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Los migrantes “extracontinentales” en el tapón del Darién son un creciente reto para EEUU

La crisis migratoria en el tapón del Darién, en la frontera entre Panamá y Colombia, aumenta las presiones para forjar acuerdos regionales contra la migración ilegal en el continente, la mayoría con destino a EEUU

PEÑITAS (Panamá) — Cruzan continentes en busca de su versión del “Sueño Americano”, atravesando la inhóspita selva del Darién entre Colombia y Panamá, aunque el viaje conlleve peligros y hasta la muerte. Pero frenar el paso a estos migrantes “extracontinentales” se ha convertido en un apremiante reto para EEUU y los demás países de la región.

El secretario interino de Seguridad Nacional, Kevin McAleenan, recorrió hoy una estación de procesamiento de migrantes en La Peñita, una comunidad en la provincia de Darién, por donde se cuelan migrantes del Caribe, Asia, África, y Medio Oriente.

La Peñita es el primer punto de control migratorio en la frontera sur de Panamá. Durante un recorrido al que tuvo acceso un selecto grupo de medios estadounidenses, entre ellos Noticias Telemundo, McAleenan presenció hoy el procesamiento de dos migrantes, uno de Pakistán y otro de Camerún, de entre decenas que tenían apenas escasas horas de haber llegado a la zona.

Allí, todos los migrantes, que normalmente permanecen entre ocho y diez días en el albergue, son sometidos a entrevistas, toma de huellas digitales, y un registro biométrico que es compartido con las demás autoridades de la región.

A menos que aparezcan en listas de terroristas -algo poco frecuente- las autoridades panameñas los procesan y les permiten continuar su rumbo hacia EEUU.

Acompañado del ministro de Seguridad Pública de Panamá, Rolando Mirones, McAleenan no hizo declaraciones a la prensa durante su visita a esta zona del Darién, ni habló con los migrantes o los vecinos de la comunidad, que los veían de lejos amparándose bajo la sombra de coposos árboles o en casas con techos de zinc.

Antes de regresar a EEUU, el titular del DHS recibió informes de la situación sobre el terreno por parte de autoridades de inmigración y aduanas, y participó en la develación de un monumento a agentes fronterizos caídos en acción. 

Ayer, al concluir la reunión ministerial sobre asuntos de seguridad en Ciudada de Panamá, McAleenan sostuvo un encuentro de más de una hora con cuatro medios nacionales, incluyendo Noticias Telemundo, en el que afirmó que 

los países del istmo coincidieron en la urgencia de tomar medidas conjuntas para fortalecer los controles migratorios y combatir la trata de personas.

McAleenan destacó la “tremenda colaboración policial con Panamá”, incluyendo en el área de la seguridad de infraestructura y cibernética, y que este país apoya una ampliación de la colaboración actual.

Países como Brasil y Ecuador, que tienen menos restricciones de visa y asilo, les sirven de trampolín para llegar en autobús hasta Colombia para luego pasar hasta Panamá, donde la selva en el tapón del Darién les espera con peligrosos animales,

enfermedades como el dengue, la disentería, la malaria o la tuberculosis, y en muchos casos hasta la muerte.

Es que, después de caminar entre 7 y 10 días para atravesar la espesa selva de 60 millas, si no mueren a la intemperie o por mordeduras de serpientes, encuentran su tumba en las quebradas.

Los archivos dan cuenta de mujeres embarazadas que pierden a sus hijos, o de niños que pierden a sus padres en esta inhóspita barrera natural donde no existen carreteras.

La única alternativa a la selva, que muy pocos toman por el alto costo, es tomar embarcaciones hasta las costas de Panamá, pero tampoco tienen garantías de evadir a las autoridades.

En declaraciones a la prensa, un funcionario de alto rango del Departamento de Seguridad Nacional (DHS), que pidió el anonimato, destacó la urgencia de que los países del istmo y de Sudamérica se sumen a los esfuerzos por frenar la migración irregular, porque el problema sólo irá en aumento.

