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Se activa una alarma que predice siempre una catástrofe económica. ¿Viene una recesión? ¿Debemos preocuparnos?

La Bolsa cae un 3% en su peor día en meses. Trump culpa a la Reserva Federal, carga contra Alemania pese a que lo está pasando mal, y exime a China, con la que está enzarzado en una guerra comercial muy peligrosa.
Un gestor de mercados en Nueva York el 6 de diciembre.
Un gestor de mercados en Nueva York el 6 de diciembre.AP / AP

La economía estadounidense empieza a enviar signos negativos, agravando la preocupación causada por la crisis del principal país europeo, Alemania, y el temor a las repercusiones de la guerra comercial con China del presidente, Donald Trump. Y este miércoles los mercados financieros se han desplomado (el Dow Jones ha caído 800 puntos en su peor día desde diciembre). 

Trump, por su parte, ha culpado a través de la red social Twitter a la Reserva Federal, descargando de culpas a China y acusando a Alemania de sacar ventaja pese a que esa economía europea está en problemas. 

¿Hay motivos para el pesimismo? Le explicamos los datos y qué puede hacer usted para protegerse.

¿Qué sucede en Estados Unidos? La curva de rendimiento de los bonos del Tesoro se invirtió hoy por primera vez desde 2005, lo que no anticipa en sí mismo una recesión pero sí indica que los inversores consideran probable que ocurra.

Esta señal de alarma ha anticipado las nueve crisis anteriores en el último medio siglo: “La curva en Estados Unidos se ha visto siempre como una señal de recesión y está por ver si sigue siendo el caso. Sin duda, el mundo parece un lugar menos seguro”, ha explicado el experto Tim Graf a la agencia de noticias Reuters.

En cualquier caso, pueden pasar meses, si no años, entre la inversión de la curva y la recesión que supuestamente anticipa. Pero los mercados financieros reaccionaron ayer como habitúan: caída de la bolsa y del petróleo (a menor actividad económica, menor consumo y por tanto precios más bajos), y subida del precio del oro (históricamente el valor refugio en tiempos turbulentos).

¿Qué sucede en el resto del mundo? La economía alemana se contrajo un 0,1% en el segundo trimestre del año respecto al anterior, afectada por la incertidumbre por la salida de Reino Unido de la Unión Europea y la caída en la demanda de automóviles. Así, la cuarta economía mundial y la principal europea se encuentra al borde del precipicio, aunque aún debería encadenar medio año más de caída para entrar técnicamente en recesión.

La economía internacional está sufriendo además las repercusiones de la guerra comercial entre Estados Unidos y China, pese a que el Gobierno de Donald Trump anunció el lunes que retrasaría hasta septiembre la entrada en vigor de nuevos aranceles (contra teléfonos celulares, juguetes y videojuegos).

¿Qué va a pasar a partir de ahora? Expertos citados por la cadena CNN anticipan que el Banco Central Europeo recortará los tipos de interés, ya en mínimos históricos, para reavivar la economía en ese continente, como acaba de hacer ya la Reserva Federal en Estados Unidos (la primera caída en 11 años).

De hecho, expertos citados por la cadena CNBC anticipan nuevas bajadas en este país, hasta rebajar los tipos casi a cero. El Banco de América prevé un riesgo superior al 30% de recesión en el próximo año. “Los miedos a que la guerra comercial desaten una recesión están creciendo”, ha coincidido el banco Goldman Sachs.

¿Hay que preocuparse pues? Recuerde que nadie sabe prever con total exactitud una recesión (si los mercados fueran tan sencillos de leer, todos seríamos millonarios, o ninguno lo seríamos). Y, a menudo, es más el miedo a la recesión y que los hechos objetivos lo que provoca una recesión: al fin y al cabo, la Bolsa cae cuando más gente vende que compra, y nada propulsa más las ventas que el miedo a perder dinero.

Técnicamente, una economía entra en recesión cuando, durante dos trimestres seguidos, disminuye su Producto Interior Bruto (que suma el valor de sus bienes y servicios). Es decir, cuando, durante dos trimestres, la economía, en vez de crecer, se empobrece. Y, con ella, la producción industrial, las ventas de los comercios, y, claro, los sueldos y, eventualmente, los puestos de trabajo.

Pero no todas las recesiones son iguales, como destaca el diario The New York Times. Algunas son cortas, meros (aunque brutales) ajustes económicos que no llegan a trasladarse al mercado laboral, es decir, que no cuestan empleos. Otras, como la de 2008, son profundas y tardan años en sanar: aunque el empleo en Estados Unidos se ha recuperado en cifras, aún sigue renqueando en calidad y condiciones tras esa recesión que fue en realidad depresión.

La economía capitalista responde a ciclos, así que es fácil pronosticar que, tarde o temprano, volverá a caer. A veces los ciclos de bonanza durante una década. A veces, ni siquiera un año. ¿Pueden prevenirse? Como señala el citado diario, en general, no. Las autoridades financieras pueden tomar medidas para acolchar la caída, pero si la gente cree que se va a producir, nada podrá evitarlo. Recuerde: sobre todas las cosas, hay que tenerle miedo al miedo.

Lo que los políticos o los responsables financieros pueden hacer para protegernos queda en sus manos, pero nosotros también podemos tomar medidas: la principal es ahorrar. Tenga dinero disponible por si pierde su trabajo, al menos lo suficiente como para sobrevivir  de tres a seis meses. Ya, es difícil, a veces imposible: la mayoría no tiene dinero ni para sortear una emergencia médica de 400 dólares, según una encuesta de la Reserva Federal.

Pero inténtelo al menos, no se endeude demasiado en bienes innecesarios, y si tiene la oportunidad, invierta en sí mismo (la recesión golpea menos a quienes más estudios tiene, por ejemplo).