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Una activista salvadoreña pide más apoyo a los refugiados tras un drástico recorte al programa

La activista salvadoreña, Rosa Anaya, de "Catholic Relief Services", fue galardonada por la Universidad de Georgetown por su labor para promover la paz y la reconciliación en su país, aquejado por la violencia y extrema pobreza

WASHINGTON.— La activista salvadoreña, Rosa Anaya, instó hoy a la Administración Trump a que continúe apoyando a los refugiados y promueva el desarrollo en El Salvador, aún aquejado por la violencia y falta de oportunidades.

Anaya, directora de un programa para la rehabilitación de presos de “Catholic Relief Services” (CRS, por su sigla en inglés), figuró este viernes entre las tres activistas humanitarias que recibieron el prestigioso premio Hillary Clinton de la Universidad de Georgetown.

En entrevista exclusiva con Noticias Telemundo, Anaya afirmó que EEUU ha sido “históricamente solidario” con los migrantes y refugiados, por lo que condenó la reducción drástica en el ingreso de refugiados para el año fiscal 2020, que comienza el próximo 1 de octubre.
“El negarle a una persona la oportunidad de salvar su vida es un error muy grave… en este país, donde los migrantes han sido una piedra angular del desarrollo económico local, que se le niegue ese refugio no dice mucho de esa solidaridad que históricamente se ha pregonado”, observó Anaya.

El Departamento de Estado anunció anoche el nuevo límite de 18,000 refugiados para el año fiscal 2020, que es una reducción del 40% respecto a los 30,000 del año fiscal en curso.

También es el nivel más bajo en la historia del programa de reasentamiento de refugiados de EEUU, que comenzó en 1980, cuando el país permitió el ingreso de 207,116 refugiados, según datos del Migration Policy Institute.

El entonces presidente Barack Obama (2009-2017) había impuesto un límite anual de 110,000 refugiados durante el último año de su mandato. La Administración Trump redujo la cifra a 45,000 en el año fiscal 2018 y luego a 30,000 en el año fiscal en curso, y el nuevo límite entrará en vigor una vez que la Casa Blanca cumpla con las debidas consultas al Congreso.

Activistas de derechos humanos dentro y fuera de EEUU han condenado la drástica reducción, tomando en cuenta la crisis del desplazamiento de refugiados a nivel global.

La activista, que dirige el programa “Segundas Oportunidades” de CRS en cuatro prisiones en el El Salvador, se considera un ejemplo de “éxito” del programa de refugiados establecido en 1980.

Gracias a ese programa, Anaya obtuvo estancia legal en EEUU en la década de 1990, cuando su país afrontaba una cruenta guerra civil. 

“Me tocó vivir la persecución… no estaría viva sin ese programa. Si supieran quiénes somos, nos abrirían las puertas, porque somos gente luchadora”, subrayó.

Anaya dijo que optó por regresar a El Salvador para continuar trabajando por “oportunidades reales” y la promoción de la paz y la reconciliación nacional.

La gente no huye de sus hogares y países por gusto sino por la desbordante violencia y la extrema pobreza, y la política de "cero tolerancia” de la Administración Trump contra los migrantes y refugiados “no funciona”, afirmó.

“Lo que funciona es poder generar oportunidades de inversión a largo plazo para que las personas en El Salvador tengan ingresos económicos viables. Pero cuando uno está huyendo, cuando uno necesita refugio, hay que brindar esa oportunidad, ese refugio a personas que huyen de la violencia”, enfatizó.

Aunque la Administración Trump abandonó la política de “cero tolerancia” en la frontera sur por órdenes judiciales, ha continuado restringiendo el proceso de asilo mediante acuerdos migratorios con los gobiernos de México, Guatemala, El Salvador y Honduras, en ese orden.

Bajo el programa “Quédate en México”, los solicitantes de asilo deben aguardar en ese país la decisión de sus casos de asilo en EEUU.

Los demás acuerdos, una vez implementados, permitirían que EEUU deporte a esos países a solicitantes de asilo o que esos gobiernos den asilo a los migrantes que pasen primero por su territorio.

Anaya recibió el premio del Instituto para las Mujeres, Paz y Prosperidad de la Universidad de Georgetown, co-fundado por Clinton, para activistas humanitarias en todo el mundo.

  Además de Anaya, también lo recibieron Michelle Bachelet, dos veces presidenta de Chile (2006-2010 y 2014-2018) y Alta Comisionada para los Derechos Humanos de Naciones Unidas, y Virginia “Marta” Velásquez, fundadora del Movimiento de Mujeres de la Colonia López Arellano (MOMUCLAA) en Honduras.