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Amigos hispanos entrelazados por un riñón

Él llevaba siete años en espera del órgano que le salvara la vida, ella le rogó por años que aceptara la donación

Cuando Antonieta González y Junior Vázquez-Picasso se conocieron en la secundaria El Rancho de la ciudad de Pico Rivera en el condado de Los Ángeles, nunca imaginaron que sus vidas quedarían selladas para siempre a través de un acto de amor poco usual, la donación de un riñón.

El 11 de octubre, Antonieta de 33 años, hija de padres inmigrantes salvadoreños le donó uno de sus riñones a Junior de 31 años, hijo de padres inmigrantes mexicanos. Ambos nacieron en Los Ángeles.

No no son novios, ni planean serlo. La donación es solo producto de la amistad, aseguran.

“Ahora ya soy un poquito salvadoreño”, dice Junior quien llevaba siete años sometido a diálisis.

“Yo me enfermé de los riñones a los 23 años”, dice.

Junior Vázquez Picasso muestra los coágulos que le dejó la diálisis. (Aurelia Ventura/La Opinión)

Previo al diagnóstico, pasó dos semanas en muy mal estado de salud sin querer ir al hospital. “No te ves bien, me decían. No fue sino hasta que un día que sentí que todo se me movía, que le pedí a un amigo que me llevara al hospital”, recuerda.

El diagnóstico fue fulminante. Le detectaron fallo renal en su etapa final.

“La única opción que se me presentó en ese momento para salvar mi vida fue someterme tres veces a la semana a diálisis, cuatro o tres horas y media cada vez”, platica.

Pero con el tiempo, en uno de los brazos donde le aplicaba la diálisis, a causa de los pinchazos de las agujas se le empezaron a hacer unos coágulos de sangre enormes. Fue entonces cuando de nuevo sus médicos le dijeron que la mejor opción era buscar a alguien que le pudiera donar un riñón.

Antonieta González dona uno de sus riñones a su amigo Junior Vázquez Picasso. (Aurelia Ventura/La Opinión)

Amistad que nace en la adolescencia

Junior dice que él y Antonieta fueron presentados por otros amigos en la secundaria.

“Los dos éramos muy alegres y conectamos de inmediato”, dice.

Sin embargo, cuando se graduaron, perdieron contacto como por diez años hasta que en 2014 se reconectaron en Facebook.

“Cuando lo reencontré, yo ya era mamá de tres hijos que ahora tienen 14, 11 y 8 años, y me estaba separando”, dice Antonieta.

Junior había tenido también una hija que hoy tiene 12 años.

“Al volvernos a ver, la amistad creció aún más porque por esa época mi mamá murió de cáncer y yo entré en una depresión muy profunda. No quería salir de mi cama, y él me ayudó a sobreponerme”, dice Antonieta.

Añade que Junior fue también un gran apoyo emocional durante su separación del padre de sus hijos. “Él iba hasta por mis hijos a la escuela. Y ellos lo quieren mucho”, dice.

Junior Vázquez Picasso recibe un riñón de su amiga Antonieta González. (Aurelia Ventura/La Opinión)

La donación del riñón

Antonieta supo desde que se reconectaron, que Junior necesitaba un donante de riñón. Ella sin pensarlo, se lo ofreció.

“Una y otra vez Junior rechazó mi propuesta. Estaba preocupado de que me pudiera pasar algo durante el trasplante, y que mis hijos se fueran a quedar sin su madre. Yo soy todo lo que ellos tienen”, observa.

Junior por su cuenta tocaba todas las puertas posibles en busca de un donador que le salvara la vida.

“Al menos ocho de mis amigos y familiares me juraron y aseguraron que no habían calificado para ser donantes. Pero después me enteraría que nunca ni siquiera fueron a hacer la solicitud para ver si calificaban”, agrega.

En mayo pasado cuando los doctores le dieron un nuevo ultimátum sobre la urgencia de un riñón, Antonieta una vez más le dijo a su amigo que estaba dispuesta a donarle uno de sus riñones.

“Por qué no hacerlo. Es mi amigo. Ha hecho mucho por mí. Mis hijos lo aprecian. Es un buen padre y quiero que vea crecer a su hija”, dice Antonieta mientras enjuga sus lágrimas.

