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Falsedades e irregularidades en las entrevistas con la Migra complican los sueños de muchos migrantes

"Tengo miedo, pero amo a mi país", dijo esta inmigrante a los oficiales federales. "Entonces no tiene miedo", le respondieron. Sus sueños se desvanecieron. Y no es el único caso: con los bebés es absurdo.
Ciudadanos atraviesan el puente internacional en Matamoros (México) en junio.
Ciudadanos atraviesan el puente internacional en Matamoros (México) en junio.AP / AP

Quedaban dos días para que muriera el año cuando Augusto abandonó en su motocicleta el hospital en el que acababa de nacer su hija para buscar una muda de ropa para su esposa. Ya de regreso, le detuvo la policía y comenzó su pesadilla.

Le interrogaron sobre su padre, miembro de la oposición política, golpeándolo con una botella de soda rellena de arena en una sala sin ventanas. Fue liberado a la mañana siguiente, sin cargos criminales pero hecho polvo y cubierto de sangre.

Fue así como se unió al movimiento popular contra el presidente nicaragüense, Daniel Ortega, en abril de 2018. Un mes después, la policía volvió a por él.

“Me dijeron que la vez siguiente vendrían a matarme”, asegura Augusto (por motivos de seguridad, se ha cambiado su nombre).

Dos meses después, escribieron “plomo, plomo”, en su puerta. Fue entonces cuando decidió escapar.

Un duro viaje de tres semanas le colocó en Ciudad Juárez (México) junto a su padre y su cuñada. Se dirigían al puerto de entrada para pedir asilo en Estados Unidos cuando un hombre se les acercó pidiéndoles 300 dólares a cada uno por cruzar el puente. Sin dinero, decidieron caminar junto a la frontera hasta encontrarse con patrulleros fronterizos: entonces saltaron la valla y se entregaron.

La primera prueba para un solicitante de asilo consiste en demostrar que teme por su vida si regresa a su país de origen. Augusto traía un dispositivo electrónico repleto de pruebas de la persecución que dice sufrir en Nicaragua, pero le fue requisado por los patrulleros. En su informe, los agentes escribieron que dijo no sentir miedo, y que planeaba buscar trabajo y vivir como indocumentado en Los Ángeles, según denuncia la página informativa The Intercept.

Era falso. Pero él no pudo examinar los documentos y así descarriló su petición de asilo.

No es el único caso: un abogado migratorio denuncia que uno de sus clientes sufrió otra mentira en el formulario I-213 rellenado por los patrulleros (afirmaron que tenía una condena criminal cuando era falso), pero, añadió, los jueces de inmigración (dependientes del Departamento de Justicia) tratan esos documentos como si fueran “sacrosantos”.

Al menos una docena de abogados y expertos han denunciado prácticas similares a la citada página, que ha comprobado irregularidades y falsedades en decenas de documentos, además de errores flagrantes (país de origen equivocado, incluso género erróneo).

En ocasiones, son tan evidentes que resultan absurdos: la Asociación de Abogados de Inmigración denunció en 2015 como un migrante, Y. F., había sido identificado como si buscara trabajo de forma ilegal. El problema es que sólo tenía tres años. Y abogados han confirmado a la citada página que son numerosos los bebés de sólo meses de edad a los que se ha atribuido la misma intención.

Estas irregularidades complican enormemente las solicitudes de asilo de los migrantes, según ha constatado la organización de derechos civiles Human Rights Watch a partir de documentos sobre quejas presentadas por los afectados ante el Servicio de Inmigración y Ciudadanía (USCIS, en inglés).

El resultado es que los migrantes pueden ser en ocasiones deportados sin ni siquiera tener la oportunidad de comparecer ante un juez. En otros casos, estas irregularidades pueden cubrir las cometidas por agentes a la hora de detener a personas sólo por su apariencia física, una discriminación racista ilegal.

El problema es que, según la doctrina de las cortes migratorias, los afectados deben probar las irregularidades si quieren que el juez cuestione la palabra de los agentes, lo que según abogados consultados por la página resulta difícil si no imposible.

La página cita un ejemplo grabado de estas irregularidades:

- Oficial: “¿Tiene miedo a regresar?”.

- Inmigrante: “Todos tenemos miedo”.

- Oficial: “¿Tiene miedo o no? ¿Renuncia a su país?”

- Inmigrante: Tengo miedo, pero amo mi país.

- Oficial: Entones no tiene miedo [lo marca en el documento]. Si pide asilo, nunca podrá regresar. ¿Quiere asilo?

- Inmigrante: No.

En este caso, la inmigrante sí estaba aterrorizada por la posibilidad de tener que regresar a su país, donde dos de sus hermanos habían sido asesinados, y había viajado hasta Estados Unidos para pedir asilo.