando solicitudes de inmigración, pudiera pagar las facturas con un solo sueldo, y no perder así su hogar.

El matrimonio tiene dos hijos adolescentes, que ahora temen perder a su padre.

USCIS dijo que no puede comentar sobre el caso debido a preocupaciones de privacidad.