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El fiscal general planea hacer una fiesta de 30.000 dólares en un hotel de Trump

Un potencial nuevo conflicto de interés en el Gobierno de Trump ha salido a la luz, tan sólo unos días después de que el presidente fuera cuestionado por querer sacar provecho económico de su posición oficial

Un potencial nuevo conflicto de interés en el Gobierno, que preside Donald Trump, ha salido a la luz, tan sólo unos días después de que el presidente fuera cuestionado por querer sacar provecho económico de su posición oficial al sugerir que la próxima reunión del G7 (el grupo de los países más desarrollados) se llevara a cabo en su exclusivo campo de golf en Doral, Florida.

Este martes, se ha dado a conocer que el fiscal general, William Barr, ha hecho reservas para una fiesta navideña en diciembre en el hotel que tiene Trump en el centro de Washington. Un evento que probablemente aportaría ingresos por más de 30.000 dólares al establecimiento.

El diario The Washington Post informó este martes de los planes del secretario de Justicia, que han originado dudas sobre su independencia respecto a la Casa Blanca y reanimado el debate sobre la posibilidad de que el mandatario se lucre con actos privados organizados por miembros de su gabinete.

Barr firmó el mes pasado un contrato, del que el diario citado obtuvo una copia, para celebrar una Fiesta Navideña Familiar en el salón de baile presidencial del hotel Trump, situado en el centro de Washington, el próximo 8 de diciembre, con unos 200 invitados, bufé y cuatro horas de barra libre.

El fiscal general pagará con su dinero por la fiesta, y sólo eligió el hotel Trump después de que otros alojamientos lujosos de la capital, como el Willard y el Mayflower, le respondieran que ya tenían sus salones reservados en esa fecha, dijo a este diario una fuente del Departamento de Justicia, que pidió el anonimato.

La fuente negó que Barr haya elegido el hotel para ganar puntos con Trump y aseguró que el fiscal general consultó a "funcionarios de carrera expertos en temas éticos" y estos respondieron que "las normas éticas no le prohibían celebrar en el hotel Trump" la fiesta que organiza anualmente.

Sin embargo, la noticia generó críticas, debido en parte a que Barr ha obviado varias veces los estándares tradicionales de independencia del Departamento de Justicia para defender fervientemente a Trump o demostrarle lealtad, en particular en lo relativo a la investigación de la llamada trama rusa.

"Esto crea la apariencia de que los aliados del presidente, o los cargos de alto nivel designados por él, pueden sentir que necesitan gastar dinero en los negocios del presidente como muestra de lealtad", indicó al Washington Post la directora de políticas públicas en el independiente Proyecto de Supervisión del Gobierno, Liz Hempowicz.

Los planes festivos de Barr también son relevante porque su propio Departamento de Justicia está defendiendo los negocios de Trump en tribunales federales, en un litigio relacionado con la posibilidad de que los huéspedes más poderosos del hotel del presidente en Washington hayan obtenido un trato preferente.

Un exdirector de la oficial Oficina de Ética en el Gobierno, Walter Shaub, dijo al Washington Post que la fiesta de Barr "no viola las reglas" gubernamentales porque no será un evento oficial, pero "es verdaderamente preocupante", al ser una nueva señal de que "su lealtad está con el presidente, y no con el país".

Al llegar al poder en 2017, Trump cedió a sus dos hijos varones mayores el control de su entramado empresarial, la Organización Trump, pero el hecho de que sea su familia quien maneje esos negocios ha despertado preocupaciones por posibles conflictos de interés.