Una pequeña de ocho años que falleció por una bala perdida en una favela de Río de Janeiro fue enterrada este domingo en medio de señalamientos de que el proyectil había sido disparado por las autoridades.
Ágatha Sales murió el viernes tras ser impactada por una bala en la espalda mientras viajaba en una camioneta en la favela Complexo do Alemao.
Los residentes y los familiares de la menor culpan a la policía local de la tragedia y aseguran que solo escucharon un disparo cuando la niña fue baleada. Sin embargo, los agentes dijeron que fueron atacados desde varios lugares y tuvieron que responder a la agresión.
Durante los actos funerarios, algunas de los cientos de personas que asistieron portaban carteles que decían “dejen de matarnos” a modo de protesta por el reciente aumento del uso de la fuerza letal por parte de la policía.
En tanto, los agentes del orden defienden sus tácticas, calificadas de agresivas, y aseguran que han ayudado a reducir el número de crímenes violentos que se registra en Brasil.
Sérgio Moro, el ministro de Justicia, señaló que el gobierno trabaja para disminuir el número de asesinatos y “evitar que se presenten este tipo de incidentes”.
El deceso de la niña ha conmocionado a muchos brasileños a pesar de que están acostumbrados a que este tipo de incidentes ocurran con frecuencia.
El juez del máximo tribunal de Brasil, Gilmar Mendes, señaló en Twitter que los asesinatos cometidos por la policía en las favelas son “alarmantes” y cuestionó las políticas en materia de seguridad en Río de Janeiro.
En los primeros siete meses del año, la policía ha matado a 1.075 personas en el estado de Río, que tiene una población de 17,2 millones de habitantes, de acuerdo con cifras oficiales.
A menudo, las favelas son custodiadas por helicópteros con francotiradores y el gobernador del estado de Río, Wilson Watzel, días después de asumir su cargo en enero autorizó a la policía a disparar y a matar criminales armados con fusiles.