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Estado Islámico designa al sucesor de Abu Bakr al-Baghdadi, muerto en un operativo de EEUU en Siria

El grupo militante nombró a Abu Ibrahim Hashimi al-Quraishi como el nuevo líder en un mensaje publicado por su ala oficial de medios, al tiempo que emergen detalles de la persona que traicionó a Baghdadi.
Iraquíes escuchan la noticia de la muerte de Abu Bakr al-Baghdadi en Najaf
Iraquíes escuchan la noticia de la muerte de Abu Bakr al-Baghdadi en NajafREUTERS / REUTERS

Estado Islámico (ISIS) anunció el jueves un nuevo líder que sucederá a Abu Bakr al-Baghdadi, quien murió en una redada liderada por Estados Unidos en Siria el pasado fin de semana.

El grupo extremista designó a Abu Ibrahim Hashimi al-Quraishi como sucesor, en un mensaje publicado por su ala de medios, según la firma de consultoría de seguridad y socio de NBC News Flashpoint.

Fue la primera vez que ISIS reconoció la muerte de al-Baghdadi y la de otra figura de alto rango llamada Abu Hassan al-Muhajir. El presidente Donald Trump identificó a al-Muhajir como el "reemplazo número uno" de al-Baghdadi.

En un mensaje de audio publicado el jueves, el grupo hizo un llamado a los combatientes para que se unan al nuevo líder y amenazaron a Estados Unidos, según una traducción proporcionada por Flashpoint.

Trump dijo que al-Baghdadi se suicidó a sí mismo y a tres de sus hijos, detonando un chaleco suicida cuando las fuerzas estadounidenses se acercaron después de una redada "peligrosa y audaz" el sábado.

Si bien la muerte de al-Baghdadi constituye un golpe significativo para el grupo militante, los expertos han advertido que no necesariamente significará el fin de los extremistas violentos que intentan reconstituir su califato.

Traición desde su círculo más íntimo

Al-Baghdadi, fue traicionado por un miembro de su círculo íntimo que condujo a las tropas estadounidenses al complejo donde se escondía en el norte de Siria.

El comandante de las Fuerzas Democráticas Sirias lideradas por los kurdos, el general Mazloum Abdi, le dio a NBC News el miércoles un informe detallado de cómo dirigió durante meses a un espía en el interior de EI, que siguió a al-Baghdadi en sus traslados de una casa segura a otra, hasta que este terminó atrapado en un túnel debajo de una de esas residencias.

Abdi no identificó la fuente, pero funcionarios de inteligencia kurdos lo describieron como un árabe que tenía muchos familiares en el grupo islamista.

Abdi precisó que la principal motivación del informante había sido la venganza.

“Creo que estaba bajo mucha presión de su familia —dijo el general—. El Estado Islámico había sometido a su gente a un trato duro y él ya no creía en el futuro del grupo. Quería vengarse de EI y del propio al-Baghdadi ".

El espía estaba en una posición única y extremadamente rara como para querer vengarse.

“Era, se podría decir, un oficial de seguridad —dijo el general—. Un funcionario de seguridad personal del propio al-Baghdadi, a cargo de sus movimientos.”

Parte de su trabajo, anotó Abdi, era “asegurar los lugares” donde más tarde se escondería al-Baghdadi.

El espía memorizó las ubicaciones y los diseños de las casas de seguridad visitadas por el líder e incluso robó muestras de la sangre y la ropa del terrorista más buscado del mundo para que se le hicieran análisis de ADN, dijo.

Nada fue fácil.

“Al-Baghdadi había tomado precauciones de seguridad al más alto nivel —recordó Abdi—. Jamás empeló comunicaciones de alta tecnología. Cualquier lugar en el que se encontraba estaba en un apagón de comunicaciones, con excepción de aquellos que eran directamente responsables de su seguridad, que era un pequeño grupo de personas”.

Tras años de fuga, al-Baghdadi tenía un hogar relativamente pequeño.

“Su familia directa, los niños, sus parientes, sus hermanos, formaban un anillo cerrado a su alrededor”, dijo. El líder de Estado Islámico solo había permitido que un pequeño grupo de no familiares lo conociera. Uno de ellos era el espía.

Abdi declinó informar cuándo o cómo hicieron contacto por primera vez con el informante, pero dijo que la relación se había profundizado y expandido dramáticamente en los últimos cinco meses. Coincidió con el traslado de al-Baghdadi de un escondite en el este de Siria a la provincia de Idlib, en el oeste, cerca de la frontera turca.

“Confirmamos que (al-Baghdadi) había sido trasladado a Idlib en abril de este año”, acotó el general.

Idlib era un lugar poco probable para que se escondiera el líder de Estado Islámico. Se trata de una provincia controlada en gran medida por otros grupos islamistas, incluido uno vinculado a Al Qaeda que se hace llamar Frente Al-Nusra, y que a veces ha entablado combates contra Estado Islámico.

Allí se escondía el líder islámico, entre un grupo de simpatizantes, pero en lo que en gran medida constituía un territorio hostil.

