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Miles de migrantes NO pueden ser deportados aunque los atrape ICE. Y su vida corre peligro

Son más de 100.000 y están 'blindados' contra la Migra. Pero eso les puede costar la vida.

El Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, en inglés) deportó en junio a un inmigrante a un país en el que no había nacido y en el que nunca antes había estado. Dos meses después, estaba muerto.

Es un caso singularmente dramático, pero no es el único.

En Estados Unidos viven unos 120.000 indocumentados llegados de los 59 países catalogados por ICE como “no cooperativos” o “bajo riesgo de no cumplimento”, según un análisis de la cadena NBC a partir de datos federales de 2003 a 2017.

Estas personas no pueden ser deportadas porque sus Gobiernos no cooperan con las autoridades migratorias estadounidenses: sus países no los quieren de vuelta, y la justicia impide mantenerles aquí arrestados pese a haber cometido crímenes.

Tanto el ex presidente demócrata Barack Obama (que llegó a un acuerdo en ese sentido con Cuba) como el republicano Donald Trump han presionado a estos países diplomáticamente para que acepten a sus migrantes.

La ley permite restringir los visados concedidos a estos países como medida de presión, pero raramente se ha hecho, según reporta la web informativa Slate.

Entre 2017 y 2018, se intentó con Camboya, Eritrea, Guinea, Sierra Leona, Myanmar y Lao.

Irak es otro de estos países “no cooperativos”. En 2017, tras llegar a la Casa Blanca, Trump lo incluyó en su veto de entrada a ciudadanos de siete naciones de mayoría musulmana, justificado por motivos de seguridad antiterrorista.

Tras meses de negociaciones, el presidente decidió sacar a Irak de esa lista, tras obtener la promesa de que aceptaría colaborar con ICE. Tras una batalla judicial con la Unión Americana de Libertades Civiles, las autoridades migratorias lograron al fin vía libre deportar a iraquíes el pasado mes de abril.

Dos meses después, ICE deportaba a Jimmy Aldaoud.

Aldaoud nació en Grecia hace 41 años, y llegó a Estados Unidos legalmente cuando sólo tenía un año, en mayo de 1979. Tras pasar casi toda su vida en Detroit (Michigan), en junio fue embarcado en un avión rumbo a Najaf, una ciudad en el desierto iraquí a 110 millas de Bagdad.

“Les supliqué, les dije, ‘nunca he estado en ese país, nunca he estado allí’. Pero me forzaron”, explicó el propio Aldaoud en un video publicado en la red social Facebook poco después de su llegada al país. “No tengo nada aquí, como pueden ver”, añadió.

Aldaoud no hablaba árabe, y pertenecía a una minoría cristiana duramente perseguida en Irak, de donde su familia huyó antes de su nacimiento.

Unas semanas después, estaba muerto.

Somalia fue otro de los países incluidos en el veto de Trump a países mayoritariamente musulmanes, y, como Irak, también cedió y aceptó a ciudadanos deportados por ICE. En el caso de Camboya, el presidente sancionó en 2017 a sus autoridades, consiguiendo así que también cediesen.

Estos esfuerzos han llevado a que algunos inmigrantes sean devueltos a países que no sólo pueden no conocer, sino que además pueden costarles la vida.

Issa Sao había huido de Mauritania tras ser encarcelado y torturado allí. Tras vivir 14 años en Estados Unidos, fue deportado por ICE de vuelta a un país en el que las personas negras como él pueden aún ser esclavizadas.

Ahmed Salah Hassan había huido de Somalia, y llegó a Estados Unidos en primavera de 2015 tras cruzar 20 fronteras y medio mundo. Fue deportado tras pasar dos años encerrado en centros de detención, y murió poco después en un atentado en Mogadiscio, según reporta la web informativa The Daily Beast.

En el año fiscal 2017, el número de migrantes deportados a países no cooperativos se dobló, pasando de 970 a 2.040, según NBC.