IE 11 is not supported. For an optimal experience visit our site on another browser.

Su marido dejó una nota al irse con una bailarina exótica. Así comenzó una carrera salvaje de asesinatos… y un milagro

Fue una historia enviada años después a una revista la que permitió resolver un misterioso crimen: el presunto asesino se delató por este detalle.
Imagen de un cordón policial protegiendo la escena de un crimen
Imagen de archivo de una cinta policial en la escena de un crimenNOPD / New Orleans Police Department

Su marido dejó una nota antes de irse, asegurando que necesitaba aclararse la cabeza fuera de la ciudad, pero ella estaba convencida de que, en realidad, se había escapado con una bailarina exótica.

Larry Via soñaba con ser músico, pero trabajaba en una fábrica de molduras, y por las noches se desquitaba visitando hasta tarde los bares de Cleveland (Ohio), intentando vender sus poemas a las bandas de rock que visitaban su ciudad.

“Supongo que así es como conoció a Charmaine”, explicó su esposa al diario local Akron Beacon Journal.

En una noche primaveral de hace más de 40 años, Larry Via escapó de casa con esa otra mujer, Charmaine Bouvar, e inició una ruta de caos y destrucción por cuatro estados a bordo de su lujoso Cadillac DeVille de 1968.

A final de aquel verano de 1972, dos personas habían sido asesinadas y una más sobrevivió de forma milagrosa con un balazo en la cabeza

“Él siguió jurando que no lo había hecho”, explicó su esposa al diario local en noviembre de aquel año.

Larry Via fue arrestado después de que el propietario de una estación de servicio le identificara como el atracador que le había disparado en la cabeza para robarle 62 dólares.  Junto a Bouvar, fue acusado de varios atracos en Virginia, Tennessee, Ohio y Kentucky.

En una carretera de Chagrin Falls, un pueblito de Ohio no lejos de Cleveland, fue donde se los encontró Harvey Hoffman pidiendo aventón. Le dijeron que se habían quedado sin gasolina, y él respondió que habían dado con la persona adecuada, porque él tenía una estación de servicio.

Les llevó hasta allí, les preparó café, y fue entonces cuando Via le explicó con calma que no había venido a por gasolina sino para robarle. “No hay problema”, dijo él, y le dio el dinero.

Luego, Via le ató, le tumbó en el suelo, y le dijo adiós. El hombre respondió, despidiéndose. Hubo una pausa larga. Y luego le disparó en la cabeza.

Bouvar se entregó a la policía el 28 de septiembre, tras saber que los agentes habían vinculado la placa de su carro a los atracos. Fue ella quien había comprado por 50 dólares en un bar de Kentucky el arma con el que se cometió el asalto. Días después fue arrestado Via.

Finalmente, la mujer fue condenada sólo como cómplice. Via fue sentenciado a cadena perpetua por el intento de asesinato, pero también por la violación y muerte de una joven de 19 años a la que habían recogido pidiendo aventón.

Ya en la cárcel, el hombre siguió escribiendo poesía. Y encontró un comprador para sus poemas, según relata el diario The Washington Post, una revista de motoristas salvajes.

El problema es que sus historias se parecían demasiado a un crimen sin resolver: la muerte de Morgan Peters, un vendedor de 29 años que se dirigía a Nueva York y cuyo cuerpo fue hallado en una cuneta en Pennsylvania.

La historia que Via vendió a la revista versaba sobre un amable hombre al que una bella mujer convenció para detenerse junto a la calzada sólo para ser tiroteado después por un criminal escondido entre los árboles.
Fue su ex esposa la que llamó la atención de la policía sobre esta historia.

Ahora, con 75 años, Via está acusado también de ese mismo asesinato.