“La noticia de que al-Baghdadi se encontraba en Idlib fue completamente inesperada —dijo Abdi—. Fue una sorpresa para todos”.

Idlib es una provincia grande con un terreno variado, que incluye colinas, cañones, olivares y varios pueblos y ciudades grandes. Abdi dijo que los encuentros con el espía en Idlib fueron frecuentes pero inconsistentes. Funcionarios de inteligencia kurdos aseguraron que el espía no podía acercarse a voluntad al líder de EI, sino que tuvo que esperar para ser convocado a reuniones. Los encuentros cara a cara, aparentemente para hablar sobre seguridad, movimientos, transporte y la apertura de futuras casas de seguridad, serían esenciales.

Para averiguar dónde se escondió exactamente al-Baghdadi en la provincia de Idlib, Abdi dijo que el espía tenía que confiar en sus sentidos y su memoria. Los guardaespaldas de Al-Baghdadi lo recogían en un auto privado o, a veces, en un taxi. La mayoría de quienes visitaban al líder llevaban los ojos vendados. Pero este espía era más confiable que la mayoría. Los guardias personales de Al-Baghdadi apenas le pidieron que no mirara hacia afuera por las ventanas del auto.

“Cuando se acercaban al área, le pedían que se inclinara hacia adelante para que no pudiera mirar a su alrededor —dijo Abdi—. Que se acostara o que reclinara el asiento en el taxi”.

Pero incluso con el asiento en horizontal, Abdi dice que el espía pudo detectar fragmentos de la topografía y que podía saber si estaba en una ciudad o en el campo, entre olivares o en campos abiertos.

Una vez dentro de los escondites de al-Baghdadi, y había varios, muy cerca los unos de los otros, el espía ya podía mirar alrededor libremente.

Así comenzó a memorizar los espacios internos y a distinguir las características estructurales que se podían ver desde arriba, como un tanque de agua rojo en el techo.

Estos detalles, dijo el general, se transmitían constantemente a los kurdos y, a través de ellos, a las agencias de inteligencia estadounidenses, lo que permitió que la vigilancia aérea de EEUU identificara el escondite final de al-Baghdadi. Luego las descripciones del complejo ayudaron a los comandos estadounidenses a planificar su asalto.

“Proporcionó información sobre la casa en sí, sobre su forma y lo que se podía hacer dentro de ella, con todas sus especificidades”, dijo.

Ahí se incluían detalles sobre el túnel donde al-Baghdadi se inmoló cuando era perseguido por las fuerzas estadounidenses.

“Nos enteramos de que había un túnel en la casa —recordó—. Supimos cuántas personas había en la casa, cuántos guardias. Estudiamos los puntos de control más cercanos de al-Nusra. Nos hicimos con todos los detalles de seguridad de la casa”.

Pero antes de enviar a los comandos, precisó el general, la inteligencia estadounidense quería pruebas concretas de que la fuente tenía acceso a al-Baghdadi.

Querían asegurarse de que todo no fuera un engaño o, peor, una trampa.

Fue entonces que el espía se robó un par de piezas de ropa interior usada del líder y luego una muestra de su sangre para comparar con muestras conocidas del ADN de al-Baghdadi, ya que él había estado bajo custodia estadounidense en Irak años atrás.

Abdi dijo que el espía se había robado aquella ropa hacía aproximadamente tres meses en una casa que al-Baghdadi había usado y abandonado. No quiso decir cómo se recolectó la sangre, solo que había sido tomada aproximadamente un mes antes.

El general apuntó que ambas pruebas de ADN coincidían, lo que demuestra la buena fe del informante.

“Después de eso, la CIA se tomó el caso más en serio —comentó—. Y comenzaron a trabajar duro y más serio al más alto nivel”.

Sin embargo, el cronograma para lanzar un operativo en el complejo de al-Baghdadi se retrasó por la repentina decisión del presidente Donald Trump de retirar a las tropas estadounidenses del norte de Siria, a lo que se sumó la posterior invasión turca.

De repente, dijo Abdi, las fuerzas dirigidas por los kurdos tuvieron que concentrar más su atención en defenderse.

Mientras tanto, al-Baghdadi se preparaba para mudarse una vez más de residencia.

“A Al-Baghdadi le habían preparado una nueva casa en un lugar diferente ubicado en el área de Dera al-Fraat (Jarablus) —explicó Abdi—. Y la casa estaba lista. Suponemos que unas 48 horas más tarde ya se habría mudado, y la nueva residencia era completamente diferente, no se conocía nada de ella”.

Abdi dijo que el espía estaba en el complejo cuando las Fuerzas Especiales de Estados Unidos llevaron a cabo la operación.

“Estaba allí y regresó a salvo con el comando”, concluyó.

Funcionarios estadounidenses le dijeron al The Washington Post que probablemente el hombre recibiría la totalidad o parte de la recompensa de 25 millones de dólares fijados por la cabeza de al-Baghdadi.