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Este joven se alimentó de papas fritas y pan durante años. Ahora está ciego y sordo

“Le hacía un sándwich o le daba fruta, pero no se la comía”, explica su madre. Pero como estaba delgado, no se preocupó. Hasta que sucedió lo peor.

Un joven residente en la localidad de Bristol, en el suroeste de Inglaterra, sufre una pérdida irreparable de la visión producto de la ingesta de papas fritas, pan, salchicas y otros alimentos ultraprocesados.

El joven, cuyo nombre no ha sido revelado, mantuvo desde que apenas era un niño el mal hábito mal alimentarse a base de papas fritas, jamón, salchichas y pan blanco. De vez en cuando probaba también un poco de jamón o salchicha.

Por esta razón el adolescente presenta un déficit considerable de vitaminas y signos de desnutrición y de anemia que lo han conducido a una situación mucho peor: convertirse en un impedido visual por el resto de su vida.

Como si esto no bastara, también presenta problemas en la audición.

Las alarmas se dispararon cuando, con 14 años, su madre lo llevó al médico de cabecera. El adolescente se sentía cansado; su organismo no estaba respondiendo acorde con su edad. Ahí fue diagnosticado con deficiencia de vitamina B12, contra lo cual le ordenaron suplementos dietarios. Sin embargo, el chico continuó con su dieta complaciente y no les prestó atención a los medicamentos.

Según la revista Annals of Internal Medicine, editada por el Colegio de Médicos de Estados Unidos, fue entonces que, tres años después, su madre corrió con él al Hospital Bristol Eye. Tenía una evidente pérdida progresiva de la vista.

Ella misma tuvo que admitir que desde los siete años su hijo se negaba a comer si no era lo que él quería. Sobre este tema, sus maestros en la escuela primaria también alertaron a la familia, ya que el niño no probaba bocado a la hora del almuerzo, supuestamente porque no toleraba la textura de una buena cantidad de alimentos en su boca.

“Le hacía un sándwich o le daba fruta, pero no se la comía —narra la madre a la prensa inglesa—. Siempre ha sido muy delgado por lo que no nos preocupaba su peso. Uno escucha hablar todo el tiempo sobre la comida basura y la obesidad... pero de todos modos él estaba muy delgado.”

“Ahora el daño es irreversible —se lamenta—. Empezó la universidad y tuvo que dejarla porque no podía ver ni oír. Es una pesadilla”.

De acuerdo con la doctora Denize Atan, la dieta de este joven “era esencialmente una porción de papas fritas de un restaurante de comida rápida y papas fritas de paquete todos los días. También solía comer papas fritas y algunas veces rebanadas de pan blanco y ocasionalmente jamón. No comía ninguna fruta ni verdura”.

Además de poseer unos índices demasiado ínfimos de vitamina B12, el paciente reportaba deficiencias en la cantidad de cobre, selenio y vitamina D en su organismo, y una evidente fragilidad ósea.

En pocas palabras, que su mala dieta durante tanto tiempo hizo que padeciera de una neuropatía óptica nutricional, que es tratable si se diagnostica temprano. Su caso es tan grave que las fibras de su nervio óptico han sufrido demasiado daño, por lo que su afectación es definitiva y considerable.

“Tiene puntos ciegos justo en el medio de su visión —abunda la doctora Atan—. Eso significa que no puede conducir y que le resultará muy difícil leer, mirar la televisión o distinguir rostros”.

“Sin embargo, puede caminar por sus propios medios porque tiene visión periférica”, añadió.

Los especialistas consideran que, en el origen del problema, podría encontrarse un trastorno alimentario llamado Arfid (trastorno de ingesta restrictiva de alimentos), por culpa del cual quienes lo padecen se vuelven sensibles al sabor, la textura, el olor y la apariencia de ciertos tipos de alimentos.

La publicación médica llama la atención sobre el hecho de que todos sabemos que la comida chatarra aumenta el riesgo de mala salud cardiovascular, la obesidad y hasta el cáncer. Pero advierte que no todos tenemos en cuenta de que una mala nutrición también puede dañar permanentemente el sistema nervioso, particularmente la visión.

“La nutrición no solo depende de cuánto comas, sino de lo que comes, y este caso lo ilustra —insiste la Dra. Atan para Newsweek—. Aquí había un niño que consumía suficientes calorías, tenía estatura y peso normales, y no tenía signos visibles de desnutrición, sino que restringía su comida a papas fritas y a un poco de carne de cerdo procesada. En otras palabras, alimentos densos en energía de poco valor nutricional. El caso ilustra el hecho de que la ingesta de calorías y el IMC (Índice de Masa Corporal) no son indicadores confiables del estado nutricional”.

Según la especialista, alrededor de dos mil millones de personas en todo el mundo se ven afectadas por deficiencias de micronutrientes. Pero hay poca conciencia entre los profesionales de la salud y el público sobre el daño que esto puede causar a la salud visual.