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El Gobierno está reformando una valla fronteriza en Arizona. Y para las obras saca agua de un parque protegido en el desierto, según reporte

Las obras se están desarrollando en un espacio de extraordinaria diversidad biológica, pero frágil por la escasez de agua, lo que preocupa especialmente a grupos de activistas

En una remota zona del desierto de Sonora ubicada en Arizona, hay movimiento de camiones y trabajadores. Se trata de las obras para reforzar algunas millas de una valla colocada en la frontera entre EEUU y México, una parte de un proyecto del Gobierno que el presidente, Donald Trump, definió varias veces en el pasado como la construcción de un muro

La idea en este caso es reemplazar una barrera mallada de 15 pies de altura con paneles de acero de 30 pies en las proximidades del puerto fronterizo de Lukeville, a unas 150 millas (240 kilómetros) de Phoenix. Las obras empezaron el pasado 22 de agosto y prevén el reemplazo de cinco millas de valla, según el medio The Arizona Republic. Es uno de los proyectos actualmente en desarrollos en distintos puntos de la frontera sur.

El tramo en obras forma parte del límite externo del Monumento Nacional de Pitaya Dulce (Organ Pipe Cactus, en inglés), un espacio de 516 millas cuadradas protegido por la extraordinaria variedad de animales y plantas que viven allí, así como por ser testigo en las épocas pasadas del paso de varios grupos humanos de gran interés histórico. 

La única manera para encontrar el agua necesaria para las obras de refuerzo de la valla en esta zona de desierto (en la que prácticamente no hay lugares habitados) es utilizar la que se encuentra bajo tierra, explica The Arizona Republic en un artículo publicado también en USA Today. Y la empresa encargada de los trabajos, la SouthWest Constructors de Albuquerque, Nuevo México, está sacando esa agua del área protegida, según este medio. 

Esta operación ha generado la preocupación de varios grupos de ambientalistas, quienes temen que el bombeo del agua puede afectar las reservas subterráneas del parque y así provocar daños en su frágil ecosistema. 

En esta área protegida con escasa presencia de agua han fallecido desde 2001 al menos 233 migrantes que lo cruzaron en su intento de ingresar a EEUU, según datos recogidos de fuentes oficiales por la organización humanitaria Human Borders. 

La empresa constructora puede sacar ese recurso gracias a que el Departamento De Seguridad Nacional le despejó el camino para hacerlo al renunciar el pasado mayo a más de 30 leyes ambientales y de salud pública para acelerar las obras. 

Esto fue posible gracias a una ley de 2005 ya utilizada por la administración del expresidente George Bush para poder levantar de manera más rápida algunos tramos de barrera en la frontera con México. 

La construcción de este tramo de cinco millas a la altura de Lukeville se prolongará durante aproximadamente mes y medio. El contrato con la empresa de Albuquerque prevé la ampliación de la valla a lo largo de 63 kilómetros más, asegura The AR. El proyecto, en total, vale 646 millones de dólares que se pagaron con fondos del Departamento de Defensa, apunta este periódico. 

La Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP, por sus siglas en inglés), confirmó que está trabajando con otras agencias y con la empresa constructora para la extracción de agua subterránea del área de Pitaya Dulce, y dijo que la administración del parque ha localizado los puntos de los que se puede sacar, así como que no se han perforado nuevos pozos para esta operación, sino que se usan los que ya existen.

Pese a que no esté claro cuánta agua está utilizando la constructora en las obras, la  emisora local de NPR asegura que planea necesitar para el proyecto 84.000 galones de agua al día. CBP además no ha descartado la posibilidad de crear nuevos pozos para las siguientes fases de obras en este tramo de frontera en terrenos de gestión federal. 

Las posibles amenazas al oasis de Quitobaquito

Dentro del parque hay un estanque que se alimenta de las aguas de los manantiales de Quitobaquito. Es un oasis en el desierto donde viven algunas especies animales, como un tipo de tortuga y uno de caracol, que no se encuentran en ningún otro lado de EEUU.

Los ambientalistas están especialmente preocupados por la posibilidad de que las obras de extracción de agua del subsuelo dañen este ambiente natural. Para Laiken Jordhal, del Centro para la Diversidad Biológica, el bombeo "podría causar que un precioso oasis en el desierto como este se seque".

El grupo al que pertenece Jordhal, que tiene sede en Tucson, Arizona, interpuso una demanda por el hecho de que la administración Trump haya renunciado a las leyes ambientales para acelerar su proyecto. Un juez federal de Washington D.C. está estudiando esta acción legal.

CBP aseguró que no se perforarán pozos en un área de cinco millas alrededor de Quitobaquito. La administración del parque aseguró que trabaja con el Departamento de Seguridad Nacional para preservar el área protegida. SIn embargo, Jordhal cree que se trata de un límite aleatorio y no serviría para limitar el impacto, porque los cursos de agua bajo tierra están todos conectados y no son independientes uno del otro.

La actividad con el agua para la preparación de los materiales utilizados en las obras de la nueva valla ha despertado también las críticas de grupos activistas a favor de los migrantes. Algunos de ellos cruzan ese territorio y a menudo pueden encontrarse faltos de agua

Dan Millis, del grupo Sierra Club, opinó que se trata de una acción “totalmente inmoral”, porque se trata de “tomarla del medio ambiente y de las personas que la necesitan simplemente para arrojarla al concreto”.

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