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La rica heredera que financió el movimiento antiinmigrante: "Se multiplican como hamsters"

Antes de Donald Trump existió Cordelia May, una de las mujeres más ricas del país. Opinaba que los migrantes agotaban los recursos naturales y que las mujeres en los países en desarrollo debían tener abortos para contener la supuesta sobrepoblación.

El presidente, Donald Trump, ha enviado militares a la frontera con México, ha favorecido la inmigración por destrezas laborales sobre la reunificación familiar, ha buscado limitar la migración legal y más recientemente ha restringido las ayudas públicas para los migrantes. Ninguna de estas ideas fue suya originalmente.

Mucho antes que Donald Trump llegara a la política, Cordelia Scaife May, la heredera de una inmensa fortuna, estaba influyendo en las ideas sobre la inmigración de una nueva generación conservadora.

Durante décadas ha financiado organizaciones que hoy desempeñan un papel fundamental en la Administración, tanto por sus ideas como por los cuadros que han formado. Los 500.000 millones de dólares que heredó de la fortuna banquera e industrial Mellon sirvieron para ese propósito, según el diario The New York Times.

Incluso ahora, 14 años después de su muerte, su fortuna continúa alimentando el movimiento contra la inmigración.

Pero Scaife, quien nació en 1928, no siempre fue una enemiga a ultranza de la inmigración ni una ardiente defensora del control poblacional. A principios de la década de los años setenta fue la principal donadora de políticos moderados con visiones relativamente convencionales, reporta el diario citado. Como ambientalista, admiraba al presidente republicano Theodore Roosevelt por su contribución para proteger la naturaleza.

Pero a mediados de esta década sus opiniones comenzaron a cambiar muy rápido junto con las del Partido Republicano. En cartas a personajes como John D. Rockefeller III y la filántropa Helen Clay Frick, consultadas por el diario citado, hablaba de sus conversaciones con figuras abiertamente racistas, que creían que los blancos eran más inteligentes que los negros y que los latinos eran criminales.

"La esperanza del futuro", le dijo en una carta el ecologista Garret Hardin, quien opinaba que los latinos eran más propensos a ser criminales, "subyace en la práctica inteligente de la discriminación".

Llegó a creer que los blancos estaban siendo desplazados. Dijo que los migrantes se reproducían como hamsters (roedores) y que agotaban los recursos naturales; que los abortos deberían practicarse en los países en desarrollo para contener la supuesta sobrepoblación.  

Abogó por sellar la frontera con México e incluso habló sobre una invasión de migrantes indocumentados, tal como lo ha hecho Trump actualmente o el tirador de la masacre de El Paso, Texas.

1978 fue crucial para el movimiento contra la inmigración. Desde las leyes de la década de los veinte que favorecían la inmigración de los europeos occidentales, no habían llegado tantos migrantes en un solo año: la Patrulla Fronteriza arrestó a 863.000 indocumentados y llegaron 601.000 legalmente.

Ese fue el año que John Tanton, un oculista obsesionado con el control de la población, le escribió una carta pidiéndole fondos para crear una organización que se opusiera a la migración. La organización se llamó la Federación para la Reforma Migratoria Americana (FAIR, por sus siglas en inglés). Una de sus principales objetivos era restringir la ayuda pública para los migrantes.

De 2005 a 2017, le rica heredera donó casi 180 millones de dólares a organizaciones que buscan limitar el crecimiento poblacional y la inmigración. Entre la segundas, destacan el Centro para Estudios sobre la Inmigración (CIS, por sus siglas en inglés); la Federación para la Reforma Migratoria Americana (FAIR, en inglés) y Control Americano de Inmigración (AIC, en inglés), entre otros.

Estos grupos se han opuesto a que los niños migrantes indocumentados reciban educación y servicios de salud, entre otros beneficios públicos en California y Utah; han apoyado leyes que requieren que los migrantes muestren sus documentos a oficiales en lugares como Arizona y Georgia, según el New York Times.

Incluso prominentes figuras de la administración Trump, que hoy diseñan e implementan la agenda contra la inmigración, han salido de las filas de estas organizaciones.

Entre ellos, la consejera presidencial Kellyanne Conway, quien le preguntó a un reportero por su etnicidad mientras defendía los comentarios del presidente contra cuatro mujeres congresistas de color, que la Cámara de Representantes consideró como racistas.

El asesor presidencial Stephen Miller, el arquitecto de las políticas migratorias de Trump; el ex fiscal general Jeff Sessions y Kris Kolbach, quien lideró la comisión para investigar el fraude de votantes.

Miller se ha opuesto a que los dreamers o soñadores, indocumentados llegados en la infancia de la mano de sus padres, obtengan un camino hacia la ciudadanía; ha estado a favor del veto migratorio a los países de mayoría musulmana; de negar la ciudadanía a quienes obtengan ayudas sociales e incluso en contra de la ciudadanía por nacimiento.

A pesar de la gran influencia que Scaife May tuvo sobre la ideología de esta Administración, ella no vivió para ver su ascenso. Murió en 2005 por un cáncer de páncreas.

Casi toda su fortuna, más de 420 millones de dólares, los dejó a la Fundación Colcom, que desde su creación en los noventas ha financiado organizaciones ambientalistas y antiinmigrantes.

Actualmente, el valor de mercado de Colcom asciende a 500 millones de dólares y en los 14 años de la muerte de su fundadora ha donado 180 millones de dólares a grupos antiinmigrantes.