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Poeta boricua pide a los latinos defender su cultura y luchar por una “catedral de equidad”

El profesor universitario y poeta puertorriqueño, Javier Ávila, promueve a través del programa "The Trouble With My Name" y otras obras la defensa de la cultura y el creciente poder político y económico de los hispanos

WASHINGTON.--Javier Ávila creció en su natal Puerto Rico creyendo toda la vida que era “blanco” pero, al mudarse a Pensilvania, descubrió la discriminación hacia los hispanos. Ahora, el profesor y poeta utiliza el humor y la picardía para ayudar a los hispanos a pasar del miedo a la esperanza y luchar por una “catedral de la equidad”.

Ávila recorre desde 2017 varias ciudades estadounidenses con su programa “The Trouble With My Name” (“El problema con mi nombre”), que lleva el título de uno de sus poemas y explora los retos de la minoría más grande de EEUU para desbancar estereotipos sobre su cultura y, sobre todo, defender su sentido de pertenencia en este país.

En entrevista exclusiva con Noticias Telemundo, el también novelista explicó que su propósito, en la “era de Trump”, es ayudar a los hispanos a defender su lenguaje y cultura, y no ocultarlos por el miedo.

“El propósito del show es promover la equidad, que nos vean como iguales, y que no nos vean como víctimas. No necesitamos a alguien que nos salve; necesitamos aliados. O sea, que estamos aquí presentando nuestra realidad y nuestra fuerza como latinos”, dijo Ávila, casado con una mujer de raza blanca.

Anoche, durante una ecléctica lectura de poemas y presentación de documentos y fotografías ante más de un centenar de estudiantes en la Universidad de George Washington, Ávila recurrió a su conocido humor y picardía para destacar las contribuciones de los hispanos a la defensa de EEUU.

Borrosas fotografías en sepia muestran a su padre como miembro de los llamados “Borinqueneers”, una unidad militar segregada, compuesta en su mayoría por soldados boricuas y demás hispanos, que participó en la Guerra de Corea.

La “latinidad” se manifiesta a través del nombre, la apariencia física, y el acento, elementos que, a juicio de Ávila, no deben causar vergüenza ni ocultarse frente a grupos que resisten al cambio demográfico en EEUU.  

“Hay gente llena de odio y quizá nunca cambiará. Escoge tus batallas, porque la lucha es larga, la equidad no se logrará de la noche a la mañana”, aconsejó.

Durante la presentación, Ávila también hizo reír y aplaudir al público con anécdotas sobre la vasta riqueza culinaria de los latinos, donde no puede faltar el “mofongo” (comida típica caribeña hecha de plátano y carne), la disciplina de los niños con la chancla, o la comicidad de nombres como “María de los Angeles de la cruz de Jesús“, en una isla anclada al catolicismo.

En un poema dedicado a esa “María”, Ávila revela en cinco palabritas que ésta “no es atea por accidente”.

Más adelante, Ávila mostró un letrero prominentemente ubicado en la localidad de Crestwood, en el que se exige a los extranjeros hablar inglés sin excepciones, con error de ortografía incluido.

“Un racista es bueno para odiar y no tanto para escribir”, ironizó Avila.

Su singular programa mezcla sus experiencias como puertorriqueño al mudarse a un barrio de clase media en Pensilvania, donde un vecino, en vez de recibirlo con un pastel de manzanas -como pensó que era la tradición americana- lo confundió con un jardinero y ofreció pagarle “5 dólares la hora”.

Años después, en 2015, el vecino se enteró por un gigantesco letrero en una autopista de que Ávila se convirtió entonces en el primer latino seleccionado como “Maestro del Año” en Pensilvania, y pretendió congraciarse con él.

Ávila siempre se quejó de lo común de su primer nombre en la isla pero, al sólo llegar a EEUU hace poco más de una década, también descubrió que éste tenía múltiples pronunciaciones en boca de los americanos -todas malas-, y que ofrecer correcciones de nada valía.  

Su programa incluye fotografías que documentan parte de la jocosa historia familiar, la “magia” del ungüento de “Vicks VapoRub” –“!para heridas, moretones, tuberculosis y hasta el cáncer!”- y además remedios caseros de su abuela, quien fue blanco de vigilancia del FBI por pertenecer al movimiento independentista en la isla.

Entre la audiencia, Rachel Brown y Alejandra Velázquez escuchaban a Ávila y asentían con sonrisas porque también ellas han vivido en carne propia algunas de sus experiencias.

“Siento que pude relacionarme con mucho de lo que habló, porque nací acá pero mi familia emigró de Ghana, y siempre estamos navegando entre los dos mundos, abrazando nuestra herencia cultural aunque otros quieran hacernos sentir que no pertenecemos acá”, dijo Brown, de 21 años y en su último año universitario.

Por su parte, Velázquez, nacida en Texas de padres mexicanos, dijo que para ella, el mensaje de Ávila es que “debemos unirnos, trabajar juntos, especialmente en estos momentos tan difíciles para los latinos”.

“La gente hace suposiciones, y ahora muchos se sienten envalentonados con sus insultos y microagresiones… creo que podemos educar a aquellos que desconocen nuestra cultura y quieren aprender, pero pelear contra todo es desgastante y no vale la pena desgastarse con gente que carga prejuicios”, agregó Velázquez, de 20 años.

Así, el programa de Ávila se ha convertido en un tributo a la “latinidad”, en unos momentos en que muchos latinos se sienten “bajo ataque” del racismo y el movimiento supremacista blanco, como quedó demostrado en la masacre de 22 personas en El Paso (Texas) el pasado 3 de agosto.

Esa masacre, considerada el ataque más mortífero contra los hispanos en la historia, se ha sumado al temor que han infundido las redadas y demás medidas de la Administración Trump contra la inmigración ilegal, que también afecta a residentes legales y ciudadanos.

En las redes sociales y en los medios de comunicación abundan las anécdotas de cómo muchos hispanos ahora temen hablar en español en público, cargan consigo pruebas de que su estancia en EEUU o de que no son una “carga pública”, o sacan su pasaporte para confirmar su ciudadanía y evitar ser deportados.

Ávila cerró el programa con la lectura de un poema dedicado a su hijo, y su esperanza, según explicó, de un futuro donde el color de la piel no defina a una persona o se use en su contra.

Como prolífico autor, Ávila ha publicado también 13 libros, muchos de ellos antologías de poesías. Su novela, “Different”, se convirtió en uno de los libros más vendidos e inspiró la película “Miente”, que se mostró con gran éxito en más de una decena de países.

Pero la fama aparentemente “no se le ha subido a la cabeza” sino que, según explicó, usa su premio y los escenarios como plataforma para educar a la opinión pública norteamericana, desbancar mitos y ayudar a construir su anhelada “catedral de la equidad”.

“Quiero que los latinos no sientan que son débiles. Ahora más que en cualquier otra época tenemos poder económico, podemos incluso boicotear, como lo hicimos contra el gobernador en Puerto Rico, tenemos más líderes latinos”, señaló.

“Esto no va a ser fácil, pero tenemos razones de ser optimistas, tenemos más aliados que nunca. Vendrá un movimiento con fuerza, no sé si en 2020, pero vendrá… esa catedral de equidad entre todos los estadounidenses, de la que hablo, se construye ladrillo a ladrillo, persona a persona”, puntualizó Ávila.