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ICE ejecuta la mayor deportación masiva de cubanos. En el avión viajaba un peligroso criminal

Obama cambió las normas, y ahora Trump saca provecho: el avión de ICE hace un viaje a La Habana con peligrosos criminales.

Un grupo de 120 ciudadanos de nacionalidad cubana fue deportado a su país natal en lo que constituye ya la mayor expulsión organizada en los últimos años hacia la isla con cuyo gobierno la Casa Blanca mantiene un diferendo que dura 60 años.

Un reporte hecho público este miércoles en la página web del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de los Estados Unidos (ICE, por sus siglas en inglés) daba cuenta de que el pasado 30 de agosto se produjo la deportación del grupo más grande de ciudadanos cubanos en un único vuelo chárter con destino a La Habana.

El grupo fue conducido hasta la aeronave por oficiales del departamento de Operaciones de Cumplimiento y Expulsión (ERO en inglés), de dicha agencia del Departamento de Seguridad Nacional.

La operación de repatriación, como lo precisa la nota informativa, se realizó de acuerdo con la Declaración conjunta firmada por los gobiernos de Estados Unidos y Cuba el 12 de enero de 2017.

Del total de los cubanos deportados, 39 en ocasiones anteriores se habían resistido a su deportación. Entre estos se encontraba un individuo particularmente peligroso que arrastraba varias condenas por secuestro en primer grado con uso de un arma mortal, asalto sexual con empleo de arma mortal y tráfico de sustancias controladas, delitos por los cuales había sido sentenciado a penas de 15 años, 25 años y 12 meses en prisión respectivamente.

La oficina local de ERO en Miami contribuyó con diez oficiales del Equipo de Respuesta Especial (SRT) para garantizar la seguridad adecuada a bordo en los aproximadamente cincuenta minutos que suele durar un vuelo entre Miami y La Habana.

La deportación del pasado 30 de agosto revierte una especial pues las autoridades cubanas sistemáticamente se han negado a aceptar a sus ciudadanos deportados, incumpliendo con las disposiciones de la Declaración Conjunta firmada entre ambos países hace dos años.

De hecho, Cuba posee un largo historial como país “no cooperativo” en ese aspecto.

Contrariamente a lo que sucede con México y buena parte de Centroamérica, no es habitual que se lleven a cabo operaciones de deportación hacia el territorio cubano, donde impera un sistema político opuesto al de Estados Unidos.

En el año fiscal 2016, 64 ciudadanos cubanos fueron deportados a la isla, según el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas. Dos años después, en 2018, ese número se disparó a 463, más de siete veces más.

A inicios de febrero de 2018, el presidente Donald Trump amenazó con imponer sanciones y aranceles a los países que no aceptaran acoger de vuelta a sus ciudadanos que hubieran sido deportados por Estados Unidos. En la lista aparecía Cuba.

Durante una visita a una división de la Oficina de Protección de la Frontera y las Aduanas (CBP, en inglés)., Trump escuchó decir al subsecretario de Estado, John Sullivan, que había “problemas” con algunos países cuando las autoridades estadounidenses intentaban enviar a inmigrantes indocumentados "al lugar de donde vinieron", según un reporte de la agencia EFE.

Trump ha revertido casi todas las políticas de su antecesor, Barack Obama, quien restableció las relaciones bilaterales entre La Habana y Washington en julio de 2015. Con la propia visita del mandatario a la isla en marzo de 2016 comenzó lo que muchos observadores llamaron “el deshielo” de las tensiones que durante décadas de hostilidades y Guerra Fría habían marcado las relaciones entre Cuba y su vecino del norte.

Incluso bajo el gobierno de Obama miles de cubanos viajaron a diferentes países de Sudamérica y Centroamérica, que emplearon como trampolín para acercarse a la frontera de México con Estados Unidos, donde la Ley de Ajuste Cubano les garantiza la entrada en el país y la regularización de su status migratorio.

Muy poco antes de entregar el cargo, Barack Obama derogaba en enero de 2017 la política de “pies secos/pies mojados” que de manera exclusiva les permitía a los ciudadanos cubanos entrar y permanecer legalmente en territorio estadounidense una vez que tocaran suelo nacional, incluso si entraban de manera ilegal.

Ahora a los cubanos solo les ha quedado la opción de solicitar el asilo político -cada vez más restringido por Trump- y por otro lado ampararse en la Ley de Ajuste Cubano, vigente desde 1966, que les otorga status de refugiados a quienes se encuentre en territorio estadounidenses y les permite obtener la residencia legal (Green Card) una vez que han permanecido un año y un día dentro del país. Esta ley, que solo puede ser derogada por el Congreso, marca una diferencia y un privilegio con respecto al resto de los inmigrantes en Estados Unidos.

Sin embargo, bajo Trump se ha desacelerado la entrada de Cuba, porque en la vía terrestre habitual, la frontera de México con Estados Unidos, todos los inmigrantes son procesados del mismo modo y los cubanos han sido retornados a México.

Miles se encuentran agolpados en campamentos de ese país, donde han sido responsables de algunos motines. Según ICE, a más de 18.000 cubanos se les hizo imposible atravesar la frontera mexicana con Estados Unidos entre octubre de 2018 y julio de 2019.