Finalmente Junior aceptó la propuesta. Ahora lo único que faltaba era que Antonieta fuera compatible.

“Debíamos tener el mismo tipo de sangre O positivo.  Así que casi un mes después de que me hice todos los análisis, salió que éramos compatibles en sangre y tejido”, platica Antonieta emocionada al recordar el momento.

“Me reí mucho de felicidad en ese momento”, dice.

Y agrega que salió muy sana en los exámenes. “El doctor solo me recomendó bajar unas diez libras para que mi recuperación fuera más rápida. Y así lo hice, diario caminaba una hora y me puse a tomar mucha agua. En dos meses, bajé las diez libras”, indica.

Antonieta González se recupera en el hospital después de donar uno de sus riñones a su amigo Junior Vázquez Picasso. (Aurelia Ventura/La Opinión)

El día más esperado

Un día antes del trasplante, Junior dice que tenía mucho miedo de morir en la sala de operaciones y no ver más a su hija.

Pero al día siguiente cuando despertó de la operación, le dieron la buena nueva de que ya había orinado cinco litros.

“Tenía siete años de no poder orinar por mi cuenta”, dice.

A menos de dos semanas de haber recibido el trasplante de su querida amiga de la secundaria, Antonieta, Junior confiesa sentirse muy bien y optimista.

“No puedo trabajar hasta como en dos meses y medio después de la operación, y tengo que esperar hasta nueve meses para que los médicos puedan decir que el trasplante fue un éxito”, comenta.

Pero por ahora, Junior dice que siente que volvió a nacer.

“Quiero hacer mil cosas una vez que me recupere”, afirma.

Junior es un artista del dibujo y la pintura. “Mi sueño es tener mi propio taller de tatuajes”, platica.

Antonieta González muestra feliz la cicatriz que le dejó la extirpación de uno de sus riñones para salvar la vida de su amigo Junior Vázquez Picasso. (Aurelia Ventura/La Opinión)

Mitos en torno al trasplante

Antonieta dice que cuando ella le comentó a familiares y amigos que iba a donar un riñón, le dijeron de todo, que estaba loca y le preguntaban si tenía una relación amorosa con Junior.

“Hay muchos mitos porque la comunidad no tiene la información correcta”, observa.

En realidad, comenta, que los riesgos son muy bajos.

“Por ejemplo, yo ya cerré la fábrica de la maternidad, pero si quisiera, podría tener más hijos. Después de una donación, tendría que esperar entre seis meses y un año para embarazarme”, dice.

“El riñón con el que me quede, crece un poco más tratando de reemplazar al que se ha ido. Y si debo tener ciertos cuidados, pero no más allá de los que debe tener cualquier persona”, observa.

En un caso extremo de que el donador enfermera y requiriera un trasplante de riñón, justo por haber sido donador se iría en automático al primer lugar de la lista de espera. “Eso me lo dijeron el día del trasplante”, precisa.

Antonieta trabaja como coordinadora de cuidado de salud. “Tuve mucho apoyo del presidente de la corporación donde trabajo cuando le dije lo que iba a hacer. Él conoce a Junior y le ha comprado varios de sus trabajos artísticos”, comenta.

Junior Vázquez Picasso muestra uno de sus creaciones artísticas, y dice que no puede esperar para recuperarse y ponerse a trabajar. (Aurelia Ventura/La Opinión)

Esta joven madre soltera tiene un mes libre del trabajo para recuperarse. “Me siento muy bien, solo tengo un poco de malestar y dolor en ratitos”, dice mientras muestra la larga cicatriz que le dejó en su vientre la donación de uno de sus riñones.

“No tengo con qué pagarle lo que ha hecho por mi”, comparte Junior quien recomienda a la comunidad hispana beber mucha agua.

Antes de enfermarme de los riñones. Yo nunca tomaba agua. Tampoco nunca fui al doctor y tuve la presión muy alta por mucho tiempo sin saberlo”, dice.

Junior abrió una cuenta en el portal GoFundMe para ayudar a su generosa donadora durante el proceso de recuperación y apoyarse él mismo económicamente, ya que como artista multimedia independiente no puede hacer nada para ganarse la vida mientras se restablece.

Portal GoFundMe

https://www.gofundme.com/f/kcd52-kidney-transplant-costs