“Estos flujos migratorios siguen aumentando… que la gente siga caminando por la selva, sólo para morir, no es la respuesta”, enfatizó.

El funcionario reconoció que si bien Estados Unidos tiene parte de responsabilidad para resolver este problema migratorio, “también la tienen los demás países”.

“No puedes estar en contra de las drogas pero a la vez permitir que la gente venda drogas en tu vecindario… todos tenemos una responsabilidad humanitaria y una responsabilidad por la seguridad” en la región, observó.

Aunque la mayoría de los migrantes persiguen mejores oportunidades económicas, la Administración del presidente, Donald Trump, ha sonado las alarmas porque entre éstos, por ejemplo, 12 tenían expediente en EEUU por presuntos vínculos terroristas.

Otros utilizan documentos falsos, se hacen pasar por nacionales de otros países, o “alquilan niños” para recibir trato preferencial por parte de las autoridades.

La Administración Trump ha registrado un descenso en los cruces ilegales en la frontera sur de EEUU en buena medida porque México, bajo presión de Washington, ha incrementado sus operaciones policiales en su frontera con Guatemala.

Ahora la meta del Gobierno de Trump es forjar más acuerdos bilaterales o regionales para taponear los cruces ilegales en otros puntos del continente, tomando en cuenta que la mayoría de los migrantes sólo usa Panamá o México como puente hacia EEUU.

McAleenan insistió en que no llegó a Panamá en busca de un acuerdo para "tercer país seguro" sino que EEUU promueve respuestas regionales.

Sin embargo, en semanas anteriores McAleenan había dicho que la Administración buscaba acuerdos similiares al pactado con Guatemala el pasado 26 de julio.

Ese acuerdo de "tercer país seguro" aún no ha sido implementado debido en parte a las trabas que puso la Corte de Constitucionalidad, y ante el recelo del presidente electo, Alejandro Giammattei, lo más probable es que tenga que ser modificado. 

“NO SON LATAS, SON SERES HUMANOS”

Según datos oficiales, en lo que va de este año, las autoridades han procesado aproximadamente 17,617 migrantes, la mayoría de Haití y Cuba, pero las proyecciones apuntan a que la cifra podría totalizar más de 30.000 para fines de 2019.

En el primer semestre de este año, las autoridades registraron el ingreso de 2.139 menores de edad.

A manera de contraste, en todo 2011 hubo menos de un centenar de migrantes por esta zona.  

Pero la crisis ha ido en aumento: en 2015 y 2016: las autoridades panameñas documentaron el ingreso de 29.289 y 30.055 migrantes irregulares, respectivamente.

Organismos internacionales, como UNICEF, han dedicado recursos para concientizar a la opinión pública sobre esta crisis migratoria y la búsqueda de soluciones.

Aunque los migrantes tienen acceso a cuidado médico y ayuda social, como es el caso en La Peñita, el consenso entre los líderes de la región es que la situación no es sostenible a largo plazo.

Es una historia distinta a la que se ve más al norte de la región. En 2011, empezamos a ver los primeros flujos de personas atravesando una selva de 10.000 pies cuadrados, si antes alguien nos hubiese hablado de esto, pensaríamos que estaba loco”, dijo el funcionario del DHS.

De los casi 500 migrantes en el albergue de La Peñita durante la visita de McAleenan, 127 son haitianos, incluyendo 19 niños y 6 niñas, y 50 son cubanos. También hay migrantes de países como Pakistán, Angola, Bangladesh, Camerún, India, Sudán, Sri Lanka, Eritrea, Nepal, y el Congo. De Venezuela, sólo había en el registro cuatro, tres de ellos, niños.

Una funcionaria del Servicio Nacional de Fronteras (SENAFRONT) de Panamá, que pidió el anonimato, hizo eco del mensaje que los ministros de Seguridad de Centroamérica remacharon durante su encuentro mensual ayer, al destacar la urgencia de desmantelar las redes delictivas que se lucran con la desesperación de los migrantes.

“No son de papel, no son latas, son seres humanos, y es urgente frenar de una vez esta peligrosa travesía”, dijo.

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