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Uno de los huracanes más destructivos de la historia destruyó Florida. Ahora se espera con miedo al siguiente

Hubo decenas de muertos, y una senda de decenas de miles de edificios destruidos. Su nombre aún provoca terror. Y ese terror ha revivido.
Orlando Somante, sentado el 27 de agosto de 1992 con sus hijos a la entrada de su casa en Cutler Ridge. En la pared, dos mensaje: "Se disparará a los ladrones", y "Peligroso cubano loco dentro".
Orlando Somante, sentado el 27 de agosto de 1992 con sus hijos a la entrada de su casa en Cutler Ridge. En la pared, dos mensaje: "Se disparará a los ladrones", y "Peligroso cubano loco dentro". AP / AP

Los ciudadanos de Florida (21,3 millones, un tercio de ellos en el sur del estado) se preparan para la llegada del huracán Dorian con un referente en mente: la destrucción mortal hace 30 años de la tormenta Andrew.

Dorian se encuentra a más de 600 millas al este de West Palm Beach, y navega por el océano Atlántico cada vez más lento y más furioso: alcanzará categoría cuatro antes de tocar tierra, según el Centro Nacional de Huracanes, con vientos de más de 130 millas por hora. Dónde tocará tierra aún no se sabe, pero algunos modelos científicos indican que podría recorrer toda la costa este de la península.

Florida está bajo alerta estatal, y el Centro Nacional de Huracanes emitirá su aviso cuando queden sólo 48 horas para la llegada de la tormenta (prevista entre el domingo y el martes). La gasolina se ha agotado en muchas estaciones, el agua escasea en los supermercados, y los estantes de alimentos enlatados han sido vaciados por ciudadanos angustiados con un recuerdo en mente: Andrew.

Fue uno de los huracanes más destructivos registrados jamás en Estados Unidos, pero cuatro días antes de llegar a Florida estuvo a punto de disiparse. Entre Puerto Rico y Bermudas ganó fuerza, alcanzando categoría cuatro. Tocó tierra el 23 de agosto de 1992 en Homestead, a 27 millas al sur de Miami; atravesó luego la península y salió al Golfo de México, para llegar tres días después a Louisiana con categoría tres.

La velocidad del viento con el que llegó a Florida no se pudo medir porque la fiereza del huracán destrozó los instrumentos científicos tras superar las 170 millas por hora. Provocó además una marea ciclónica de 17 pies de altura (dos pisos de altura). Murieron 23 personas (otras fuentes oficiales elevan la cifra a 61), y los daños ascendieron a 26.500 millones de dólares de la época (sería casi el doble en la actualidad).

Cerca de 50.000 hogares resultaron destruidos, y otros 110.000 dañados. Un cuarto de millón de personas se quedó temporalmente sin techo. En Homestead había más de un millar de hogares móviles: sobrevivieron nueve.

Investigaciones oficiales dictaminaron después que los códigos de edificación no estaban preparados para una catástrofe así, y se hicieron modificaciones legales.  

El huracán afectó a todos: desde la fauna (fue el inicio de la invasión de serpientes pitones en el parque natural de los Everglades, por ejemplo) hasta la distribución demográfica del estado (con un aumento de latino en el sur de Miami).

Miami Beach, el 24 de agosto 1992.
Miami Beach, el 24 de agosto 1992.ASSOCIATED PRESS / ASSOCIATED PRESS

Miami Beach, el 24 de agosto 1992. (AP)

Joan Wallach, en un parque de hogares móviles en Homestead el 24 de agosto. (AP)

Ted Allis, en su casa en Lafayette (Lousiana) el 26 de agosto de 1992.
Ted Allis, en su casa en Lafayette (Lousiana) el 26 de agosto de 1992. ASSOCIATED PRESS / ASSOCIATED PRESS

Ted Allis, en su casa en Lafayette (Lousiana) el 26 de agosto de 1992. (AP)

Janny Vancedarfiel, frente a los restos de su casa el 1 de septiembre en Florida City.
Janny Vancedarfiel, frente a los restos de su casa el 1 de septiembre en Florida City. AP / AP

Janny Vancedarfiel, frente a los restos de su casa el 1 de septiembre en Florida City. (AP)

Viviendas dañadas en Florida City y Homestead el 25 de agosto de 1992. (AP)