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El Gobierno de Trump debe cuidar a los niños migrantes. Ha enviado a miles a los lugares más mortíferos y peligrosos

Cientos de bebés y miles de niños pequeños han sido enviados a uno de los lugares más peligrosos del planeta. Así se ahorran pagar 800 dólares por menor. Pero el precio final puede ser altísimo.

El pasado mes de enero, el Gobierno de Donald Trump comenzó a enviar a México a solicitantes de asilo (en su mayoría, centroamericanos) para que aguardaran allí semanas, meses o incluso años, hasta que unas cortes migratorias sobrepasadas y con más de un millón de casos retrasados resolvieran finalmente si podían quedarse o no en Estados Unidos.

El pasado mes de junio, el Gobierno de Andrés Manuel López Obrador, amenazado por Trump con severos aranceles, aceptó ampliar ese programa, admitiendo no sólo a algunos sino a todos los migrantes que Estados Unidos quisiera aparcar al otro lado de la frontera.

El pasado de septiembre, las autoridades migratorias estadounidenses dieron por terminada la política de catch and release, que obligaba a dejar en libertad a la mayoría de migrantes llegados al país mientras se resuelve sus solicitudes de asilo ante la falta de cárceles donde mantenerlos detenido a todos.

Ahora, en vez de encerrarlos aquí, los envía a México. Cada día de detención de un adulto cuesta entre 130 y 200 dólares. En el caso de los niños, asciende a 775 dólares al día.

¿Pero acaso está enviando Trump a niños pequeños también a México?

En Estados Unidos, el Gobierno está obligado a prestarles cuidados adicionales, a liberarlos en un máximo de 20 días, y a buscarles una familia de acogida para que vivan en condiciones adecuadas hasta que se resuelva su caso (o cumplan 18 años).

En México, en cambio, serían enviados a algunas de las ciudades más peligrosas del mundo, donde mafias y crimen organizado secuestran, violan y asesinan a migrantes por apenas un puñado de pesos.

Nuevo Laredo, por ejemplo, es tan peligrosa como AfganistánIrak o Siria, por el riesgo de secuestro, asalto sexual y asesinato, según el Departamento de Estado.

David, por ejemplo, no duró ni una noche. “Dicen que en este país, donde estamos, secuestran a mucha gente”, le suplicó a los agentes migratorios estadounidenses que le escoltaban a él a través del puente fronterizo.

Apenas unas horas después, era secuestrado junto a una docena de migrantes, a tan solo tres millas de distancia, en una estación de autobús.

Junto a él fue enviado también a México su hijo. Porque sí, las autoridades migratorias estadounidenses también deportan temporalmente a niños pese al peligro que ello pueda implicar.

Entre los 40.000 solicitantes de asilo enviados al país vecino desde enero dentro de este programa, cerca de 13.000 eran menores de edad. De ellos, 3.400 tenían menos de cinco años, y unos 400 eran bebés de sólo meses, según cifras oficiales analizadas por la agencia de noticias Reuters.

Las directrices del Departamento de Seguridad Nacional indican que no se debería enviar de vuelta a niños solos, pero sí con sus padres.

Así le sucedió por ejemplo a Blanca Aguilar, una guatemalteca de 27 años que vive ahora en una pequeña tienda en una iglesia de Tijuana con su hijo Adrián, de 2 años.

Lleva allí desde agosto: el menor tiene diarrea y tos, y a su alrededor cada vez más caen enfermos de gripe, una enfermedad que mata a decenas de miles de personas en Estados Unidos cada año, fundamentalmente niños y ancianos.

Otra niña, Montserrat, de un año, tuvo que ser hospitalizada porque no podía respirar. Su madre, Marla Suniga, hondureña de 34 años, huyó de la violencia en su país pero ahora planea regresar porque teme por la vida de su hija en Tijuana.

Las autoridades migratorias han agradecido a México su colaboración, tan excelente, dijeron, que merece figurar en los libros de Historia. En septiembre, la llegada de solicitantes de asilo a la frontera cayó a más de la mitad respecto a mayo.

México, en cambio, prácticamente niega que su colaboración fuera ni tan siquiera negociada, según informa la web Animal Político.