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Trump dice que pide ayuda de gobiernos extranjeros para combatir la “corrupción” de los Biden

Como parte de una ofensiva política, Trump mantiene un tono desafiante contra los demócratas, y argumenta que pide ayuda de gobiernos extranjeros para destapar la corrupción de Biden

WASHINGTON.— Ante el “tsunami” político que amenaza a su Administración, el presidente Donald Trump ha moldeado una arriesgada estrategia para convencer a los votantes de que sólo pretende combatir la “corrupción” de un rival en la contienda de 2020, y que tiene derecho a pedir la “colaboración” de países como Ucrania y China.

“Como presidente, tengo la obligación de poner fin a la corrupción, aunque eso signifique solicitar la ayuda de un país o países en el exterior. Esto no tiene nada que ver con la política o una campaña política contra los Bidens. Esto sí tiene que ver con su corrupción”, argumentó Trump hoy en su cuenta en Twitter.

Anoche, frente a las cámaras de televisión, Trump repitió su llamado a que los gobiernos de Ucrania y China inicien una investigación sobre las actividades del exvicepresidente y posible rival político en la contienda de 2020, Joe Biden, y su hijo, Hunter.

En claro desafío a los demócratas, Trump incurrió en el mismo posible delito que desató una nueva investigación en su contra y que podría conllevar a su destitución. Y tampoco piensa entregar documentos requeridos por los demócratas para la investigación en curso, pese a que eso le puede valer cargos de obstrucción de justicia.

Respaldado por el Departamento de Justicia, sus aliados republicanos en el Congreso y el apoyo de su base, Trump no parece temer consecuencias legales y desafía a los demócratas a que realicen el juicio político. En su opinión, no hay problema con solicitar la “colaboración” de gobiernos extranjeros para destapar casos de presunta corrupción.  

Pero, según analistas consultados hoy por Noticias Telemundo, la estrategia del mandatario conlleva riesgos, ante las revelaciones a cuentagotas de lo que verdaderamente ocurrió entre bambalinas este año para conseguir daños que perjudiquen a Biden.

“El riesgo es que esto continúa alimentando las revelaciones de lo que él estaba haciendo verdaderamente, y los hechos sobre el terreno continuarán contradiciéndolo. Pocos estadounidenses creen que esto se hace todo el tiempo y que está combatiendo la corrupción”, dijo Julian E. Zelizer, profesor de Historia y Asuntos Públicos de la Universidad Princeton.

Los documentos que han salido a la luz “dejan en claro que esto gira en torno a uno de los principales candidatos demócratas” a la presidencia, señaló Zelizer.

El experto se refería a que, por ejemplo, la Administración Trump suspendió una ayuda militar de casi $400 millones una semana antes de la llamada del pasado 25 de julio, en la que Trump presionó al presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky, a que investigara a los Biden.

Trump ha negado que se tratara de extorsión, como aseguran sus detractores, y ha dicho que la suspendió inicialmente porque también la Unión Europea debe asumir su parte de la defensa de Ucrania.

Tanto la llamada de Trump a Zelensky como la queja de un denunciante anónimo de la comunidad de inteligencia sobre su presunto abuso de poder, han nutrido las presiones de la base demócrata para iniciar el proceso de destitución.

“La base no podrá reelegirlo por sí sola. El (Trump) necesita a los votantes independientes, necesita al mayor número de votantes republicanos posible y necesita atraer a algunos votantes indecisos. Esta ha sido la base de su estrategia desde siempre, pero este escándalo lo está perjudicando”, observó Zelizer.

Por su parte, Erick Langer, profesor de Historia y analista político de la Universidad de Georgetown, consideró que la estrategia de Trump parece ignorar la percepción de que su familia aprovecha su estatus en las esferas del poder en Washington para hacer negocios en China.

“Creo que le puede salir el tiro por la culata por eso… Trump está tratando de hacer con Biden exactamente lo mismo que hizo con Hillary Clinton en 2016: crear un problema que no existe, y hacerle creer a la gente que hubo algo indebido”, dijo Langer.

El experto comparó la situación actual en EEUU con la que afrontó Venezuela durante el régimen de Hugo Chávez, quien tenía el apoyo incondicional de apenas el 30% de la población.

El objetivo de Trump es demostrar ante su base que no tiene nada que ocultar, que no busca venganza política, y que los demócratas han vuelto a la carga con una campaña de desprestigio.

“Esto es un culto. Los caudillos modernos pueden conseguir ese nivel de apoyo de su base, y para aumentar ese porcentaje intentan sembrar la duda sobre sus opositores… esa tiene que ser la estrategia de los republicanos”, afirmó Langer, quien opinó que las elecciones de 2020 ofrecerán una salida a la crisis.

De todos los dramas que han sacudido a la Administración desde 2017, la posibilidad de un juicio político es la que ha desatado la mayor furia de Trump. La oposición demócrata intenta sacar provecho a todo lo relacionado con las presiones a Ucrania para que investigase a Biden y a su hijo, Hunter, que trabajaba para una empresa energética en ese país.

Trump ganó la presidencia en 2016 imponiendo su versión del conservadurismo, con políticas que contravienen los valores del Partido Republicano: proteccionismo comercial, aislacionismo internacional, un abultado déficit, y una conducta pública ahora repleta de lenguaje vulgar.

Del escándalo surgen dos narrativas que definirán el futuro rumbo de su campaña de reelección: Trump y sus aliados republicanos aseguran que no hubo conducta indebida, mientras que los demócratas replican que “nadie está por encima de la ley” y que sus declaraciones, por sí solas, justifican un juicio político.

La presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, ha rechazado las presiones de la minoría republicana para que abandone las investigaciones en curso, y explicó que no se requiere un voto para arrancar el proceso.

No hay bola de cristal para adivinar el futuro, pero las encuestas demuestran que el escándalo ha comenzado a afectar a Trump. 

Un promedio de encuestas de "RealClearPolitics", entre el 22 de septiembre y el 2 de octubre pasados, indicó que el 53,5% de los votantes desaprueba de la gestión de Trump, y el 43,2% la aprueba, en un ambiente político cada vez más polarizado.

Trump ya había capeado la investigación del fiscal especial, Bob Mueller, sobre los esfuerzos de Rusia por hundir la candidatura presidencial de la demócrata Hillary Clinton en 2016.

Mueller no logró comprobar “colusión” entre la campaña electoral de Trump y Rusia, pero tampoco lo exoneró de obstrucción de justicia después de la contienda. Ahora Trump insiste en que los demócratas continúan su “cacería de brujas”.

A raíz del nuevo escándalo, la Comisión Federal Electoral (FEC, por sus siglas en inglés) ha dejado en claro que las leyes prohíben cualquier contribución del extranjero, aún cuando no se pueda determinar su valor monetario. 

Aunque sería difícil calcular el valor de una posible investigación de Ucrania o China contra Biden, realizarla para posible beneficio de Trump está prohibido por las leyes de financiación electoral.

El asunto va más allá de las leyes electorales porque, según los expertos, está en juego la seguridad nacional y el riesgo de que EEUU quede expuesto a chantaje por parte de gobiernos extranjeros en busca de favores políticos.